Escribe: Juan Manuel Gorno
Saber cómo y cuándo levantarse de un cachetazo no fue un mérito que se asociaba en Alumni en los últimos tiempos. Pero ayer la historia empezó a cambiar.
Sin ser un derroche de fútbol, pero con armas nobles que fue exhibiendo con el correr de los minutos, el equipo villamariense logró reponerse del mal inicio de Argentino B con una victoria (1-0) sobre Jorge Newbery de Venado Tuerto que pudo ser saboreada por su gente, en Plaza Ocampo.
La jerarquía de sus dos jugadores más renombrados, Fernando Sanjurjo y Cristian Rami, marcó la diferencia en el arco rival por una jugada con pelota detenida, en el primer tiempo. Ese gol alcanzó para sostener la ilusión de un equipo que, a la larga, deberá seguir mejorando, aunque empiece a dejar algunas señales positivas.
Después de todo, Alumni no estaba acostumbrado a ganar de local en cada inicio de campeonato y, a pesar de que ahora está en una categoría inferior, la sonrisa tempranera de sus golpeados hinchas pone en órbita una nueva energía de cara al futuro, bajo la ilusión de una formación que no luce, pero tiene con qué ganar este tipo de partidos.
Curiosamente, cuando menos convencía en su juego, el equipo villamariense marcó el gol y después, en momentos que aseguraba la pelota en ofensiva, no pudo ampliar el resultado que le hubiese caído al pelo por esa búsqueda de menor a mayor que se visualizó en el partido.
Enfrente se paró un equipo limitado como Jorge Newbery, que con un 4-4-2 en su esquema, cometió errores en la circulación de la pelota y, no obstante, se guió por su mejor hombre, Orlando Caruso, quien por algunos instantes tuvo en vilo a la línea defensiva de cuatro hombres que puso el “Huevo”.
Más allá de esto, Alumni tuvo la posesión de la pelota desde el inicio del encuentro, pero careció de ideas para lastimar por afuera.
Ni Luciano Antonino ni Emanuel Barbosa pudieron buscar el claro para proyectarse cuando la controlaba Sanjurjo, ubicado como enganche clásico por delante de un pilar importante en el medio como fue Leandro Sartor.
Entonces tardó bastante el equipo villamariense para inquietar al arquero Sebastián Portigilatti, más allá de un par de centros sin destino.
La cuota distintiva fue la pelota parada, vía por la cual Sanjurjo ejecutó con profunda precisión hacia el punto del penal, a los 21 minutos, para provocar el gol de Rami, quien cabeceó de espaldas al arco, anticipándose a la salida del arquero, y soltó el grito contenido de un público ávido de festejos.
Con la ventaja en el marcador, el equipo de Toresani buscó adueñarse del balón con mayor criterio, pero adoleció de lo mismo en cuanto a sostener un ataque con sus volantes externos y sólo tuvo dos aproximaciones por la inspiración de Sanjurjo, quien primero remató al arco desviado, desde afuera del área, y luego -tras pase de Mauricio Arias- habilitó a Rami, quien esta vez perdió ante la salida de Portigliatti.
Lo concreto es que Alumni necesitaba mejorar para el complemento y algo de esto seguramente habló el “Huevo” en el entretiempo. Por ello luego Barbosa se acordó de saber jugar sin pelota para recibir en posición ofensiva, al igual que Antonino por el sector derecho.
Mientras, el entrenador del visitante, Adrián Taffarel, intentó una reacción con cambios “ofensivos” con la inclusión de un delantero (Emanuel Torres) y la salida de un volante sin peso arriba (Facundo Canelo), lo que provocó también el retroceso del hábil Caruso.
En ese contexto, el partido se hizo más abierto y, por consiguiente, más entretenido.
El propio Torres estuvo a punto de empatar tras una corrida larga, pero cuando quedó mano a mano se apuró a rematar y la pelota quedó en poder de Jonathan Scalzo.
Después fue Alumni quien gestó dos ocasiones propicias para aumentar, muy claras, pero Gonzalo Baroni no anduvo en su tarde de gol. Primero recibió de Rami, la picó ante la salida del arquero y la pelota se fue por encima del travesaño. Y dos minutos después, captó un pase de Sanjurjo y fue anticipado por el portero.
El ingreso de Santiago Aloi por el propio Baroni acentuó la búsqueda de Alumni desde el sector derecho, donde el villamariense encaró siempre con buenos cambios de ritmo, aunque las dos situaciones que generó terminaron con disparos desviados de Sanjurjo.
Al no poder asegurar el partido, Alumni terminó sufriendo por la insistencia de algunas intervenciones rápidas en el ataque de Jorge Newbery, un equipo que discutió mucho con el árbitro porque le anularon un gol a Mingorance, por posición adelantada. Sin embargo, en cada avance visitante hubo reacción defensiva del local, donde Gastón Molina fue lo más confiable en la sumatoria de pelotas recuperadas.
El árbitro prolongó el final del partido hasta los 52 minutos y eso sólo sirvió para el reconocimiento y el aliento del público local.
A fin de cuentas, después del aplazo del pasado domingo, esta vez el equipo rindió la materia ganar y cambió el ánimo para lo que viene.