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25 de Septiembre de 2013
Violencia contra las mujeres - Perla Prigoshin estuvo en Villa María
Volver con el agresor “es inherente al ciclo de violencia”
La especialista dijo que la mujer agredida termina naturalizando el maltrato y criticó a quienes cuestionan que muchas veces ellas denuncian y vuelven con el golpeador. No está de acuerdo con los albergues
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La doctora consideró que de nada sirve declarar la emergencia en violencia de género en la ciudad. Remarcó que los tres poderes del Estado, de todos los ámbitos, deben dar recursos

 

La coor­di­na­do­ra de la Co­mi­sión Na­cio­nal de Ac­cio­nes pa­ra la Ela­bo­ra­ción de San­cio­nes de la Vio­len­cia de Gé­ne­ro (que de­pen­de del Mi­nis­te­rio de Jus­ti­cia y De­re­chos Hu­ma­nos de la Na­ción), Per­la Pri­gos­hin, se­ña­ló ayer que “de na­da sir­ve” de­cla­rar la emer­gen­cia en vio­len­cia de gé­ne­ro en Vi­lla Ma­ría y cri­ti­có la idea de un al­ber­gue pa­ra mu­je­res que son víc­ti­mas de la mis­ma.
La es­pe­cia­lis­ta lle­gó a la ciu­dad in­vi­ta­da por el Ins­ti­tu­to de Ex­ten­sión de la Uni­ver­si­dad Na­cio­nal, el mu­ni­ci­pio, el Fren­te de Mu­je­res del Mo­vi­mien­to Evi­ta y el Mo­vi­mien­to Po­pu­lar por la Igual­dad pa­ra di­ser­tar ano­che en el Cen­tro Cul­tu­ral Leo­nar­do Fa­vio. A la ma­ña­na, en tan­to, dia­lo­gó con los me­dios de co­mu­ni­ca­ción en un ho­tel cén­tri­co y ase­ve­ró que “el al­ber­gue no vie­ne a ce­rrar las ne­ce­si­da­des de las mu­je­res que son víc­ti­mas de la vio­len­cia”.
En pri­mer lu­gar, con­si­de­ró que des­de el pun­to de vis­ta de la se­gu­ri­dad no lo ve fac­ti­ble, ya que es­ta­ría iden­ti­fi­ca­do por el res­to de la so­cie­dad, por lo que de­be­ría con­tar en­ton­ces con mu­cha cus­to­dia.
“Si lo pien­so des­de lo que psi­co­ló­gi­ca­men­te re­pre­sen­ta pa­ra las mu­je­res ser al­ber­ga­das, tam­po­co. Es co­mo vol­ver­nos a po­ner en el lu­gar de los ni­ños, de los mi­nus­vá­li­dos. No es lo mis­mo que te­ner un ho­gar tem­po­ra­rio, un es­pa­cio de trán­si­to”, di­jo en se­gun­do lu­gar.
“De lo que hay que do­tar a las mu­je­res es de un pro­yec­to de vi­da que no tie­nen, por­que el vio­len­to se ocu­pó de cer­ce­nár­se­los. El vio­len­to es el que les di­ce no, no vas a ir a tra­ba­jar. Des­pués gol­pea­rá. No vas a ir a tra­ba­jar pa­ra traer esa mi­se­ria, que­da­te a cui­dar­me los pi­bes, le di­ce. La mu­jer, en­ton­ces, ca­da vez es­tá más so­la, ais­la­da, des­pro­te­gi­da, con me­nos se­gu­ri­dad so­bre sí mis­ma”, de­cla­ró la doc­to­ra.
Pri­gos­hin in­ter­pre­tó que la crea­ción de es­tos lu­ga­res no es una so­lu­ción y que re­pro­du­ce el ser víc­ti­ma. “Ve­ní, vos, que no po­dés, a es­te lu­gar”, gra­fi­có y aña­dió que si no es pú­bli­co, es “co­mo vi­vir en la clan­des­ti­ni­dad”.
Co­mo pro­pues­ta, pi­dió pen­sar en al­qui­le­res so­cia­les u otor­gar be­ne­fi­cios im­po­si­ti­vos a los de­sa­rro­lla­do­res in­mo­bi­lia­rios pa­ra que cuan­do cons­tru­yan un ba­rrio de­sig­nen una ca­sa pa­ra que las mu­je­res pue­dan es­tar de ma­ne­ra tran­si­to­ria an­te es­tos ca­sos. 
“Un al­ber­gue só­lo es una cu­ri­ta, no pon­ga­mos más par­ches, o pen­sa­mos en plan de pre­ven­ción de erra­di­ca­ción y san­ción de vio­len­cia o de­ci­mos no sé qué ha­cer y re­cu­rri­mos a un ase­so­ra­mien­to”, ex­pre­só.
Eva­luó que el mis­mo de­be te­ner par­ti­cu­la­ri­da­des de acuer­do al lu­gar en el que exis­ta, no sien­do uni­ver­sal, “por­que no es lo mis­mo Jar­dín de Amé­ri­ca que Ca­le­ta Oli­via”. “Son dis­tin­tas rea­li­da­des, a ver si el fe­de­ra­lis­mo se ve de ver­dad”, pi­dió.
Más tar­de, cues­tio­nó a quie­nes cri­ti­can que la víc­ti­ma de­nun­cia, pe­ro sue­le re­gre­sar con el agre­sor. “Y cla­ro, eso es in­he­ren­te al ci­clo de la vio­len­cia: ir na­tu­ra­li­zan­do en la mu­jer que es una ba­su­ra. Se lo han di­cho tan­to... Ca­lla­te, es­tú­pi­da, no ser­vís pa­ra na­da. ¿Creen que una psi­quis pue­de re­sis­tir aco­so se­me­jan­te?, ade­más que es lo úni­co que es­cu­cha”, ad­vir­tió.
La en­tre­vis­ta­da re­ve­ló que au­men­tó la sen­si­bi­li­za­ción y en­ton­ces las mu­je­res “sa­ben  lo que es­tán vi­vien­do, sa­ben que no lo tie­nen que ban­car, cre­ció la per­cep­ción de que lo que vi­ven es vio­len­cia”.
Ma­ni­fes­tó que si ellas ca­da vez “se in­ser­tan más o se sien­ten con más de­re­chos de te­ner una ami­ga, cuen­tan con una do­sis de li­ber­tad, entonces el hom­bre nue­vo es­tá en el hor­no e im­po­ten­te y la im­po­ten­cia se ma­ni­fies­ta con el in­sul­to y el gol­pe”.
“No son en­fer­mi­tos, son sa­nos hi­jos del pa­triar­ca­do”, acla­ró.
 
