El Ateneo La Posta recibió ayer a alumnos de la sala B de 4 años del Jardín de Infantes Federico Froëbel, en el marco de una jornada de “Escuela, familia y comunidad”, que se desarrolló en los establecimientos educativos de la ciudad.
A las 9 de la mañana, la sede referencial de la historia villanovense comenzó a recibir a los pequeños de la institución educativa contigua al Centro Educativo República de Bolivia. Los niños y niñas no llegaron solos: la particularidad es que lo hicieron con sus padres, precisamente porque esa es la intención de la iniciativa.
Acompañados por la maestra Adriana Moreno, los alumnos y progenitores reflexionaron sobre distintas situaciones de crianza, comportamiento y de respeto por el otro, mientras desayunaron chocolate caliente y bizcochos.
Hubo canciones, charlas y anécdotas. EL DIARIO presenció parte del encuentro, en el patio de la emblemática casona de calle Deán Funes.
Por momentos, hubo una especie de mea culpa. Los adultos se plantearon aspectos de la crianza de sus hijos: qué les doy para que cada vez me pidan más. O ¿les prestamos atención? ¿Los contenemos?
Carlota “Chiche” Molina de Moreno fue la anfitriona, como titular del ateneo y dueña de la residencia. Y compartió con los presentes sus vivencias y miradas.
“Hay muchas diferencias entre la escuela que existía cuando era chica y la actual. Hay algo que añoramos todos: es el respeto que existía y la disciplina. Sobre todo, el respeto al maestro”, resaltó.
“La situación ha cambiado mucho, pero debo reconocer que había aspectos de la educación informal, o sea de la casa, que eran extremas. Por ejemplo, mi papá me prohibió un año usar la bicicleta. Fue una penitencia excesiva. Hay cosas en las que no estoy de acuerdo de tiempos pasados y es que se tocaban otros extremos. Pero hoy nos fuimos hacia el otro lado”, evaluó la escritora e historiadora.
Agregó que “hay que aprender a marcar límites y decir que no, pero explicando el porqué no”. “A los chicos hay que prestarles atención”, sostuvo.
Adriana Moreno, la docente, aprovechó la jornada para mostrarle a sus alumnos las instalaciones del Ateneo La Posta, explicándoles su función e historia.
Más tarde, desarrollaron un taller literario. “Creamos varios títulos, mirándonos en nuestra sala sobre qué cosa no hacíamos tan bien, respecto al cuidarnos a nosotros mismos y al otro, al que tengo al lado”, explicó. Fue una autocrítica, un espacio de reflexión de todo el estudiantado para fortalecer la actitud de respeto, solidaridad y compañerismo.
Así, surgió el título “Piedra libre por el perdón” y se lo “entregaron” a Carlota, para que ella ahora escriba un cuento inspirada en ese titular.
Luego, hubo espacio para la canción. Se interpretó “El oso verde” (Tengo un oso verde, que siempre se pierde, que siempre se pierde. Yo le hago chas chas y se me pierde más. Dime, oso verde, cuando te pierdes, ¿a dónde te vas? A un país muy verde, donde no hay chas chas), seleccionada con una clara intención, ya que su letra es sugestiva. Con la misma también se pretendió hacer un análisis de comportamientos y castigos.
Finalmente, se armó una bitácora con las creaciones de los nenes.
Esta es la segunda jornada del año con esta temática.