Por: NET
"Fue un día de baja temperatura pero de corazones ardiendo con la llama de la fe. La cruz blanca y la imagen del cura gaucho en la mañana de sábado fueron la instantánea con sello de eternidad iluminada por los pequeños milagros que movilizan a multitudes . Santo, santo. José Gabriel del Rosario Brochero fue un hombre “de pueblo, consagrado al pueblo”. La frase dicha por el Cardenal Amato en la ceremonia de beatificación del sacerdote, es prácticamente una definición de lo que deberían ser nuestros dirigentes políticos.
Lo que deberían ser.
“Pastor con olor a oveja”, dijo el Papa Francisco sobre el religioso que demostró con sus acciones, no sólo con palabras, el profundo amor por los pobres.
Y desafiando las bajas temperaturas, miles de fieles emocionados manifestaron su sentimiento por ese pastor con olor a oveja.
Un ejemplo de lo que deberían ser, o al menos intentar ser, los que desean conducir los destinos de una sociedad.
Religión y política se estrecharon la mano el sábado, se dieron fraternalmente la paz. No siempre transitan juntas por los mismos senderos, a veces son líneas transversales, otras veces paralelas.
Hay numerosas definiciones de religión desde puntos de vista sociológicos, sicológicos, filosóficos, antropológicos.
En su ensayo “Del imperio romano”, José Ortega y Gasset indicó: «Cuando el hombre cree en algo, cuando algo le es incuestionable realidad, se hace religioso de ello.” Para el escritor, la palabra viene de “religiosus”, cuyo significado es ‘escrupuloso’.
Quién tiene escrúpulos es cuidadoso, prudente, todo lo contrario de negligente e inescrupuloso.
Si buscamos la definición de política, y nos remontamos al origen de la palabra encontramos que “es una rama de la moral que se ocupa de la actividad, en virtud de la cual una sociedad libre, compuesta por hombres libres, resuelve los problemas que le plantea su convivencia colectiva. Es un quehacer ordenado al bien común”.
Los dos términos tienen puntos convergentes: la creencia, la moral, el bien común. Pero, vaya paradoja en los dos planos conviven santos y pecadores.
Ahora veamos. En la ceremonia del santo, los políticos estuvieron presentes, con fe o sin fe. Y de una manera u otra, intentaron llevar un poco de agua bendita a sus molinos en plena campaña electoral.
El gobernador José Manuel de la Sota, en un momento complicado de su gestión, subió al altar para dar su mensaje. Fue breve. “Cada tierra tiene los hombres y santos que se merece. Y qué lindo que Brochero haya nacido en Córdoba. Y más lindo aún que nos siga acompañando en la fe y con su ejemplo inquebrantable de lucha para llevar a los pobres educación, trabajo, progreso, felicidad.”
Es posible que en silencio el “Gallego” haya orado por un milagro que le permita poner paños fríos a los incendios y al escándalo que envolvió a determinados hombres de su gobierno por el “maldito” negocio de la droga.
Gratifica creer que tenemos los santos que nos merecemos pero es injusto pensar que los cordobeses (y los argentinos en general) nos merecemos padecer los hechos de corrupción y la fiesta de los narcotraficantes con sus nefastas consecuencias en la vida de las personas.
La política, esa rama de la moral que apunta al bien común, a través de sus hombres (¿los que merecemos?) es la responsable principal de dar respuestas a los problemas de la sociedad.
Hace falta mucho
más que fe...
Y para eso hace falta mucho más que fe. Hace falta que el ejemplo del cura gaucho se extienda, se expanda, se convierta en una causa superior a las miserias del poder.
Y no es una crítica personal hacia el gobernador. Sería necio disparar todos los cañones sobre una persona porque la corrupción, el narcotráfico, la pobreza y otros enemigos de la sociedad, no son patrimonio exclusivo de los cordobeses ni de un partido político.
Son piezas que encajan, perfectamente, en el rompecabezas de un sistema perversamente imperfecto que, hasta el momento, nadie ha logrado desarmar. Un sistema que ha priorizado el negocio a la vida.
No obstante, el agujero negro de la crisis de los últimos días fue aprovechado por algunos sectores para deteriorar la imagen del gobernador, más que para aportar soluciones.
De la Sota cobró en todas las ventanillas, por así decirlo. Sus enemigos no ahorraron críticas mientras oraban ante los miles de fieles que concurrieron a la beatificación. Después de unos temblores, el ocupante del sillón principal del Centro Cívico reaccionó y a medida que se fue apagando el fuego en las sierras fue tomando la decisión de quitarle el respaldo a los cuestionados y aceptar sus renuncias.
Ahora, apuesta a un perfil técnico y femenino en la sensible área de seguridad. La experta en el tema, Alejandra Monteoliva, jurará hoy a las 11.
Los cambios son necesarios pero no garantizan los milagros. Los milagros están destinados a ser un privilegio exclusivo de los santos.
Tal vez, la mejor manera de idolatrar al cura Brochero sea arremangarse y trabajar.
Sí. La mejor manera es ser ese hombre o mujer de pueblo que consagra su vida por el pueblo. En definitiva, cumplir con una de las condiciones esenciales para ser un dirigente político.
Un requisito difícil de conseguir en el mercado actual.