“Nin­gu­na tie­ne es­te ori­gen”
 
Más tar­de, di­jo preo­cu­par­se por “tan­ta ne­ce­si­dad de me­ter den­tro de la vio­len­cia de gé­ne­ro lo que pa­sa con los va­ro­nes, con los ni­ños, con la ter­ce­ra edad, con per­so­nas con dis­ca­pa­ci­dad”.
“¿Qué pa­sa que no se pue­de lla­mar vio­len­cia de gé­ne­ro y ser in­he­ren­te a las mu­je­res? Hay ins­ti­tu­cio­nes que se ocu­pan de la vio­len­cia con­tra los ni­ños, hay pa­ra to­dos los ca­sos, pe­ro nin­gu­na tie­ne el ori­gen de és­ta, que es el es­ta­ble­cer una re­la­ción de con­trol so­bre la zo­na sur de la mu­jer, so­bre nues­tro cuer­po”, afir­mó.
Res­pec­to a las san­cio­nes, ad­mi­tió que “son en más de un ca­so una mí­ni­ma re­pa­ra­ción pa­ra las víc­ti­mas”.
“Te­ne­mos en cla­ro que no es la so­lu­ción, pe­ro per­te­ne­ce­mos a un Go­bier­no que ha he­cho de la de­fen­sa de los de­re­chos hu­ma­nos una ban­de­ra, con lo cual no con­sa­gra­re­mos la im­pu­ni­dad”, ma­ni­fes­tó.
En es­te sen­ti­do, con­tó que se de­be tra­ba­jar pa­ra en­con­trar vías pa­ra san­cio­nar la vio­len­cia me­diá­ti­ca. “Ti­ne­lli (Marcelo, conductor televisivo) in­cu­rre en to­das las vio­len­cias que se te ocu­rran, pe­ro cual­quier co­sa que se te ocu­rra (co­mo san­ción eco­nó­mi­ca) la tie­ne cal­cu­la­da en su cos­to de pro­duc­ción”, apun­tó.
 
