En la Capilla Nuestra Señora del Valle de barrio Roque Sáenz Peña se practica la solidaridad en forma anónima y cotidiana.
Un grupo de mujeres se reúne diariamente a brindar una copa de leche a los niños del sector y, de manera frecuente, arma un ropero comunitario con distintas donaciones y una proveeduría con artículos de primera necesidad a precios bien módicos.
El objetivo principal de ese colectivo de personas que colaboran "ad honorem" es cubrir algunas de las carencias visibles de los vecinos y, en el mejor de los casos, "darles dignidad mediante una acción benéfica y que no sea puro asistencialismo".
Para ello, el grupo organizador prevé un sistema de reinversión del dinero receptado y acumulado que, en confianza, llaman "la ruedita". Paula Lozita, una de las colaboradoras, lo explicó a EL DIARIO: "Cuando organizamos una feria del ropero, les pedimos en la entrada a los vecinos que compren una bolsa de consorcio a $10. Allí dentro pueden poner la ropa que deseen y llevársela. Al igual que cuando armamos el almacén, a cada producto le cobramos entre $2, $4 ó $5. Todo lo recaudado va a un fondo especial, para luego volcarlo a la copa de leche o a la misma capilla".
La ayuda
La sede eclesiástica se encuentra instalada en calle Sucre desde hace 25 años, mientras que desde hace 16 funcionan el comedor y el ropero en la sala contigua. "En 1997 se decidió que el ropero de Cáritas, que funcionaba en la Canchita de Ejercicios Físicos, pasara a funcionar aquí", comentó Rosa Cortese, una de las primeras colaboradoras. Dentro del espacio se ofrece catequesis, la copa de leche a 50 chicos y en ocasiones se brindan talleres de oficios como bordado, tejido y panadería.
A su vez se desarrollan cruzadas especiales como la "campaña de la zapatilla", por la cual cada interesado en ayudar "se lleva el nombre de un niño y el número de su calzado, para luego poder darle más o menos lo que él utiliza", argumentó Paula.
Respecto a los gastos, la capilla debe afrontar los servicios de luz, gas, agua y hasta cordón cuneta. Consultadas sobre algún aporte diocesano, indicaron: "Cada parroquia se tiene que autosustentar". Asimismo, valoraron el apoyo, "desde siempre”, del padre Pedro Luchese.
El grupo de colaboradoras se completa con Cristina Lerda, Nélida Chiquita Gagliesi, Elva Manchento, Clara Degano, Olga Gómez, Jimena Balcaza, Rosa Lehman, Mary Bértola y Susana Kramer.