El miércoles pasado se vivenció uno de los espectáculos más destacados y movilizantes del año.
La murga uruguaya Agarrate Catalina aterrizaba por primera vez en Villa María para montar su última producción titulada “Esperando el fin del mundo”, en el Teatro Verdi. Ante un poco más de mitad de sala, el colectivo artístico charrúa desplegó un poderoso show musical, teatral y coreográfico, con un profundo contenido social y político. A través de sus característicos componentes satíricos y absurdos, el conjunto liderado por Yamandú Cardozo -hermano del reconocido músico y exintegrante Tabaré Cardozo- condensó una categórica lectura crítica sobre la voracidad del hombre, enviciado en el destructivo paradigma capitalista, que marcha sin pausa hacia la autoaniquilación de la especie.
La vuelta de tuerca de la trama expone a los miembros de la murga como cucarachas charrúas que esperan pacientes la llegada del día final para reinar el planeta. Este planteo también redunda en distintas derivaciones humorísticas. Como pequeños insectos no logran comprender la tendencia humana a la guerra o la necesidad de dioses invisibles para dotarse de fe.
Uno de los pasajes más jocosos -y actuales- resultó la aparición de un “Pepe Mujica rastafari”, en alusión a la legalización de la circulación de marihuana en el país vecino. También hubo cuadros de hondo perfil emotivo como la retirada “Los niños del fin del mundo”.
Como punto destacado, desarrollado entre los bises didácticos sobre el candombe y la bajada del tablado cantando hasta la calle del teatro, Cardozo instó a valorar los artistas que hermanan a ambos países y no “algunas decisiones de las autoridades que nos separan”. Precisamente en esas horas comenzaba una nueva tensión diplomática por la pastera ex-Botnia.
Juan Ramón Seia