“Es época de concursos en varias Fiscalías Federales, incluyendo la de Villa María.
Es quizás el momento donde las ONG que militamos estas temáticas de luchar contra el narcotráfico y la trata de personas cruzamos los dedos.
¿Por qué cruzamos los dedos? Porque nada es tan simple, nada es tan sencillo en las arenas grises del Poder Judicial.
El Poder Judicial es otro mundo dentro del mundo donde vivimos los ciudadanos -dije bien ciudadanos, no personas- que tiene sus propias murallas -a veces infranqueables- y sus propios códigos.
Ese mundo está atravesado por ideologías tan opuestas y diversas, que se contraponen y recorren los pasillos de los Tribunales disputando espacios y causas.
Y en medio de toda esa disputa estamos nosotros, la gente, y generalmente quienes menos pueden zafar de esa telaraña irrompible son los que menos tienen.
¿En qué nos afecta? ¿Cuál es la diferencia? Toda. Ejemplo: si un fiscal mira desde los derechos humanos, cuando vas a hacer una denuncia prioriza en la víctima, es increíble como en el acto pone ahí el huevo de oro, el esfuerzo, en la seguridad de la víctima. De lo contrario, el otro modelo de fiscal prioriza en el operativo, en la eficiencia del mismo, poniendo la seguridad de la víctima como un ítem más, medio al final.
Cuando un fiscal mira desde los DD.HH., el pibe, la pibita o quizás el adulto que anda con un porro en el bolsillo es la víctima, y el narco es el aquel que hace fortunas vendiendo muerte, es decir, mira hacia donde debe mirar, al que vende y distribuye la droga. En cambio, el otro estereotipo es el que considera que el chango que se fuma un porro es el que hay que meter en la cárcel para terminar con el narcotráfico y gasta tiempo y mucho dinero -del Estado, cabe aclarar- en una causa contra él y no sigue la línea hacia arriba. No persigue al narco de la vuelta, que vende muerte más tranquilo.
Hoy ya hay fiscales formados con perspectiva de género -pocos, que pena que sean pocos-.
Esos fiscales son los que piden que las mujeres en las cárceles accedan a los mismos derechos que los hombres, por ejemplo, estudiar y tantas otras cuestiones más que hacen la diferencia entre dignidad y violación de derechos por el mismo sistema.
Los otros, los del frente, consideran que el género es una cosa de mujeres y no una cuestión de igualdad de derechos, y reproducen las diferencias de un sistema que te da por lo que tienes, es decir, que los más débiles no tienen chance alguna de escapar del horror.
Vínculos -nuestra ONG- ha remado mucho la relación con los fiscales federales y a veces hemos padecido indiferencia, olvido, desprestigio y tantas otras cosas que son irreproducibles.
Como también de otros fiscales, hemos recibido respeto, visitas, llamadas periódicas, diálogo y mucha colaboración.
La fiscalía de Villa María está en concurso. Qué pena, María Virginia Miguel Carmona, que nuestra opinión no cuente para poder apoyarte, sostenerte y pedir de manera respetuosa y adecuada que no nos cambien la fiscal. Que no queremos que te vayas, que tenemos miedo de volver al principio y perder estos años de trabajo conjunto, donde las diferencias nos hicieron crecer y donde la mirada desde los DD.HH. nos permitió ir más allá de los papeles. Nos atendiste a cualquier hora, jamás cortaste una llamada, viajaste para apoyarnos, saliste de tu escritorio en busca de los que trabajamos territorio, qué pena que estas cosas que parecen pequeñas y que en realidad hacen la diferencia, no pesen en un concurso.
Vínculos en Red