Ser madre es el don más precioso para la mujer. Desde la gestación la experiencia de ser mamá se agiganta día a día, creándose un amor inmenso. Los hijos le dan sentido a nuestra existencia porque son vida y continuidad de la humanidad. Los sacrificios y esfuerzos que por ellos hacemos se desvanecen con una sola sonrisa y con una de esas miradas llenas de dulzura y ternura que parecen que pudieran abrazarnos con sus ojos.
Han pasado muchos años, sin embargo recuerdo vívidamente el día en que nació mi primer hijo. Se veía tan chiquito y tan frágil. ¡Era hermoso! Un día que jamás se olvida y que cambia por completo la vida es el día en que nacen nuestros hijos.
Cuando después de largas horas de dolores y finalmente el parto, se sienten muchas emociones al mismo tiempo que son difíciles de describir: extrema felicidad, miedo, impotencia. Acababa de presenciar el milagro más maravilloso de la vida, el haber dado vida a otro ser. En ese momento poco importan ya los dolores por los que se pasa, las náuseas de los meses anteriores o la barriga que cambia poco a poco nuestro cuerpo.
Era perfecto, bello y tan pequeño. También nos damos cuenta de que ser madre no es algo que se aprende en la escuela o en la universidad. El arte de ser madre nace junto con el nacimiento de nuestros hijos.
Nos sentimos inútiles frente a los hijos recién nacidos. No sabemos cómo alimentarlos con el pecho; ni siquiera a veces sabemos cambiarle bien un pañal. Cuando los tenemos junto al pecho, sus grandes ojos nos miran fijamente, como si nos reconocieran. Se ven tan pequeñitos y tan indefensos. Parecen decir "no nos dejes solos, mami". De sólo pensar que dependen ahora totalmente de nosotras, asusta. En ese momento nos hacemos mil preguntas sin respuestas: ¿sabré ser una buena madre? ¿Sabré cómo cuidarlos? ¿Y si se enferman y no sé qué hacer para sanarlos? ¿Y si no sé criarlos?.
Pero el aprendizaje viene por sí solo a medida que los bebés van creciendo, de la misma manera natural en la que uno aprende a respirar: ellos nos enseñan a ser madres. Aprendemos a reconocer sus estados de ánimo, a saber cuándo tienen un cólico, cuándo están enfermos, cuándo lloraban por hambre o por qué tienen sueño, cuándo quieren jugar o simplemente tener una caricia nuestra.
Cuando nacieron mis otros hijos un año después, el segundo y años posteriores el tercero, las cosas fueron más fáciles. Por lo menos ya no me sentía tan inútil en el tema materno, los descubrimientos en mis nuevos hijos eran diferentes y llenos de nuevas esperanzas.
Ser madre me enseñó además a entender más a mi propia madre, como mujer y como amiga. Pronto aprendí también que todas las primerizas pasan por los mismos temores e inseguridades. Pero por sobre todas las cosas aprendí que Dios fue magnánimo al dotar a la mujer con el maravilloso don de ser madre.
Y en esos momentos de vacilación en que dudamos de nuestra función es bueno recordar que no existe la madre ideal, como tampoco existe el hijo ideal. Cada mujer tiene su estilo particular de ser madre: algunas disfrutan jugando, otras preparando comidas, otras inventando cuentos y canciones.
Lo esencial de la función de la madre no radica sólo en la cantidad de tiempo que se les dedica a los hijos ni en las distintas actividades que se realicen con ellos.
Ser buena madre no es no equivocarse nunca, no es entender siempre lo que le pasa a su hijo, no es tener todas las respuestas, no es estar siempre disponible, no es tener ganas siempre de estar con él… Entonces, ¿qué es? Ser buena madre es comprender las necesidades de su hijo, aunque no pueda satisfacerlas todas. Es entender que una de las necesidades de los hijos es tener una madre humana, con fallas y debilidades, para darles a ellos la oportunidad de reclamar, de pedir, de defenderse, de cuestionar, de expresar su insatisfacción, de equivocarse también, sin sentir que eso los hace peores como hijos.
Ser buena madre es desilusionar a los hijos y aunque duela, poder decirles: “Mamá es así, hay cosas que no sabe, hay cosas que no entiende, hay cosas que no puede…” y ayudarlos para que puedan buscar en otros lo que nosotras no les podemos dar.
Centro Integral de Preparación para el Parto
Patricia Rodríguez de Vodanovic
Lic. en Educación Física, Kinesiología y Fisioterapia
MP 5215 - rodriguezpatriciac@hotmail.com