Valentín Lozita, de 24 años, se define como "músico, compositor, productor de cine, guionista, director, montajista, cebador oficial de mate en el laburo, fotógrafo, algo de escritor y de actor".
En 2010, quien usa el seudónimo Valentimes para su faz artística, se fue de viaje con la mochila y la guitarra y estuvo un año y medio escribiendo, componiendo, fotografiando, cantando y vendiendo su disco artesanal por Latinoamérica.
"De vuelta en Argentina, y con la idea de visitar a mi familia, grabar mi primer disco de estudio y seguir viajando por el mundo mis planes cambiaron. Un día de resaca me desperté con una pésima idea: filmar el clip oficial para promocionar mi disco. Entonces busqué a un excelente director de fotografía (Ignacio Simpson), que había conocido en mis primeros años de estudiante de cine en Córdoba, un equipo de producción impecable, una gran vestuarista y amiga: Melanie Bacaloni, pedí prestado un convertible del 73, tres mujeres chulas y me dejé crecer las patillas. "Súbete a mi convertible" es una parodia ácida del blues, chapado a la antigua. Es una forma graciosa de decir "Súbete a mi sueño", explica Lozita.
El video de 7.15 minutos puede verse en You Tube o en Facebook. Actúan la villamariense Guadalupe Marchetto, y las cordobesas Florencia Pons y Catalina Angeloni. También hay un vínculo con otro video de 5.39 minutos con escenas de cómo se hizo la filmación.
Se viene el segundo
Ahora le cuesta dormir. Si no se sienta a crear su mente lo atormenta de ideas. Ultimamente vive más en Córdoba que acá, pero es una locura que disfruta muchísimo. Mientras tanto, en el mundo real, tuvo la suerte de encontrar un trabajo para sustentarse y se instaló de una vez en Córdoba. Ahora está en plena preproducción del siguiente clip, terminando de mezclar el disco con Enrique Aiello y realizando con Gonzalo Alvarez un diseño de arte en formato libro-disco. "Francamente no me interesa demasiado adónde llegue, simplemente hago esto porque me apasiona y estoy haciendo lo que amo. Me estoy divirtiendo más que nunca y apuesto con toda mi fe a que el día de mañana pueda vivir de esto y seguir viajando físicamente y a través del arte", se entusiasma en un diálogo con EL DIARIO.
Aprovecha la quietud para continuar sus estudios en cine y música, sin embargo está convencido de que la mejor forma de aprender es a través de la experiencia. Todo lo que le enseñaron en la academia lo aprendió definitivamente en el rodaje, junto a quienes definió como "magos del cine". "Ahí es donde aflora el arte de cada uno. Cuando el sol te tiene los minutos contados y las actrices se te aburren porque el auto no arranca, se quedó sin batería la cámara o se acabó el agua para el mate. La tremenda energía que corre en el cine es adictiva, es adrenalina en estado puro. Pero nada tendría sentido si el resultado no saliera bien. Apostar a que las cosas salgan como uno las imaginó, que la gente desconocida y los aficionados al género aprecien tu labor artística es un reto", reconoce el rubio y multifacético artista.
Y nadie dijo que es fácil. Trabajar con actores no profesionales es un desafío constante y uno de sus fetiches, porque aplica lo aprendido de la experiencia en el cine documental (no ficcional) y pone toda su capacidad humana y artística. Muchas veces no depende tanto de los actores sino del director. El truco está en encontrar la esencia artística de la persona, aquel personaje en el alma inconsciente de cada uno y sacarlo a la luz. "Al final todos somos actores en la escena de la vida", pontifica.
La risa, por sobre todo
Pero lo que más le gusta es reírse y compartir esa alegría con los demás. El género con el que más se lleva últimamente es la parodia. Desde la música de Frank Zappa hasta las escenas de Quentin Tarantino que le hacen rascar la cabeza.
Pero advierte una importante diferencia entre la parodia y la comedia. El objetivo de la comedia es el chiste, se supone que debe ser gracioso. Pero la parodia se hace en serio, se representa una realidad tal cual es (apenas exagerada). La idea es que se entienda, porque no se supone que uno debe reírse. Es como contar un chiste: no tiene el mismo efecto un sábado a la noche que un lunes en el laburo. Y esto precisamente es a lo que está apuntando. A que nos riamos de nuestra propia estupidez.
"Estamos tan involucrados con la vida que muchas veces nos tomamos todo demasiado en serio. Ahora, la idea es alcanzar un resultado profesional y original, distinto a todo el océano infinito de información que existe en las redes. Y en esta especie de obsesión busco transgredir mi propios límites. La competencia es contra mí mismo. Quiero superarme cada día más, realizar cosas que antes creía imposibles. Sin embargo mi ambición más grande es seguir aprendiendo, desafiar mis límites, crecer y apuntar siempre a la excelencia”, se entusiasma.