San Lorenzo ganó un partido en el que tuvo menos tenencia de pelota, menos chances de convertir remates al arco y menos actitud ofensiva durante buena parte de los 90 minutos, pero potenció al máximo la efectividad, el orden y la velocidad para justificar el 2 a 1 sobre Universitario.
El conjunto de Las Perdices hizo del contragolpe un arte digno de disfrutar durante la primera mitad, exprimiendo cada posesión al máximo sin requerir demasiado tiempo la pelota en su poder; contrayéndose en defensa y desplegándose en ataque tan rápido, pero armoniosamente como un acordeón que tocó la música de gol con la fineza de quien confía en saber lo que está haciendo. Facundo Bolatti, Nicolás Angaramo y Jonathan Silva fueron los intérpretes de una ofensiva rápida, precisa y desequilibrante que en todo el primer tiempo no pudo contener la defensa del local.
La primera muestra de ello fue a los 17', cuando Melano le cometió penal a Silva y Angaramo lo cambió por gol en el rebote, luego de que el arquero le frustrara el intento desde los 12 pasos.
Hasta ese momento, Universitario era el dueño de la pelota y pasó a ser también dueño de una mochila llena de oportunidades -al menos 7 clarísimas- que jamás pudieron concretar en el primer tiempo. Incluyeron remates en soledad que contuvo Pereyra con excelentes intervenciones; un penal sobre Barengo que Iñigo estrelló en uno de los postes, un despeje defectuoso que rebotó en el otro y otras tantas definiciones carentes de la precisión necesaria, como para darle a los dirigidos por Joselito Bernado la dicha de cosechar los frutos de lo que sembraba en el campo de juego.
En contrapartida, a los 30' San Lorenzo volvió a aprovechar otra de las muy claras pero no abundantes llegadas de contra luego de un gran desborde de Bolatti que, tras una mala salida de Melano, centró y dejó a Silva solo para marcar el 2 a 0. El principal mérito de la visita para irse al descanso arriba fue saber discriminar que para jugar de contra no es lo mismo despejar con pelotazos hacia adelante que salir jugando con pases largos y un destino definido.
De todas formas, San Lorenzo no logró extender el trabajo del primero tiempo al complemento y se dejó dominar. Con un planteo claramente defensivo y replegado pero ya sin la rápida transición ofensiva, porque las estragadas piernas del tridente de ataque no pudieron sostener la creación de peligro en el arco rival. No tuvo una sola aproximación a Melano en el segundo tiempo, pero se defendió con un orden táctico importante para sostener el resultado y llevar a que la “U” terminara ahogada en la frustración que alimentan las chances derrochadas.
Universitario siguió con el mismo libreto que lo llevó hacia las puertas del gol, justificando un empate que nunca logró convertir, más allá de que el tempranero descuento de Lucas Barengo a los 11' le permitía entusiasmarse con que era posible ir en busca del premio mayor. Pero sus propias incapacidades terminaron por sentenciarlo al punto de que tuvo 17 corners a favor, pero ninguno de ellos representó siquiera una posibilidad seria de marcar. Más allá de ser solo un dato, es también un muestreo de 90 minutos de anemia de definición.
La figura
Luciano Pereyra fue un argumento importante de por qué Universitario no haya podido marcar en el primer tiempo y apenas logre anotar un gol en el segundo. Sostuvo la victoria de su equipo en un encuentro donde lo exigieron mucho.
El árbitro
Claudio Aldecoa estuvo acorde a un encuentro que se jugó en su mayoría del tiempo en las áreas. No tuvo grandes polémicas y estuvo acertado en la sanción de los penales.