Detrás de un niño con sobrepeso o con obesidad, hay una alimentación errónea y un vacío de actividades físicas. Identificar primero, actuar después.
Hay que tomar conciencia de que controlar la alimentación y promocionar el ejercicio en la infancia es tan necesario como vigilar el sueño de los más pequeños y tan preciso como extremar las medidas de seguridad en un hogar cuando hay niños. Identificar las causas es la primera acción para corregir malos hábitos o prevenirlos. Los padres tienen que analizar su comportamiento en actitudes domésticas. Sus respuestas sinceras y críticas serán el primer paso que esquive la obesidad.
Respuestas afirmativas: ¡buena señal!
El siguiente cuestionario puede servir de guía para cumplir el propósito.
1.-¿Desayuna lo suficiente: lácteo o proteico, cereales (pan, cereales sin azucarar, arroz con leche, sándwich) y fruta? La respuesta debe ser afirmativa para todo. La fruta debe consumirse, aunque sea la mitad de una pieza o como acompañante del almuerzo. Ante la resistencia de los niños, hay que perseverar. Es necesario destinar 20 minutos para lograr la ingesta necesaria de nutrientes. Si es preciso, se puede alternar leche con yogures, tostadas con arroz con leche, fruta fresca con fruta desecada o, en ocasiones, en almíbar o en jugos.
2.-¿Incluye en la comida o en la cena una ración de carne, pescado o huevo a lo largo de los siete días de la semana? La proteína es necesaria para el desarrollo, pero en su justa medida; para los más pequeños son suficientes 70 gramos por ración y hasta 120 g para los mayores. En el cocinado de estos alimentos, las frituras no tienen que estar desterradas del plato, si bien el guiso, el asado o el cocido son fórmulas mucho más saludables para preparar el pescado, la carne y los huevos, además del jamón o el queso fresco.
3.-¿Se evita azucarar la comida más de lo necesario? A un yogur no es necesario añadirle azúcar ni a la leche cacao. Tampoco los jugos artificiales han de ser bebida corriente ni a los naturales les falta dulzor ni las tostadas precisan de miel. El sabor dulce nos acompaña de manera natural en la alimentación, multiplicar su presencia es innecesario, sólo disimula sabores.
4.-¿El agua es la principal fuente de líquido? Los niños, como los mayores, no tienen sensación de sed hasta que están sedientos. Mucho menos si en lugar de agua se ofrecen zumos, refrescos o bebibles de todo tipo. Un niño debe comer con agua. Incluso a la hora del desayuno se puede ofrecer un vaso para que beba algo.
5.-¿Se realizan cinco ingestas de comida? No hay que despistarse: el almuerzo y la merienda también son necesarios los días de fiesta. Por otra parte, la sexta toma es innecesaria: el vaso de leche antes de dormir no tienen ninguna propiedad admirable si a lo largo del día el niño ya ha tomado suficientes lácteos.
Respuestas negativas: ¡alarma!
Menos tele, menos videojuegos y menos consolas son órdenes costosas de dar, pero aliadas inconfundibles de la salud
Asumida la importancia de la nutrición, sabidos los alimentos aliados y reforzada la organización culinaria, es tiempo de sumar, o al menos no restar, en la segunda condicionante para evitar la obesidad: el ejercicio físico. Las preguntas ayudan a tomar conciencia de la pereza y mansedumbre que dirige la actividad diaria de los pequeños.
1.-¿Sube las escaleras en vez de usar el ascensor?
2.-¿Está menos de una hora delante de una pantalla, bien sea una consola, el televisor o la computadora?
3.-¿Destina la mayor de su tiempo libre a jugar o centrarse en cualquier actividad que no sea sedentaria?
4.-¿Camina sin quejarse, corre y salta, siempre que se opta por el paseo en vez del auto o el colectivo?
5.-Si realiza un ejercicio físico como actividad extraescolar, ¿acude con energía y ganas?
6.-¿Su actitud ante el esfuerzo físico es positiva?
Cada día es más difícil lograr que la actividad física forme parte de la cotidianidad, pese a todas las opciones de la vida moderna, que parece que adormece la energía. Si no se puede optar por una actividad programada, al menos hay que evitar que las actitudes sedentarias se impongan. Menos tele, menos videojuegos y menos consolas son órdenes costosas de dar, ante las cuales los niños se revelan, pero son aliadas inconfundibles de la salud.
El combate en positivo
Identificadas las causas -alimentarias, sedentarias o ambas- comienza la batalla contra la obesidad infantil, presente o futura. La familia se forma en equipo para vencer el exceso de peso o para prevenir el peligro que acecha. La ventaja es que la victoria es muy satisfactoria. Dicho en positivo, con hábitos saludables en la alimentación y un poco de ejercicio continuado, los resultados son, si no inmediatos, sí muy rápidos.
Un niño puede corregir sus malos hábitos y adquirir otros nuevos en el plazo de escasas semanas. Eso sí, con perseverancia y sin concesiones. Hay que lograr que lo afirmativo sea todo afirmativo y lo negativo, desaparezca.
Lic. Daniela Reyes
Nutricionista - MP 2116
Policonsultorios Amel
Departamento de Prevención y Promoción en Salud de OSPIL