A más de uno le ha pasado -y le seguirá pasando- que cree tener al día su seguro obligatorio del vehículo (auto, camión, ómnibus o moto) y en realidad no lo tiene. ¿Las causas? Muy simples. El no pago de la cuota o el tiempo vencido del seguro, son las principales.
Muchos creen que con haber contratado el seguro y tener la “tarjeta de vigencia” alcanza. Los hechos cotidianos demuestran que no. Es necesario acreditar el pago. “¡Ah, pero yo pago por débito automático!”, argumentan otros. Puede ser que así sea, pero es imprescindible para ello contar con el recibo de su compañía que acredite esa condición. Apelar a ello le da dos soluciones: una, que no se olvidará del pago. Otra, que al contar con el recibo original, nadie le objetará nada, ni lo multarán, ni le retendrán el vehículo, no tendrá dolores de cabeza, no se quedará a pie ni gastará sumas astronómicas para pagar la infracción y recuperar su vehículo. Y lo que es mucho mejor aún, es que no estará en descubierto ante las contingencias de responder por eventuales responsabilidades hacia terceros.