Niños sobrecargados por las obligaciones de una agenda. Niños inmóviles conectados a Internet varias horas por día. Niños sedentarios. Niños encerrados. Niños con problemas de comunicación. Niños expuestos a sobredosis de pantallas y ruidos electrónicos. Niños sin tiempo libre para imaginar otros mundos. Niños a quienes se les ha organizado el juego hasta en los cumpleaños. Niños hiperactivos. Niños desafiantes. Niños angustiados. Niños agresivos. Niños ausentes. Cada uno de estos niños reclama (a su modo) la reintegración del viejo paraíso perdido. La devolución de aquel espacio de infinitas posibilidades creativas que les fue arrebatado por el vértigo de la vida moderna y (sobre todas las cosas) por la cultura de la inmediatez y el supremo mandamiento de la eficacia.
Basta con repasar estos condicionantes sociales para entender que, en la actualidad, la infancia no guarda ninguna relación con la que vivieron los padres de estos niños. Incluso con la que vivieron sus hermanos mayores. Como si el nuevo milenio no sólo hubiese traído aparejado un cambio de dígito en los almanaques, sino también otra concepción de la vida humana. ¿Qué hacer ante este impacto que ha modificado las raíces mismas la niñez? ¿Cómo revisar (cómo actualizar) la educación en los niños? ¿Qué efectos psicológicos (y somáticos) ha producido en estos chicos la naturalización de la tecnología? ¿De qué modo la eficacia y el culto de lo instantáneo ha alterado (y acaso agriado) el gusto por las mieles del tiempo más hermoso?
De todas estas preguntas estará compuesto el Primer Congreso Internacional de “La infancia en perspectiva. Múltiples miradas sobre las nuevas culturas del aprendizaje y el desarrollo de la infancia”. Organizado por el instituto de Ciencias Humanas conjuntamente con el de Ciencias Sociales de la UNVM, el miércoles 18 y el jueves 19 se darán cita en el Campus lo más granado de la investigación latinoamericana: especialistas de Brasil, Uruguay, Paraguay y Colombia junto a investigadores de las universidades nacionales de Buenos Aires, San Luis, Cuyo y Villa María.
Entre las conferencias más importantes se cuentan las inaugurales: “La pedagogía dialogante; una propuesta innovadora para transformar la educación de niños y niñas en América Latina”, del doctor Julián de Zubiría Samper (Instituto A. Merani de Colombia), y “Los estudios sobre calidad de vida infantil y adolescente en el Río de la Plata y España”, del doctor Jorge Castellá Sarriera (Universidad de Río Grande do Sul, Brasil).
Sin embargo, habrá otras dos exposiciones ineludibles a cargo de dos investigadoras bonaerenses: la psicóloga Beatriz Janin y la artista visual Mariana Spravkin. Ambas cedieron muy gentilmente una entrevista a modo de adelanto.
La educación artística como derecho del niño
Mariana Spravkin es artista visual. Pero como especialista en Educación Infantil recibió, según sus palabras, “un bautismo de fuego. Fue hace muchos años, en calidad de ayudante en el taller de la pintora Raquel Jiménez. Y así, lo que empezó siendo un trabajo se convirtió en una pasión. Hasta el punto de trabajar durante varios años para el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires como capacitadora de docentes de Arte”.
“La inserción de las artes visuales en la escuela. Diálogo abierto entre el arte, la infancia y la enseñanza”, es el título de su ponencia. Y así la explica.
“Yo pienso esta problemática como el derecho de los niños de acceder al arte y, después, como el deber de la escuela de crear situaciones de enseñanza que ponga a los niños en contacto con el capital cultural de su país y el mundo”.
-¿Cómo lograr eso en la hora de Plástica, donde generalmente los chicos se aburren?
-Lamentablemente todavía pasa eso que decís, ya que el formato escolarizado del arte no le interesa a nadie. Mucho menos a los chicos. Sin embargo, hay escuelas que contemplan otras formas de enseñanza artística más específicas. El arte más vivo, como el contemporáneo, pareciera que no termina de entrar en las escuelas. Se sigue con la carpetita y los lapicitos en un mundo en donde la imagen ha cambiado. Hoy la imagen es “pantalla”.
-¿Eso juega a favor o en contra de la enseñanza?
-Los profes le echan la culpa a los chicos por pasarse horas frente a la computadora, pero les cuesta ver la potencialidad que tiene ese mundo para enriquecer la educación artística. La Informática está dando nuevas herramientas y posibilidades, pero es al adulto el que tiene dificultades para salirse del viejo libreto.
-¿Debe cambiar el paradigma del profesor de Plástica?
-Siempre se ha dicho que el profesor de Plástica es un artista frustrado. Muchas veces fue así, pero generalmente eso es una gran mentira. Primero porque en un profesor pueden y deben convivir el artista y el docente. Y luego porque la pedagogía del arte es una disciplina en sí misma, que en los últimos 20 años ha tenido un desarrollo enorme. Hay todo un movimiento de empezar a mirar qué pasa en la escuela con la enseñanza artística y concebirla como una actividad que no sea de segunda.
-¿Qué aporta la educación artística a los niños?
-En principio, una mirada del mundo donde el arte está dentro. Luego, la idea de que el arte no es sólo para un grupo de gente que nació con un don, sino que es parte de la sociedad, como la economía o el fútbol.
