La es­pe­cia­lis­ta y re­fe­ren­te en edu­ca­ción li­bre en Ar­gen­ti­na, San­dra Maj­luf, brin­dó una char­la y dos ta­lle­res en el Cen­tro Ve­ci­nal de ba­rrio San­ta Ana. En ta­les pro­pues­tas abor­dó di­fe­ren­tes te­má­ti­cas que apun­tan a de­sa­rro­llar al­ter­na­ti­vas edu­ca­ti­vas tan­to pa­ra es­cue­las por fue­ra del sis­te­ma tra­di­cio­nal co­mo pa­ra maes­tros in­ser­tos en la es­truc­tu­ra for­mal.

Su con­cep­to de "edu­car en li­ber­tad", fue apli­ca­do en una es­cue­la ex­pe­ri­men­tal de Us­huaia don­de tra­ba­jó du­ran­te 25 años. "Ac­tual­men­te se fun­da­ron allí seis es­cue­las de la mis­ma mo­da­li­dad, que ba­san  la edu­ca­ción a tra­vés del ar­te. En ta­les ins­ti­tu­cio­nes se pue­de no­tar que lo im­por­tan­te no es tan­to lo que uno en­se­ña si­no có­mo se es­tá en­se­ñan­do".

En tal sen­ti­do, Maj­luf ejem­pli­fi­có que en di­chos cen­tros "no com­par­ti­men­ta­mos el co­no­ci­mien­to en áreas es­pe­cí­fi­cas. Si bien exis­ten ma­te­rias co­mo Len­gua y Ma­te­má­ti­ca y es­tán apro­ba­das por el Mi­nis­te­rio, el ti­po de edu­ca­ción es to­ta­li­za­dor. A tra­vés de la Ma­te­má­ti­ca, por ca­so, se pue­den in­cluir las de­más asig­na­tu­ras. Y el ar­te no es una ma­te­ria par­ti­cu­lar si­no que es­tá en to­do, da­do que es­tá en el que­ha­cer co­ti­dia­no.

Las per­so­nas so­mos se­res ar­tis­tas. Cuan­do uno es­tá co­nec­ta­do con al­go que le gus­ta, ter­mi­na apren­dien­do. Si al­guien te lo pi­de o exi­ge y no te­nés in­te­rés, lo que lle­gues a apren­der va a que­dar en una ca­si­lli­ta que no la uti­li­za­rás lue­go. La idea es que ca­da uno se re­co­nec­te en su pro­pio sen­tir con lo que apren­de", agre­gó.

En tal sen­ti­do, apun­tó a la la­bor de "sa­na­ción" en los adul­tos. "Si no­so­tros 'sa­na­mos' nues­tra for­ma an­ti­gua de apren­der, los ni­ños no van a ne­ce­si­tar de es­cue­las. Ellas fue­ron crea­das pa­ra pro­te­ger­los del mun­do que he­mos crea­do, lle­no de se­pa­ra­ción y de des­vin­cu­la­ción del sen­tir. La vi­da mis­ma, al fi­nal, se­rá la es­cue­la don­de cual­quiera pue­de en­se­ñar­le a otro". So­bre el rol de los maes­tros en es­cue­las tra­di­cio­na­les, in­di­có: "Hay mu­chos que res­pe­tan el de­sa­rro­llo del ni­ño.

En otros les cues­ta li­be­rar­se de la opi­nión de los de­más, de los di­rec­to­res e ins­pec­to­res y no pue­den con­fiar ple­na­men­te en lo que pue­den apren­der los ni­ños por su cuen­ta, don­de uno só­lo fun­cio­na de guía".

En el mis­mo sen­ti­do, se pre­gun­tó: ¿Por qué ve­mos un ni­ño des­pier­to, in­quie­to y ávi­do de co­no­cer en los pri­me­ros años que lle­gan a jó­ve­nes de­sa­ni­ma­dos y 'des­nu­tri­dos' emo­cio­nal­men­te? Por­que la es­cue­la les di­jo qué y có­mo es­tu­diar y los guió por un sis­te­ma de pun­ta­jes. Lo im­por­tan­te es reac­ti­var la au­to­va­lo­ra­ción, que ca­da uno se pon­ga el 8, el 9 ó el 10, pa­ra lue­go su­pe­rar­se".

Acer­ca de la nor­ma­ti­va vi­gen­te, pun­tua­li­zó: "La Ley Fe­de­ral de Edu­ca­ción ac­tual es ma­ra­vi­llo­sa pe­ro no po­de­mos lle­var­la ade­lan­te por­que no se cam­bia des­de aba­jo. De to­dos mo­dos, to­dos sa­ben, des­de el mi­nis­tro has­ta el do­cen­te y el pa­dre, que el sis­te­ma edu­ca­ti­vo es­tá mal y al­go hay que ha­cer".

Por úl­ti­mo, re­mar­có que "Cór­do­ba es una de las pro­vin­cias que más es­tá tra­ba­jan­do en el de­sa­rro­llo de la edu­ca­ción li­bre".