El sábado pasado se presentó en el Teatro Verdi el destacado humorista cordobés José Luis Serrano con su entrañable personaje “Doña Jovita”. A pesar de montar -con una puesta bastante austera- su “stand-up de montaña y desenchufado” ante casi la mitad de sala, el cómico configuró una vez más con encantadoras historias y latiguillos con chistes campechanos, su pintoresca cosmovisión sobre la vida en Traslasierra.
Subida a un llamado “burro inalámbrico” (en rigor de verdad, un transportador Segway), la célebre abuela cruzó el escenario para acercarse a la mesa donde se reunían sus “nietos”: el Churli Chorroza y Rodrigo Funes. Junto a ellos esgrimió su decir tan peculiar y “perfumado de peperina”; a la vez que se detuvo en homenajear a una personalidad celestial: el beatificado cura Brochero. Su recitado decía: “Una güelta llegó un cura, jovencito, ¡muy gauchito!; había andao el bendito, tres días en un mular, y dio gracias al llegar al olvidao pueblito / Se hizo pobre entre los pobres, serrano entre los serranos, nos enseñó a ser cristianos y se quedó cuarenta años, orientando sus rebaños, sus amigos, sus hermanos”.