La Asociación Nazareth de la Casa Esperanza prepara el acto de graduación de 13 personas, quienes recibieron un tratamiento por su adicción a las drogas.
La directora de la entidad, Verónica Valentín, recordó que el año pasado fueron 16 personas quienes fueron dadas de alta. En esta ocasión, la ceremonia se llevará a cabo el próximo 9 de noviembre a las 19.30.
Marcos, un hombre de 34 años, se graduó recientemente y dialogó con EL DIARIO cuando se encontraba con la directiva de la institución, ubicada en la primera cuadra de calle Estados Unidos.
Contó que estuvo internado por sus adicciones durante seis meses en Río Cuarto. “Tras cumplir los objetivos de la internación en esa ciudad, volví a Villa María para estar en el Hospital de Día de la casa”, señaló.
Remarcó luego, que “con mucho esfuerzo y el acompañamiento de la familia y el trabajo del equipo, se puede salir adelante”.
“Ahora estoy muy bien, he podido cumplir con varias pautas que se plantean al inicio del tratamiento”, precisó el joven, quien agregó que “persigo reinsertarme socialmente en el ámbito laboral y en todos los que la vida misma implica”.
“Se puede salir adelante de esto. Los chicos que tienen problemas de adicción deben animarse, animarse a recuperar una vida sana, digna y hay que poner todo el esfuerzo en eso”, subrayó.
El entrevistado sostuvo que “mientras se aborde a más baja edad esta problemática es mejor, para no dejarla avanzar y evitar mayores problemas”.
“Se debe tener una calidad de vida”, sostuvo.
Marcos advirtió que el alta que consiguió es de modalidad supervisada, ya que “el tratamiento es de por vida”. “Se van cumpliendo etapas y se formó un nuevo contrato de reinserción con pautas nuevas”, aclaró.
Actualmente no tiene trabajo y está en busca. “Tengo algunos planes con mi padre para un emprendimiento laboral y lo estamos viendo”, especificó.
Consideró que el tratamiento para salir de las adicciones “es duro si uno se plantea que es duro, pero si se pone la meta de salir adelante y de superarse, las cosas no se hacen tan difíciles”.
En este sentido, precisó que “hay que ser abierto al diálogo, no esconder los problemas y contarlos porque, por lo general, quienes tenemos adicciones nos rehusamos a contar nuestros problemas”.
“Por no hablar de lo que a uno le pasa, se agrava. Hay que tener mucha voluntad para salir”, declaró.
Marcos comenzó a consumir a los 15 años y lo hizo hasta los 33, cuando ingresó a la comunidad terapéutica. “Llevo dos años de abstinencia”, recalcó.
“En el tratamiento descubrí por qué empecé”
Desde su experiencia, piensa que el consumo se inicia por experimentar, por conflictos familiares y otras razones. “Generalmente, uno descubre la razón cuando está en tratamiento, por ayuda de psicólogos y otros profesionales. Allí, descubrís realmente el por qué empezaste”, develó.
Fue categórico cuando dijo que por la droga perdió “muchas cosas”.
“Perdí trabajo, perdí familia. Me aisló de muchas cosas, también de los valores para vivir con dignidad”, confesó.
Fe, voluntad, amor propio y sobre todo conciencia de enfermedad, es lo que él dijo que hay que tener para poder escapar del infierno de las drogas.