No es famoso, no es profesional, pero podría al menos intentarlo, a juzgar por sus dotes. No se presenta sobre escenarios gigantescos frente a multitudes, y sólo se sabe que su nombre (¿artístico?) es Ralf y se las ingenia para empuñar su guitarra acústica enchufada a una portátil caja amplificadora e interpretar maravillosos clásicos como "No puedo obtener (Satisfacción)", de los Stones; "Zapatos de gamuza azul", de Carl Perkins, entre otros tantos, ante la presencia y atónita mirada de los transeúntes de Bruselas, que le reconocen sus méritos depositándole un puñado de monedas en la funda de su instrumento. En tanto detienen sus pasos para escucharlo y asombrarse por la mística y bohemia musicalidad de este espíritu joven de sólo 74 años. Toca blues, rock y country y es jubilado de la construcción y ya sabe el lector dónde ubicarlo si es que viaja por algún motivo, a la capital belga.
Atilio Ghezzi
Especial para EL DIARIO