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27 de Octubre de 2013
Alicia Peressutti y la vicerectora de la UNVM, Cecilia Conci, viajarán a Roma
"El Papa es un amigo para mí"
La referente de Vínculos en Red se hospedará en donde habita Francisco
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La militante en trata dijo que los obispos Jorge Lozano y Damián Bittar son hoy los que siguen en Argentina el compromiso que tuvo Bergoglio en el tema

 

Es la re­fe­ren­te de Vín­cu­los en Red, una or­ga­ni­za­ción no gu­ber­na­men­tal de Vi­lla Ma­ría que tra­ba­ja en la pre­ven­ción y con­cien­ti­za­ción so­bre la tra­ta de per­so­nas. Ali­cia Pe­res­sut­ti via­ja­rá ma­ña­na a Ro­ma, in­vi­ta­da por el Va­ti­ca­no, co­mo “ob­ser­ver” en un se­mi­na­rio so­bre trá­fi­co hu­ma­no. Re­si­di­rá en San­ta Mar­ta, don­de ha­bi­ta el Pa­pa Fran­cis­co. Jun­to a ella irá la vi­ce­rec­to­ra de la Uni­ver­si­dad Na­cio­nal de Vi­lla Ma­ría a car­go del Rec­to­ra­do, Ce­ci­lia Con­ci, aun­que la di­rec­ti­va se hos­pe­da­rá en otro lu­gar.
Emo­cio­na­da, Pe­res­sut­ti re­ci­bió a EL DIA­RIO en su ca­sa y con­tó có­mo vi­ve es­te mo­men­to y qué sig­ni­fi­ca pa­ra la cau­sa.
“Fran­cis­co es un ami­go pa­ra mí. Cuan­do fue ele­gi­do Pa­pa, tu­ve el cui­da­do de no mo­le­star­lo, pe­ro le en­via­ba sa­lu­dos”, fue lo pri­me­ro que ex­pre­só.
-¿Qué sig­ni­fi­ca­do tie­ne es­te se­mi­na­rio pa­ra la te­má­ti­ca en la que us­ted tra­ba­ja?
-Ha­ce 20 años que es­pe­ra­mos que la Igle­sia pon­ga en agen­da la lu­cha con­tra la ma­fia, pe­ro en ac­cio­nes con­cre­tas, con in­ci­den­cia po­lí­ti­ca, por­que ha­blar es fá­cil, pe­ro hay que ha­cer. La lle­ga­da de Ber­go­glio al Va­ti­ca­no fue pro­fé­ti­ca. Un día an­tes que via­ja­ra a Ro­ma pa­ra la elec­ción del su­ce­sor de Be­ne­dic­to, me di­jo por co­rreo: “Nos ve­mos a la vuel­ta, Ali­cia”. Le res­pon­dí: “Car­de­nal, no nos va­mos a ver”. Y me con­tes­tó: “Ali­cia, siem­pre con ese mie­do a los avio­nes”. Yo sa­bía que no re­gre­sa­ría.
-¿Có­mo lo co­no­ció y cuán­do?
-(Se emo­cio­na) No voy a de­cir­lo. Fue ha­ce mu­chos años, pe­ro no voy a de­cir có­mo ni por qué. Y to­do lo que Vín­cu­los tie­ne se lo de­be a él, que siem­pre ha es­ta­do pre­sen­te con lla­ma­das, por mail. Es­te es el pri­mer se­mi­na­rio in­ter­na­cio­nal y con una in­ten­ción con­cre­ta de in­ci­dir en po­lí­ti­cas. Hay que ha­cer­lo, por­que la ma­fia avan­za a pa­sos agi­gan­ta­dos. En al­gu­nas oca­sio­nes uno crí­ti­ca la es­truc­tu­ra de la Igle­sia, pe­ro en es­te mo­men­to eso pue­de sos­te­ner una ac­ción con­cre­ta.
-¿Ber­go­glio siem­pre es­tu­vo in­te­re­sa­do en el te­ma?
-Siem­pre. Es­te Pa­pa es el Ber­go­glio de Bue­nos Ai­res, pe­ro con la po­si­bi­li­dad his­tó­ri­ca de ha­cer co­sas y ade­más con la in­ten­ción de con­cre­tar­las. Y bus­ca gen­te de tra­ba­jo en te­rri­to­rio que sa­be del te­ma o lo su­frió, co­mo yo: un na­die. Ha ele­gi­do pa­ra es­te se­mi­na­rio a to­dos “na­die”. Eso es to­do un sig­no.
