¿Nos preparan para ser padres? Esta pregunta surge en las parejas muchas veces a lo largo de la vida, más bien, cada vez que se enfrentan a una situación problemática respecto al crecimiento de sus hijos.
Es cierto que socialmente se ejercita en los niños la crianza, poniendo a su disposición muñecos que cada vez se asemejan más a los bebés reales, éstos están principalmente dirigidos hacia las niñas, predisponiéndolas al rol materno. Considerándolo así, pareciera que la maternidad consiste sólo en las atenciones básicas que un infante debe recibir, pero no incluye el aspecto fundamental de la misma, el de la transformación de una nueva vida en un niño.
Esta etapa supone para los padres, comprometerse totalmente en esta experiencia. A partir de este momento, tanto el cuerpo como la psiquis de la mamá se compartirán, es como tener el alma y el corazón abiertos, expuestos, y todos los sentimientos a flor de piel. La comunicación con su hijo es tal, que sólo ella puede explicar con detalle lo que le ocurre al bebé, “hablar por él”. Sin embargo, lo mismo ocurre al bebé, todas sus manifestaciones se relacionan con los estados emocionales de su progenitora.
Criar bebés es muy arduo porque, así como el niño entra en fusión con la mamá para ser su hijo, a su vez ésta entra en fusión emocional con él para ser madre. Es decir, durante los dos primeros años fundamentalmente ella es una “mamá- bebé”. De allí la importancia de la figura paterna o de alguien que ejerza la función de separación entre ambos.
El padre es quien los introduce al mundo, quien incorpora la mirada desde el exterior a la díada. Acompañar, protegiéndolos pero también distanciándolos, para que el infante pueda constituirse como sujeto, diferenciándose de su progenitora, es lo que deben hacer los papás. Generalmente éstos también se sienten atravesados por la confusión de lo que se les solicita, angustiados por las dudas respecto a cómo y cuándo intervenir.
Es usual que las parejas en esta etapa se sientan atravesados por situaciones conflictivas, más aún cuando se presentan circunstancias fuera de lo común, en el momento del nacimiento o respecto a necesidades especiales del infante, por lo que los profesionales que trabajamos con familias debemos estar atentos a todas las manifestaciones de quienes se acercan a consultarnos.
La Atención Temprana se constituye como un espacio de diálogo e intercambio, en el que se favorece la búsqueda de diferentes estrategias de comunicación.
Nuestra función, desde el afuera, se inscribe en escucharlos y sostenerlos, fortaleciéndolos para los sucesivos cambios que se presentarán en las primeras etapas, aunque este proceso, para ellos, abarcará toda la vida.
Servicio de Educación Temprana.
Instituto Especial “Del Rosario”