El panorama en materia de fertilización no es muy alentador. El productor argentino “devuelve” el 80% del fósforo que extrae de la tierra, mientras que con el nitrógeno el porcentaje es del 59%, según los datos de la última cosecha.
Así lo dio a conocer el especialista Pablo Poldepovic, quien estuvo en Villa María dando una charla para estudiantes de tercer año de la Tecnicatura Superior en Producción Agropecuaria de la ESIL en el marco del Ciclo de Seminarios del Nivel Superior de ese instituto.
Señaló que una “máxima” de la práctica agronómica es devolver al suelo lo que se utiliza para garantizar una producción sustentable y rendimiento económico en el largo plazo.
Sin embargo, varios factores confluyen para que la fertilización sea la óptima. “Uno es el monocultivo de soja”, señaló.
Con la matriz productiva actual, en la que la mayoría de los campos no son trabajados por sus dueños y el nivel de precios de alquileres alto se sostiene, “para muchos es imposible pensar en un esquema de rotación”. Sin embargo, entiende que es imperioso hacerlo.
“La fertilización siempre es la más castigada cuando hay problemas económicos. Se aplica una visión a corto plazo, entendible a veces, pero que causa graves daños”, explicó.
Una alternativa que sugiere es no trasladar los costos al cultivo específico, sino a todo un esquema. Es decir, no restar de un sola cosecha el gasto en fertilización, sino en el sistema productivo que, a la larga, garantizará rindes estables.
Otra alternativa es “particionar las dosis”. “Estamos acostumbrados a poner todo el nitrógeno a la siembra. Se puede pensar en una parte en ese momento y en otra durante otro estadío del cultivo”, agregó, con la finalidad de hacer más eficiente la aplicación del fertilizante.
La siembra directa y el abuso del glifosato
La charla que dio el especialista versó sobre fertilización y su relación con la siembra directa. “Cuando se comenzó a desarrollar este sistema, pensamos que era la solución a todos los problemas. Pero ahora vamos viendo que surgen problemas, por ejemplo, las malezas resistentes al herbicida”, dijo. “Hubo un abuso del glifosato y hoy vemos las consecuencias”, agregó.
“La cobertura del rastrojo, si no está bien manejada, termina contra el alambrado en zonas como ésta, con vientos”, explicó. “Por eso decimos que la siembra directa es buena, pero bien hecha. Si no, queda el suelo desprotegido y, en definitiva, se pierde materia orgánica”, apuntó.
Por eso entiende que la fertilización es clave para los actuales esquemas productivos. “Si bien en el fósforo andamos relativamente bien, pese a que es un producto importado, hay conciencia en la gente para aplicarlo. Nos falta trabajar más con el nitrógeno”, apuntó.
En definitiva, señaló que hoy hay tecnología disponible, pero recomendó que esté acompañada por buen asesoramiento para desarrollar buenas prácticas agronómicas a los fines de pensar un poco más allá que en la próxima cosecha. “Y, fundamentalmente, cambiar un poco la mentalidad para no creer que hay recetas mágicas”, concluyó.