Hay otros, claro. Pero este “paseo” por el centro y los bulevares pretende solamente reflejar cómo fue que pudieron sortear los obstáculos que cruzó en su camino la historia económica nacional; cuáles son las claves.
Pasaron ministros como Alvaro Alsogaray (1959-1962), aquel que ya por entonces llamaba al esfuerzo de “pasar el invierno”; Celestino Rodrigo (1975), autor del “Rodrigazo”, que incluía medidas tales como la devaluación de más de un 150% del peso en relación al dólar comercial, un aumento promedio del 100% en el precio de todos los servicios públicos y el transporte y una suba de hasta un 180% de los combustibles; José Alfredo Martínez de Hoz (1976-1981) que, entre otras cosas, instrumentó un programa de destrucción de la industria nacional, la importación descontrolada y la Circular 1.050, por la que cuánto más se le pagaba a los bancos, más se les debía... Y ni hablar de Domingo Cavallo, a quien el pueblo de Córdoba, en un ejercicio de memoria, acaba de clausurarle el camino a la postulación para una diputación por todo el mal que hizo como titular del Banco Central durante la última dictadura (nacionalizó la deuda privada) y como titular del Palacio de Hacienda con Carlos Menem y Fernando de la Rúa.
Ninguno de ellos pudo con estos comerciantes de la Villa que nos atendieron en sus locales. Ni los nombrados exministros, ni otros, ni el Efecto Tequila, ni la crisis del Sudeste Asiático, ni la Burbuja norteamericana... Ellos están de pie.
Sebastián Valfré
Hace apenas dos meses la bodega de los Valfré cumplió 90 años. Silvia, la esposa del actual dueño Sebastián Antonio Valfré, considera que el secreto principal de permanecer a lo largo de casi un siglo es “apostar al negocio ante todo”.
Además destacó “la gran pasión” que tiene su esposo, que está desde pequeño en este rubro. “El se crió acá”, comenta.
Al emprendimiento lo inició el abuelo Sebastián Valfré, junto a su esposa Paña Emilia Baliarin, en 1923. Lo continuó su hijo, Antonio Sebastián Valfré y actualmente está en manos del nieto, el esposo de Silvia, junto a los hijos de ambos. “Es decir que ya estamos entrando en una cuarta generación”, agrega.
Kiosco Gallo
Este negocio perdura en el rubro desde hace algo más de 75 años. Hace 12 años que cambió de dueño, aunque mantuvo el mismo nombre. Actualmente se encuentra en manos de Marcelo Sainz, quien sostiene que la permanencia del reconocido kiosco se debe “principalmente a estar abierto todos los días”.
“Además, el apellido del señor fundador, Parmenio Gallo -que falleció hace poco tiempo- es como una marca vigente en la ciudad, lo que permite que la clientela sea estable, es decir, que la gente vuelve permanentemente”.
Casa Diva
Con 70 años de vida, es una de las firmas más antiguas de la ciudad. Su dueño, Isaac Gornitz, asegura que el secreto para perdurar como negocio durante más de medio siglo frente a los avatares que sufrió la economía argentina “es tener buena voluntad para atender en los malos momentos, tratando de contar con imaginación para solucionar los problemas que surgen a diario”.
Considera, además, que el comercio chico siempre es el más perjudicado por las crisis. Sin embargo, comenta que “con esfuerzo se puede trabajar, dar trabajo y lograr una buena estructura que permite sostenerse en el tiempo”.
El negocio fue pasando de una generación a otra (lo comenzaron sus padres). Isaac, en cambio, tuvo cuatro hijos que han decidido dedicarse a otros rubros.
Casa Amarilla
“La clave de todo negocio es tratar de tener buenos precios”, asegura la dueña, Mónica Sáenz.
También destaca la importancia de “trabajar, tener paciencia y buen trato con la gente”.
El comercio cambió de local y actualmente está ubicado sobre calle Corrientes, entre Hipólito Yrigoyen y San Martín. Forma parte de una herencia familiar y fue iniciado hace 70 años por Joaquín Sáenz.
Talabartería Vila
Este comercio ubicado en la esquina de calle Corrientes y 9 de Julio ya cumplió sus 73 años de trayectoria en la ciudad. Ana María Vila, quien actualmente se ocupa de atender el negocio junto a su hija, cuenta que el secreto de poder mantenerse por más de medio siglo fue que nunca tuvieron deudas. “No tenemos cuenta en el banco, ni tampoco pedimos plata. Si no tenemos plata, no compramos”, asegura con naturalidad.
Agrega que la permanencia en el tiempo se debió a que mantuvieron los clientes.
La Suiza
La joyería y relojería ubicada en la Peatonal lleva más de 70 años atendiendo al público. Su dueña, Leticia Markarani, afirma que el secreto de durar tantos años y después de tantos problemas económicos es “luchar”. Y agrega: “Hay que ajustarse a las circunstancias. No gastar más de lo que uno gana”.
Sus clientes también han permanecido en el tiempo, desde que su marido fundó el negocio. “Por aquí han pasado abuelos, hijos y nietos”, narra.
Barcellona
La ferretería ubicada sobre bulevar España fue fundada hace más de 50 años por Ernesto Barcellona y hace 25 años fue comprada por Luis Romitelli y sus hijos, quienes decidieron que perdurara con el mismo nombre fundacional hecho marca.
El encargado del salón de ventas, Cristian Chiotti, sostiene que uno de los secretos de permanecer a pesar de los avatares de la economía es “ser ordenados en las diferentes áreas, fundamentalmente en las administrativas y comerciales”.
“También incorporamos tecnología para ir acomodándonos a las exigencias del mercado”, relata.
Cuenta que fueron utilizando diversas estrategias que le permitieron adecuarse a las diferentes situaciones, “tanto internas del país, como macroeconómicas”, añade, para agregar finalmente que disponen de “un stock muy grande y trabajamos con marcas líderes”.
Bazar Ramonda
Esta es una de las empresas que se apresta a cruzar la línea del medio siglo. “La austeridad y el manejo razonable de la economía empresarial son algunos de los secretos de mantenernos en el tiempo”, asegura Omar Ramonda, quien junto a su madre son los actuales dueños del local.
Reconoce además que al tratarse de una empresa familiar, algunos costos se pueden optimizar.
Su padre, Sixto Ramonda, fue quien en 1965 se asoció con Pedro Frosasco para instalar el bazar cerca del actual. La unión duró hasta 1970 y fue Sixto quien continuó con el negocio.
Con el fallecimiento de Ramonda padre se formó la nueva sociedad entre el hijo (Pedro) y la madre, Rosa Jolmic.
Siguieron en la brecha y en el año 97 abrieron una sucursal.
Como todos ellos, existen otros abanderados de la permanencia. De sus palabras surgen indicios de cómo lograrlo.
Sergio Vaudagnotto
Guadalupe Avalle
Fotos:
El establecimiento de Sebastián Valfré
El Kiosco Gallo, con nuevo dueño, la misma marca
Casa Diva sigue adelante 70 años después
Casa Amarilla también tiene su “clave”
Talabartería Vila, otro negocio con 70 años de historia
La Suiza, en la Peatonal de los años 70 y en la actual
Ferretería Barcellona: “Ser ordenados”, una de las claves
Bazar Ramonda. En la empresa familiar se pueden optimizar costos