Por Pepo Garay
Especial para EL DIARIO
Casi sin darnos cuenta, el año llegó hasta octubre. Mes bueno para tomar conciencia de la cercanía del verano y empezar a hacer planes de vacaciones. En esa coyuntura, el sur de Brasil siempre surge como posibilidad de viaje, cierta y concreta. Entre los integrantes de la región, Camboriú ocupa los primeros puestos. El balneario, tan requerido por los argentinos, se prepara para una nueva explosión de temporada.
Ubicada a casi 2.000 kilómetros de Villa María, la ciudad costera ofrecerá su receta acostumbrada: playas, paseos por el asfalto, visita a los morros y parques temáticos, shopping, vida nocturna y entretenimientos para la familia entera. Un combo que les cae bien a los que quieren relajarse con el cuerpo al sol y también a los que buscan mucha acción.
La Playa Central de guía
La Playa Central es la que mejor describe la movida de Camboriú. Son siete kilómetros de arena, sombrillas, reposeras, choclos, agua de coco y caipiriña. Las olas brindan frescura y dan el marco perfecto. Mucha gente, unos leen, otros se bañan, otros juegan a la paleta, los niños haciendo castillos. La típica postal veraniega. Pegada a la orilla, un paseo peatonal o “Calcadao” sirve para ir y venir con la compañía del mar y de la Ilha das Cabras de un lado, y de decenas de gigantescos edificios del otro. Impresiona ver la cantidad de construcciones de más de 10 pisos que preñan el centro. Un fenómeno nacido del boom turístico de las últimas décadas, al igual que los restaurantes, tiendas de regalos, bares y boliches.
Pero no todo es masas y agite en el municipio. Siguiendo el calcadao hacia el norte, el foráneo puede encontrar playas bastante más sosegadas y menos frecuentadas por la multitud. Praia do Canto, Praia do Buraco y Praia dos Amores son las representantes del área. Una de las mejores formas de llegar a ellas es a través de las pasarelas (iluminadas de noche), que las conectan con la médula urbana. Son 500 metros de recorrido sobre tablas de madera, con hermosas vistas al Atlántico y a la ciudad.
Otra opción son las playas del sur. Una vez más tomaremos el revuelto paseo que bordea la arena y la Avenida Atlántica, hasta arribar al pintoresco muelle da Barra Sul. Después, se puede tomar un “bondinho aéreo” (o teleférico), y llegar al otro lado del Morro da Aguada, donde descansan las praias Laranjeiras, Taquarinhas, do Pinho y do Estaleiro. A mitad de camino, la parada Mato Atlántico permite apreciar lo esencial del complejo Unipraias, con sus circuitos para la caminata. Follaje y puntos panorámicos de protagonistas.
Parques y naturaleza
Sí de actividad fuera del mar se trata, la zona saca de la galera lugares como el Parque Municipal Raimundo Goncalez Malta, el Zoológico y complejo ambiental Cyro Gevaerd y el famoso Beto Carrero, uno de los parques de diversiones más grandes de Latinoamérica (ubicado en Peña, 35 kilómetros al norte de Camboriú).
Sin embargo, los mayores atractivos siguen estando en el contacto directo con la naturaleza. Mucho verde es el que rodea a la zona urbana y que entre palmeras y abundante follaje potencian la belleza característica del Estado de Santa Catarina. Para aprovechar el regalo, lo mejor es darse una vuelta por los diversos morros que brotan aquí y allá, como el ya citado da Aguada, el do Boi, el do Careca y el da Cruz. En este último vive el Cristo Luz, espectacular monumento de 33 metros de altura al que se accede tras breve marcha. En la noche, su brillo le hace un guiño al visitante, y lo invita a seguir contento.