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Creer o no creer, parece ser la cuestión cuando se habla del flamante presidente de los Estados Unidos. En esa gama están los esperanzados, los incrédulos, los indiferentes. Más allá de las presunciones optimistas o pesimistas sobre sus acciones, está el fenómeno. El liderazgo que este hombre de color ha generado en un mundo que necesita aferrarse a la esperanza de cambios


"Es un títere puesto por el Imperio". "Va a cambiar el mundo". "Es más de lo mismo, un charlatán". "Parece un buen tipo y es negro". Muchas son las frases que se escucharon en los últimos días, por nuestras tierras, dirigidas a la figura del flamante presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.
Palabras condimentadas con la esperanza, la incredulidad, la negación, la indiferencia.
Creer o no creer, parece ser la cuestión cuando se habla de este nuevo rey negro.
En la viña de los argentinos la gama está completa. Unos lo sepultan por cuestiones ideológicas, otros lo encumbran por las mismas razones.
Pero más allá de las presunciones optimistas o pesimistas sobre sus acciones, está el fenómeno Obama. El liderazgo que este joven hombre de color ha generado en un mundo que necesita aferrarse a la esperanza de cambios.
Y en este punto, Obama se tornó creíble para millones de personas. "Hemos elegido la esperanza sobre el temor, la unidad de propósitos sobre el conflicto y la discordia. Hoy hemos venido a proclamar el fin de las quejas mezquinas y las falsas promesas, de recriminaciones y los dogmas caducos que durante demasiado tiempo han estrangulado a nuestra política".
El presidente del país más poderoso del mundo ha encontrado en las palabras un camino hacia el corazón de su pueblo. Y si bien, despidió a George Bush con la diplomacia del sistema americano, golpeó a Bush con cada una de sus frases.
Puede que simplemente pinte con pincel fino el cuadro emotivo de una película de Hollywood.
Puede que realmente sea sincero, como dice Fidel.
"La esperanza es lo que me ha conducido hasta aquí, con un padre de Kenia y una madre de Kansas, la creencia de que nuestro destino no será escrito para nosotros sino por nosotros."
Creer o no creer.
A los argentinos nos cuesta confiar en los grandes líderes. Nos han engañado tanto...
Pero no es un pecado mortal destacar la humildad del discurso del hombre negro que con paradoja y todo se instaló en la Casa Blanca.
"Tenemos más riqueza que nadie, pero eso no nos hace ricos. Tenemos las mayores Fuerzas Armadas sobre la Tierra, pero eso no es lo que nos hace fuerte. Nuestras universidades y nuestra cultura son la envidia del mundo, pero no es por eso que el mundo se acerca a nosotros. Es el espíritu americano, esa promesa americana que nos empuja cuando el camino se hace incierto. Esa promesa constituye nuestra mayor herencia."
Impecable lección de humildad a un mundo signado por la soberbia en la política.
Creer o no creer.
Ordenó el cierre de la cárcel de Guantánamo, eliminó el veto que su antecesor en el cargo le había puesto al derecho a la información sobre los documentos de Estado y logró que los mercados lo recibieran con "una gran baja". Fueron sus primeras medidas.
No le quitó la plata a Rockefeller para repartirla entre los pobres (ni lo hará) pero imprimió su sello. Su estilo.
Eligió un Gabinete con gente de peso, más allá de la diversidad y envió un mensaje de paz. "No es mucho", dirán sus detractores.
Pero después de Bush, no es poco.