El ca­so Vi­lla Ma­ría
 
“Es muy in­có­mo­do ve­nir con el de­di­to a de­cir qué hay que ha­cer en un lu­gar don­de se es­tá ha­cien­do, es so­ber­bio y por­te­ña­men­te me­siá­ni­co”, fue lo pri­me­ro que di­jo Pri­gos­hin cuan­do se le pre­gun­tó su vi­sión so­bre lo que se es­tá ha­cien­do en la ciu­dad en cuan­to a vio­len­cia de gé­ne­ro.
Con­si­de­ró que se de­be pro­fun­di­zar “el la­bu­ro con la for­ma­ción de ope­ra­do­ras de las pri­me­ras ho­ras, por­que cues­ta que las mu­je­res pue­dan de­nun­ciar en la co­mi­sa­ría”.
“Al­gu­nas per­die­ron el mie­do a de­nun­ciar, pe­ro yo me plan­teo si se las es­cu­cha con ore­ja de gé­ne­ro o no y si des­pués de ha­cer­lo tie­ne que vol­ver al lu­gar don­de es­tá el vio­len­to. ¿El Po­der Ju­di­cial lo­cal lo ex­clu­ye rá­pi­da­men­te o no? Lo ave­ri­gua­ré”, de­cla­ró.
Su­bra­yó que la for­ma de aten­der la te­má­ti­ca es des­de tres án­gu­los: tra­ba­jan­do en em­po­de­rar a las mu­je­res con los hom­bres pa­ra ela­bo­rar nue­vos mo­de­los de ser va­ro­nes y tra­ba­jar con los pro­fe­sio­na­les de la ru­ta crí­ti­ca de la vio­len­cia -mé­di­cas, do­cen­tes, in­te­gran­tes de las fuer­zas de se­gu­ri­dad, to­das aque­llas que es­tán en con­tac­to con las mu­jeres o ni­ños-.
Cuan­do se le con­tó que or­ga­ni­za­cio­nes so­cia­les jun­ta­ron cen­te­na­res de fir­mas pa­ra que se de­cla­re en la lo­ca­li­dad la emer­gen­cia en vio­len­cia de gé­ne­ro, di­jo es­tar de acuer­do con los edi­les del ofi­cia­lis­mo que no le die­ron vía li­bre. 
“No es así, si no hay con­cien­cia en quie­nes ges­tio­nan y no hay vo­lun­tad po­lí­ti­ca pa­ra po­ner­la en el lu­gar que co­rres­pon­de, no sir­ve pa­ra na­da la de­cla­ra­ción”, re­mar­có y agre­gó: “Si es por eso, la Ley 26.485 tie­ne ar­tí­cu­los que es­pe­cial­men­te sos­tie­nen que hay que de­di­car pre­su­pues­to des­de los tres po­de­res de to­dos los ám­bi­tos del Es­ta­do”.
“¿En­ton­ces, pa­ra quién va a ser la emer­gen­cia?, ¿eso le va a dar pers­pec­ti­va de gé­ne­ro a to­dos los jue­ces?”, se pre­gun­tó.
Acla­ró que “al mu­ni­ci­pio le co­rres­pon­de tam­bién ac­tuar, a to­dos”, al con­tar­le que una jue­za le de­man­dó pú­bli­ca­men­te a la co­mu­na re­cur­sos pa­ra aten­der la pro­ble­má­ti­ca.

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