Si a uno le dicen “Minthostachys verticillata”, lo más probable es que responda “Eso será tu vieja”. Pecado de la ignorancia: el término es científico y se refiere ni más ni menos que a la peperina. Elemento vegetal que es sinónimo de Córdoba, igual que el cuarteto, los alfajores y Mario Pereira, cuya voz es escuchada cada mañana en los almacenes del barrio, alimentando las ganas de incinerar las góndolas y meterle la traba al repartidor de quesos, que justo entra con una carga de cuartirolo. 

Todavía no existe el visitante que llegue a nuestra provincia y no procure un racimo de la planta aromática. La buscan en los vericuetos de las sierras, en plena naturaleza, donde crece campante. Si no, se la piden a los vendedores, criaturas similares a monos con navajas empeñadas en arrancar cabezas basándose en las propiedades de la hierba. “Es buena para la indigestión, la diarrea, el reuma, el cólera, la fiebre amarilla, la fiebre tifoidea, el mal de chagas y la falta de un nueve de área con gol”, les cuentan a los clientes, quienes confían sin chistar. De estos últimos, el 97% son porteños.

Con todo, la búsqueda trae sus frutos. Nada como disfrutar de un buen mate regado de peperina, las montañas de compañía. Un embrujo con sabor amargo y dulzón y bien cordobés. Aunque vale decir que la planta no es exclusividad del suelo mediterráneo: en Catamarca, Salta, Jujuy, San Luis y Tucumán también se la encuentra. Claro que los derechos de autor siguen perteneciendo al centro del país. Lo dice bien claro en la famosa Enciclopedia Vegetal del Doctor Florindo Helecho. Allí, junto a la palabra “Peperina” se puede leer: Reino: Plantae - Orden: Lamiales - Tribu: Metheae - Cordobesa: Mavale.