El domingo por la noche se llevó a cabo una charla abierta del afamado psicoanalista Gabriel Rolón a sala llena en el Teatro Verdi. La última visita resultó mucho más fructífera que la anterior y accidentada visita, registrada en 2011, cuando el profesional debió padecer retrasos en su vuelo, problemas de sonido e iluminación y, para coronarla, escasas butacas ocupadas.
Acaso las repercusiones de sus libros “Historias de diván” (transpolado a la TV) y “Los padecientes” mejoraron enormemente las expectativas. Salvo el simpático monólogo inicial, esgrimido -primero en off- por el actor Carlos Nieto (quien luego alcanzara el micrófono para las preguntas del público), las charlas de Rolón derivan de acuerdo a las temáticas planteadas por los espectadores. En este caso se abordaron “la muerte” y “la sexualidad” en conexión con “la infidelidad”. “Son los dos temas tabúes que más atraen y angustian a las personas”, indicó Rolón. Ante cada problemática, trazó -con su clásica voz parsimoniosa- distintos pareceres, experiencias de terapia y citas literarias o filosóficas pero nunca consejos tajantes: “Yo no tengo los ‘cómo hago o enfrento tal cosa’, sólo soy un generador de ‘porqués’”, aclaró.
Subrayó la necesidad de “poder saber cuál es el deseo personal, aunque luego no se pueda realizar” y de “sólo trabajar en un análisis si provoca angustia o neurosis, es decir, una recurrencia en hacernos mal”. Sobre la muerte, sentenció: “No sabemos lo que significa, sólo anteponemos proyectos para no caer en la angustia de la finitud”. Y sobre el sexo, planteó: “El humano no tiene instinto sexual, sino un abordaje cultural y antinatural del sexo y nadie realmente tiene una receta para ello porque somos diferentes”.
El pasaje más emotivo fue cuando recreó en vivo el testimonio de Majo, una joven y vivaz paciente que le confiesa que padece leucemia.