Primero, había sido un atentado. Lo dijo el presidente del cuerpo de Bomberos de Morteros, tras sofocar el incendio del quincho de la Sociedad Rural de Morteros. A esa voz, se sumaron la de funcionarios nacionales de primera línea, como el ministro del Interior, Florencio Randazzo, el ministro de Agricultura de la provincia, Carlos Gutiérrez y dirigentes de la localidad que sufrió el desastre en el lugar.
Después el fiscal, en base al informe de un perito, dijo que claramente el fuego se produjo de manera accidental. Ayer, las voces cambiaron y en el ámbito judicial comenzaron a inclinarse por un atentado.
No es la primera vez que ocurren estos apresuramientos y contradicciones. Cuando la Fábrica Militar de Río Tercero explotó llevándose siete vidas, Carlos Menem, entonces presidente de la Nación dijo -también a poco de ocurrido el hecho- que había sido un “accidente”, algo que quedó demostrado que no fue así. En el contexto de hoy, es difícil no atribuir intencionalidades a las afirmaciones. Si el fiscal dice ahora que se equivocó, que hay pruebas que hablan de atentado... ¿Se creerá en sus palabras o le atribuirán obediencia al poder político? Y si ratifica lo contrario... ¿Será porque está con el campo? En un estado de sospecha, la verdad, está cada vez más lejos.
Patricia Gatti
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