En las costas del río Paraná, un 27 de febrero de 1812, el General Manuel Belgrano izó por primera vez la Bandera nacional. Hoy, justo en el sector de los hechos, una enorme construcción se alza en memoria de aquel suceso histórico. El Monumento a la Bandera, referente de Rosario, se encarga de los honores. A pasitos del agua, de plaza Belgrano y, por ende, del centro, la obra le añade a la ciudad una postal majestuosa. Sin dudas la edificación conmemorativa más bella e impresionante de Argentina y de las más notables de Sudamérica, el monumento atrae a visitantes de todo el país. Es llegar, ojearle la figura y, ya de lejos, quedar impactado.
Los datos técnicos dicen que fue inaugurado en 1957 (a pesar de que la idea nació a fines del Siglo XIX), que para su construcción se utilizó mármol travertino (proveniente de la provincia de San Juan) y que su diseño estuvo a cargo del arquitecto e ingeniero Angel Guido. Son 10 mil metros cuadrados que diferencian tres espacios bien definidos: la galería o propileo, la torre central con su grupo escultórico y el patio cívico, nexo entre las dos primeras.
Viniendo desde el centro, el propileo sirve como puerta de entrada. Una especie de santuario donde los homenajeados son los soldados muertos en combate y que incluye una urna con los restos de los granaderos de San Martín caídos en la batalla de San Lorenzo. De la misma surge una llama permanente, fuego cargado de significado que da ambiente a gesta. Las columnas ponen el lucimiento y las esculturas de las “Cuatro Américas” (la indígena, la colonial, la constitucional y la futura), referencias al continente y a los movimientos independentistas de principios de Siglo XIX. A tono con aquel espíritu, el subsuelo alberga la Sala de Honor de las Banderas de América.
En el meridiano del paseo, el patio cívico conecta los dos extremos. Se trata de un extenso paseo de escalinatas a cielo más que abierto, en el que brilla la escultura a la madre Patria. Este sector es usualmente utilizado para realizar espectáculos al aire libre.
Después aparece la torre central y sus 70 metros de altura. En su base se encuentra la cripta de Belgrano (aunque los restos del prócer no descansan en Rosario, sino en Buenos Aires) y en la punta un mirador al cual se accede por ascensor. Ya en la cima se aprecian espectaculares vistas de la ciudad y del río Paraná. Pegado a la torre hay un conjunto escultórico con elementos de fuerte carácter patriótico (“La Patria Abanderada”, “La Pampa” y “Los Andes” son algunos de ellos), y cómo no, un mástil desde el que ondea la Bandera nacional, muy celeste y muy blanca.
Hay que subrayar también la presencia del llamado pasaje Juramento, sector que desde 1995 acompaña al monumento con esculturas de Lola Mora y un espejo de agua.