Bien podría haber terminado como empleado de una fundición, excepto por su voz arenosamente magistral y una canción en particular, condiciones que lo elevaron a la cúspide de la industria de los discos.
Nacido el 20 de mayo de 1944 en la ciudad de las acerías, Sheffield (norte de Inglaterra), Joe Cocker era el hijo menor de un empleado público y sus recuerdos de aquel polo industrial de la isla, sólo proyectaban una ciudad de un gris plomizo y proletario, urbanidad invadida por obreros principalmente metalúrgicos que acompañaban sus penas con grandes jarras de cerveza negra.
Al principio de su existencia alternó trabajo y diversión, mientras comenzaba a escuchar a Lonnie Donegan y a un puñado de bandas que hacían "skiffle".
Corría 1961 y Joe trabajaba como plomero de día y por las noches se calzaba un traje oscuro y salía a cantar con The Avengers por los pubs de Sheffield, su terruño natal. En realidad para esas presentaciones ya había adoptado un nombre artístico, Vance Arnold.
Su vida dio un vuelco definitivo cuando grabó la versión soul del tema de Lennon-McCartney, "With a little help of my friends" (del LP Sargent Pepper), la canción que modificaría la actualidad del ex-plomero. A partir de ese momento pasó a ser simplemente Joe Cocker, la voz blanca del soul. El tema llegó a ocupar el puesto Nº 1 en su país, fue un éxito desbordante en el resto del mundo y además le dio el título al primer disco del intérprete que fue una de las principales figuras del mítico festival pop de Woodstock.
El listado de temas que vendió por millones en el mundo es interminable, pero natural es citar algunos de los más difundidos y reconocidos, como "You can leave your hat on", "Civilized man", "Unchain my hearth" y "Night calls". En la actualidad, lejos de admitir su retiro, Cocker ha lanzado un nuev y excelente trabajo titulado "Fire it up" (a finales de 2012), con 69 años cumplidos y con su inconfundible voz cascada y áspera llena de rock, soul y blues sin descuidar, por cierto, su clásico movimiento de brazos y manos, ya sea sobre un escenario en vivo o bien dentro del estudio de una discográfica.
Las estatuas del rock
No son pocas las estatuas que recuerdan la figura de los famosos del rock ya desaparecidos, como el caso de John Lennon que tiene una en Cuba y otra en su Liverpool natal.
Ocupan un espacio a través de la inmensa geografía mundana y se convierten en lugares de culto a los que arriban millones de turistas para rendir su íntimo homenaje al ídolo o sencillamente para fotografiarse junto a la obra que lo refleja como tal.
También Jimi Hendrix tiene la suya en Seattle (su ciudad de origen), Freddie Mercury está presente en Montreux (Suiza), Elvis en Tokio (Japón) y B.B.King en Memphis (Estados Unidos).
Atilio Ghezzi
Especial para EL DIARIO