Escribe: Juan Manuel Gorno
Casi como una coincidencia que se transforma en ironía, en la noche del debut de Héctor Machado, quien llegó desde inferiores, Alumni siguió ayer mostrando que no madura, que peca de inocente, que no da el salto de primera.
Aunque tuvo reacción y sangre caliente, el equipo volvió a perder, esta vez en Plaza Ocampo, y quedó un poco más hundido en la tabla, ardiente de bronca por lo que hizo mal o por lo que hizo bien y no lo demostró ante Rivadavia, que celebró el 2 a 1 a favor y se volvió a Venado Tuerto con sueños de clasificación.
El nuevo equipo de "Pelusa", diezmado por las siete bajas previas, quizás improvisado por las impericias que provoca el poco tiempo de trabajo, intentó jugar al ras del piso y doblegar al rival con la tenencia de la pelota. Sin embargo, tuvo los viejos vicios que se reclamaban al renunciante Julio César Toresani.
Fue un equipo sin sorpresa ni mecanización pulcra en sus movimientos.
Tuvo la primera chance clara del partido cuando el rival se adelantó y, de contragolpe, tras una gran maniobra individual de Santiago Aloi, generó un disparo del debutante Alejandro Jensen que terminó en la volada del arquero Hernán Santa Cruz. Pero esa fue apenas la única opción del primer tiempo. Poco para sobrellevar el peso de la necesidad del triunfo.
Es real que Rivadavia fue un adversario de fuste, ordenado en el fondo como primera consigna, aunque también inteligente para ganar espacios ante el adelantamiento del local.
No obstante, el visitante atacó recién cuando entendió que Alumni no sabía cómo lastimarlo, porque si bien Sebastián Godoy fue pura versatilidad, acompañado por la osadía del también debutante Daniel Ramírez, se lo buscó poco al enganche, Aloi, y los delanteros quedaron aislados.
De a poco, la movilidad del brasileño Fernando Alvez Machado y las estocadas verticales de Germán Lessmann empezaron a desnudar las falencias de Alumni en el fondo. Y a los 24 minutos, el ex-Colón de Santa Fe penetró en el área, enganchó ante Yocca y este le cometió penal.
Lessmann supo convertir desde los 12 pasos y, de ahí en más, se reabrieron las heridas en las tribunas villamarienses, colmando de impaciencia el escenario.
En ese contexto, antes del final del primer tiempo, Rivadavia no convirtió el segundo porque Scalzo, magnífico, le sacó un remate tremendo al central Damián Zadel, quien complicó cada vez que fue a buscar al área en las pelotas detenidas, al igual que el "Colorado" Federico Lussenhoff, aprovechando la diferencia de estatura con relación a los defensores fortineros.
El pedido desaforado de los hinchas locales por mejorar pareció surtir efecto en el arranque del segundo tiempo, cuando Alumni salió decidido a sumar más gente al ataque y a jugar mejor con Aloi, quien remató un tiro apenas desviado en el inicio de la etapa.
Sin embargo, en un contragolpe voraz, Alvez Machado puso el 2 a 0 a los 3 minutos y eso acrecentó la angustia en la "Placita".
En busca de un mayor peso ofensivo, "Pelusa" intentó con los ingresos de Gonzalo Baroni y otro debutante, Ulises Bonaveri. Alumni fue al frente sin la claridad suficiente para romper a una defensa rival que se sostenía por la personalidad del "Colorado" y compañía.
Entre tanto ir, el equipo villamariense encontró un regalo cuando Rotondo, de buen partido, llegó desde atrás luego de una corrida de Yocca y una embestida de Baroni, se llevó por delante la pelota y la metió en su propia puerta.
El descuento alentó al equipo fortinero, que tomó mayores riesgos y eso casi le cuesta muy caro cuando Lessman, luego de un error de Yocca, quedó solo y sacó un derechazo violento que hizo lucir a Scalzo nuevamente.
Al no poder liquidar el partido, Rivadavia se abroqueló cada vez más y Alumni metió como nunca, trabó, se movió, buscó.
Bonaveri, con un remate que pasó cerca, y Aloi, con un cabezazo desviado, estuvieron cerca de concretar una nueva hazaña del empate, como el último encuentro como local. Pero la derrota se sentenció sobre el final, después que Santa Cruz se quedara con otra embestida villamariense.
La desazón de la gente, pidiendo "que se vayan todos", despertó a los viejos fantasmas.
Es cierto que falta mucho, que Alumni tiene material, que necesita barajar y dar de nuevo desde lo táctico y desde el trabajo. Tan cierto como la realidad en la tabla, que lo deja allí abajo, más cerca del arpa que de la guitarra.
La figura
A los 39 años, Federico Lussenhoff aún tiene para "chapear" en esta categoría. Fue el líder de una defensa difícil de penetrar y despejó el riesgo de su zona. También jugaron bien los delanteros (Lessman y Alvez Machado). En Alumni, casi todos alternaron buenas y malas. Lo mejor fue Jonathan Scalzo.
El árbitro
Pobre trabajo de Damián Ghío, árbitro de Cosquín. No aceleró el juego como debía y se olvidó de aplicar la ley de ventaja en contadas oportunidades. Tuvo fallos incorrectos por un mal traslado en la cancha. Bien en las amonestaciones.