-Hablaste de “don”. Muchas veces se dice que es condición esencial para acceder al arte…
-Es una gran mentira también. El arte es un quehacer del ser humano al que se accede por deseo y curiosidad, no por “don divino”. Luego, ese deseo se potencia por el aprendizaje. Un artista es alguien que se ha interesado, se ha metido en ese mundo y ha trabajado hasta conseguir habilidades, conocimientos y resultados. Pero esta sociedad capitalista nos quiere hacer pensar que el que no está en el podio, no merece estar. Y no es así.
-¿Cuál es la misión de la escuela a la hora de educar en el arte?
-La escuela no está para sacar futuros artistas, pero sí para ofrecer al niño una visión del mundo. Y si dentro de esa visión no hay arte, entonces hay una estafa. Porque el arte acompañó al hombre en todas las sociedades y en todos los tiempos. La educación artística va modelando sensibilidades. Y en esto la escuela tiene un papel irrenunciable.
-¿Hubo políticas educativas tendientes a invisibilizar el arte en las escuelas?
-Claramente pasó en nuestro país en los 90, cuando se pretendió una educación pragmática. Y el arte no entraba en ese esquema. Pero está muy bien que no entre, porque en la vida no todo sea utilitario. ¿Para qué sirve el arte? La respuesta es “para mejorar la condición humana”. ¿Cómo sería una sociedad sin música, sin libros, sin imágenes? La vida humana es bastante más que comer y dormir, pero algunos políticos no lo entienden así.
Niños medicados por “mal comportamiento”
Licenciada en Psicología, Beatriz Janin dirige las carreras de Especialización en Psicoanálisis con Niños y Adolescentes de la UBA y UCES. Pero por sobre todas las cosas, atiende a cientos de chicos en su consultorio de Once, donde empieza esta charla.
“El modo en que los nuevos modos socioculturales de funcionamiento están incidiendo en la constitución psíquica de los niños. De eso voy a hablar en Villa María -comenta-. Si este tema tiene tanta importancia, es porque los chicos de hoy no son iguales a los de hace algunos años. Y eso ha llevado a los adultos a pensar que son patológicas cuestiones que no lo son. Los niños de hoy suelen ser mucho más demandantes, más desatentos, más hiperactivos y más desafiantes que en otras épocas. Pero eso tiene una explicación”.
-¿Qué factores inciden en el comportamiento de los niños de hoy?
-Son muchos y tienen que ver con que los niños están sujetos desde muy chiquitos a una multiplicidad de estímulos, sobre todo audiovisuales. Se suele poner a los niños frente a aparatos durante horas sin que haya un adulto que les hable. Pero el lenguaje se aprende con otro, no con un aparato. Esta despersonalización genera chicos que no hablan, lo que hoy se dice “una invasión de niños autistas”. Pero no es que haya tantos niños autistas, sino que hay niños con retraso en la constitución del lenguaje.
-¿Y la hiperactividad y la desatención?
-Los niños de hoy pasan de una vida de estímulos visuales muy fuertes a una escuela donde la maestra tiene, a lo sumo, un pizarrón. Y ese cambio genera hiperactividad o desatención. Muchos chicos, además, se mueven porque el adulto no los escucha o está desconectado. Y si algo que los chicos no soportan es la desconexión de los adultos. Los niños tienen muchos conflictos, pero eso no significa que tengan un trastorno neurológico. Nuestro deber es ayudarlos a ellos y a sus padres, no medicarlos.
-¿La hiperactividad se medica?
-Muchos psiquiatras medican a niños porque se portan mal. Y eso es algo gravísimo. Se está patologizando la infancia y ésta es una de las mayores preocupaciones que tenemos los psicólogos infantiles hoy en día.
-¿Se busca un remedio inmediato para cada problema?
-Es porque vivimos en un mundo en el cual prevalece la urgencia. En una propaganda televisiva, hay un nene que se golpea y la madre lo cura y le canta “si no sana hoy, sanará mañana”. Y el niño le responde a los gritos que mañana no puede ser porque tiene básquet, Inglés, la escuela… ¡La cura tiene que ser hoy! En esa propaganda, además de la urgencia, se ve la niñez sin tiempo libre ni espacio para el juego.
-¿Y cuál es la importancia del juego en la niñez?
- Tiene una importancia esencial porque permite que el niño invente e imagine. Sin embargo, hoy se está privilegiando la obligación por encima del ocio. Y en este paradigma el juego no tiene lugar porque se supone que no tiene sentido. La falta de juego dificulta tremendamente las posibilidades creativas de un niño. Las máquinas no dejan lugar al lenguaje y la sobreocupación no deja lugar al juego ni a la espera. Y los adultos deberíamos ayudar a los niños a saber esperar. Pero también nosotros también estamos en la frecuencia de la inmediatez, desde la cual es muy difícil construir proyectos y construir futuro.
-¿Cuál es la relación entre inmediatez y consumo?
-Que no hay tiempo para desear con la fantasía. Eso hace que se suponga que son necesarias cosas que no lo son. Hablo de cosas materiales. Tener un celular a los diez años no es una necesidad. Hay una acumulación de objetos con la cual se tapan vacíos de vínculo. Pareciera que los niños tuvieran que poseer determinados objetos para ser felices.
-¿Cómo definirías la infancia en su sentido más ideal?
-Como ese lugar de tiempo libre, crecimiento, adquisición y despliegue lúdico donde todo niño pueda construir fantasías. Para que un hombre pueda armar proyectos de futuro, de niño tuvo que haber jugado mucho.
Iván Wielikosielek