Para muchos es el intérprete popular más relevante de Francia, al menos teniendo en cuenta como punto de partida la década del 60, que fue en la que afirmó su categoría de cantante.
Johnny Hallyday, conocido popularmente como "el Elvis Presley francés", siempre supo que sería un artista. De pequeño, cuando le formulaban la tediosa y clásica pregunta ¿qué vas a ser cuando seas grande?, él, invariablemente respondía "sin dudas, voy a ser cantante profesional". Comenzó a ensayar con las canciones de su connacional Gilbert Becaud (otro de los históricos en tierra gala) y de otros ilustres de su país de origen.
Una tarde, en un cine del barrio, la cartelera anunciaba una película del género western y entonces Johnny ingresó. Para su asombro se encontró con que desde la gran pantalla, en lugar de disparos, vaqueros y caballos del lejano oeste, las imágenes proyectaban a un puñado de mujeres bailando frenéticamente un ritmo contagioso y de una figura que se contorsionaba marcando un estilo inédito hasta ese momento.
Esa fue la primera vez que Hallyday vio y entendió quién era Presley. El francés lo reconoció tiempo después cuando decía "esa tarde en el cine recibí un shock, un flash, tuve la certeza de que yo estaba hecho para el rock and roll".
En realidad, para su documento él es Jean Philippe Smet, siendo el primero que se animó en su tierra a interpretar rock, provocando no pocos desmanes mientras las chicas enloquecían en los palcos de los teatros y los muchachos gritaban aprobando esa versión de "Elvis made in France".
Fueron muchos sus discos exitosos, pero las tres canciones que más lo identifican a nivel mundial son "Negro es negro", "La casa del sol naciente" y "La aventura es la aventura".
Curiosidades del mercado musical
Hace cinco años, un hombre llamado Paul Mawhinney, vendió la que probablemente ha sido la colección de música personal más grande del mundo. La prensa estadounidense vinculada a la industria musical se ocupó de señalar que la insólita colección constaba de unos seis millones de canciones y el vendedor se quedó con poco más de tres millones de los verdes. Mawhinney llevaba más de 40 años coleccionando discos y diferentes formatos, pero una severa enfermedad lo obligó a desprenderse de su amada y exuberante colección, para costear los gastos del tratamiento y de los centros de salud a los que debió acudir. Dentro de las rarezas que incluía la gigantezca colección se encontraban el primer CD editado, todos los discos simples en 45 RPM de Elvis y 150 mil CDs sin abrir, sellados y nuevos.
Atilio Ghezzi
Especial para EL DIARIO