Podrían viajar en un crucero con confort y lujo, pero eligieron dormir en hamacas paraguayas sobre un barco precario que recorre el Río Amazonas. Podrían ir en avión a cualquier destino, pero eligieron una travesía en camioneta. “Ya vamos a tener tiempo para hacer viajes de jubilados”, bromea Nelson Romagnoli, quien junto con su esposa Gladys viajaron a las Guyanas.
“No fue sencillo, porque hicimos en camioneta 13 mil kilómetros en 26 días”, explicaron los integrantes del matrimonio de Monte Buey.
La excursión la realizaron a partir de que tomaron contacto con un guía que impulsa este tipo de viajes.
“Ya habíamos viajado a Nueva Zelandia en motorhome y ahora, fuimos con nueve familias en otras tantas camionetas a las Guyanas”, relataron.
Cruzar Brasil por ruta es una cosa, pero el camino no siempre es tan sencillo. Hay tramos de tierra y otros, que la única vía de comunicación es el río Amazonas.
“Allí, en la cubierta del barco, dormíamos todos. Había unas 300 hamacas paraguayas”, dijeron. Gladys señaló que no sufrió la falta de condiciones que a una mujer le suele afectar más. “Es tan lindo conocer de esta manera, en contacto tan directo con la naturaleza, que las limitaciones no te afectan”, relató Gladys.
“Imaginate que cuando llegamos a la Guayana Francesa, hacía dos años que no ingresaba ningún extranjero”, explicó Nelson.
“Ellos no tienen turismo. El único ingreso económico es el alquiler de una estación espacial ubicada allí porque está en la posición de la tierra más cercana a la estratósfera, lo que permite abaratar los costos de los viajes espaciales”, dijo, haciendo un parangón con la estación similar ubicada en Cabo Cañaveral.
“En Surinam, hay mucha población hindú. Ves en los frentes de las casas o por los caminos, todo tipo de animales que conviven con la gente, igual a lo que se puede ver en la India”, dijeron.
Selvas vírgenes, naturaleza dominante que ya no se ven en muchos lugares del mundo y aborígenes hospitalarios con los que pudieron tomar contacto directo, son algunas de las experiencias que se trajeron de regreso. “Algo que en un sistema de turismo normal no encontrás”, remarcaron.
La vuelta por Brasil les presentó la belleza de Manaos, una ciudad industrial que como única comunicación tiene el río. “Incluso, hay un lugar donde se encuentran dos ríos que tienen diferentes temperaturas y por consiguiente, diferentes colores. Es de una belleza sin igual”, indicaron.
Pudieron ver también delfines que se quedan en el río porque obtienen más alimentos y se adecuan a las condiciones de agua dulce.
El matrimonio Romagnoli ya viajó por China, India, Sudáfrica, Australia y el Machu Picchu. Piensan seguir conociendo el mundo de esa manera “mientras tengamos edad”, dicen. Y lo comparten, llevando la Bandera argentina adonde quieran que lleguen estos aventureros monteboyenses.