Por: NET

"Los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes”.
Isaac Newton

La obra superó a los políticos. Ampliamente. El flamante puente que une las dos orillas del Ctalamochita tiene un simbolismo de unión entre los pueblos, diferente al mensaje escuchado a orillas del lago en su inauguración.
Es que el acto político no fue precisamente una demostración de unidad, sino más bien una batalla entre dos sectores peronistas, una disputa que “a todas luces” (fantásticas, por cierto, y de última tecnología) “hace agua” bajo el maravilloso puente.
Sin entrar en consideraciones sobre lo que está bien y está mal, depende el cristal con que se mire, al momento en el que estamos viviendo le faltan puentes y le sobran muros.
Y cuando hablamos de muros nos referimos a la intolerancia y a las divisiones que caracterizan hoy a nuestra sociedad. No es necesario detallarlas, se percibe en las calles, en las redes sociales, en las reuniones familiares o de camaradería y en las descalificaciones constantes a quienes expresan su opinión a favor de un gobierno o en contra de un gobierno. Poco importa los “cómo”. Lo que parece tener valor es “defender” o “atacar” usando el agravio , la ironía, el cinismo. Los que defienden dicen que la culpa es de los que atacan y viceversa. La culpa siempre es del otro. La mayoría (no todos) sumidos en una pelea interna. Y en ese contexto se conduce la campaña rumbo a las legislativas de octubre.
La presencia de Cristina, con su fuerte liderazgo y su capacidad de oratoria, tal vez hubiera cambiado ciertos aspectos del acto. Pero no estuvo por los problemas de salud que todos conocemos y Amado Boudou intentó cumplir el rol lo mejor posible.
Si nos remitimos al discurso, Accastello le sacó varios cuerpos y realizó virtualmente un lanzamiento en su campaña a gobernador.
El intendente local fue el único que compartió el micrófono con Boudou. El jefe de Villa Nueva, Guillermo Cavagnero, se limitó a escuchar y aplaudir, pero sentado a la par de uno de los hombres más fuertes de Cristina, el villanovense Carlos Zannini, que también permaneció callado y observando todo sin perder detalle.
Accastello supo manejar su audiencia y avanzó sobre su adversario actual: José Manuel de la Sota.
Hubo aplausos y cánticos contra el gobernador. La guerra interna, que no es la misma de los dos pueblos que comparten el puente y tienen ciudadanos con diversos colores partidarios. La prueba está en que numerosas personas manifestaron su rechazo al nombre que le pusieron, impulsando el del “Mula”.
De la Sota fue el blanco. Sí, De la Sota, el mismo que fue recibido con “cariño” años atrás y que llegó a la Gobernación con el apoyo de quienes hoy tienen “otros amados” y tal vez mañana se embarquen en nuevos amores.
Es la política. Un territorio donde se inauguran hermosos puentes (que enorgullecen al conjunto) y se levantan lamentables muros que dividen al conjunto.
En otras épocas, cuando la política era una cuestión de honor, las disputas electorales se dirimían entre partidos muy diferentes y se confrontaban ideas. Eran otras épocas.
Hoy se pelean “los viejos amigos” en el campo de la retórica. Porque el punto atacado del gobernador (que tiene varios flancos) no pasó por su gestión ni por sus alianzas con  determinados sectores, sino por un par de palabras: “Cordobesismo y patio trasero”.
“Córdoba somos también nosotros, somos el centro progresista del país”, dijo Accastello, que en todo momento puso énfasis en los logros de la ciudad “gracias a Néstor y Cristina”.
Accastello se jugó su patriada, pero el interrogante es: ¿sin el PJ podrá ser candidato a la Gobernación?
Después del 27, según sus allegados, Eduardo saldrá a recorrer la provincia y muchos no descartan que el “pescado para todos” lo prepare a la Gallega. Son los rumores que recorren las calles de una ciudad que fue sinónimo de victoria para el Gobierno nacional, en una provincia que sigue siendo liderada (en materia de votos) por el “peronismo cordobés” y el radicalismo.
De la Sota, por lo visto, no considera a la Villa “el patio trasero” (como dijo), ya que en pocos días abrirá una casa a pocos metros del municipio. “Cada vez se acercan más al Palace Hotel”, dijo un colaborador de Accastello.
Efectivamente, por estos días se abrirá la casa de Córdoba en Villa María en Mendoza al 1100 y aseguran que será manejada por Marcelo Frossasco a través de una mujer de su confianza.
El cordobesismo busca entrar en territorio minado, sin embargo, no encontraron la fórmula para erosionar el trabajo del accastellismo que sigue cortando cintas en todos los rincones de la ciudad.
Hasta ahora, hablaron los políticos. El 27 se expresará el pueblo. De los resultados pueden surgir muchas nuevas historias. Ojalá sirvan para seguir construyendo puentes y derribando muros.