-¿Có­mo eran sus en­cuen­tros con Ber­go­glio y con qué pe­rio­di­ci­dad se da­ban?
-Lo veía dos ve­ces al año y siem­pre es­tá­ba­mos en con­tac­to. Siem­pre fue el mis­mo. Me acom­pa­ña­ba a to­mar el sub­te. Me re­ci­bía en un lu­gar con las si­llas me­dio ro­tas, tal es así que yo le de­cía: “Po­dría­mos cam­biar de cue­ri­na”. Ha­bía un si­llón y dos si­llas y él siem­pre se sen­ta­ba en la si­lla. El es­cri­to­rio, to­do vie­jo. Siem­pre pre­gun­ta­ba si ha­bía co­mi­do y adón­de pa­ra­ba. Eran sus clá­si­cas pre­gun­tas.
- ¿Era fá­cil en­tre­vis­tar­se con él?
-Le da­ba au­dien­cia a to­dos los “na­dies” co­mo yo. Nun­ca vi a un po­lí­ti­co ha­cien­do co­la pa­ra con­ver­sar con él. To­má­ba­mos ma­te co­ci­do y me pre­gun­ta­ba si te­nía di­ne­ro. No me ani­ma­ba a pe­dir­le co­sas, pe­ro ca­da vez que las pa­pas que­ma­ron, es­tu­vo pre­sen­te.
- Mu­chas ve­ces al­gu­nos sec­to­res lo vin­cu­la­ron a la dic­ta­du­ra mi­li­tar. ¿Qué pien­sa?
-Nun­ca pen­sé eso, qui­zás sí que tal vez no hi­zo to­do lo que po­dría ha­ber he­cho, pe­ro hay que te­ner en cuen­ta qué car­go ocu­pa­ba en ese mo­men­to y qué po­día ha­cer des­de su lu­gar. Ha­bría que re­vi­sar las fo­jas de ca­da fun­cio­na­rio y ver qué hi­cie­ron en esa épo­ca... hay una ca­za de bru­jas y bru­jos en ese as­pec­to.
Pe­res­sut­ti cuen­ta que cuan­do re­ci­bió la in­vi­ta­ción del Va­ti­ca­no, no pu­do creer­lo. Antes, había pensado que no ve­ría más a Ber­go­glio. “Llo­ré egoís­ta­men­te cuan­do su­pe que era Pa­pa, por­que pen­sé que no lo ve­ría más”, re­me­mo­ró. Ase­gu­ró que an­te la in­vi­ta­ción se des­con­cer­tó, por­que “real­men­te no ten­go di­ne­ro pa­ra via­jar”, pe­ro el di­pu­ta­do Jor­ge Va­li­not­to le pa­gó los pa­sa­jes. Re­cha­za sus­pi­ca­cias cuan­do se le pre­gun­ta por las lec­tu­ras que pue­den des­per­tar el he­cho de que un po­lí­ti­co le abo­ne el via­je. “Siem­pre nos ayu­dó”, re­ma­tó. Lue­go co­no­ció que el Va­ti­ca­no se en­car­ga­ría de sus bo­le­tos, por lo que re­cha­zó la pro­po­si­ción de la San­ta Se­de. 
Tie­ne una va­li­ja lle­na de co­sas que la gen­te le ha da­do en los úl­ti­mos días pa­ra que Fran­cis­co las ben­di­ga. Uno de sus cua­tro hi­jos, Ya­co, le pi­dió que se lle­va­ra el co­llar del pe­rro pa­ra eso. Es­ti­ma que se reu­ni­rá con el lí­der de la Igle­sia en dos opor­tu­ni­da­des. Se de­fi­nió ca­tó­li­ca, pe­ro “con mu­chas cri­sis” y di­jo que le ha plan­tea­do sus du­das a Ber­go­glio. “El siem­pre me pi­dió tiem­po. Le he di­cho mi mi­ra­da so­bre la au­sen­cia de la mu­jer en la Igle­sia. Me es­cu­cha­ba. Nun­ca me tra­tó mal. Lo ima­gi­no un hom­bre de mu­cho ca­rác­ter y no me hu­bie­se gus­ta­do un en­fren­ta­mien­to”. 

"Una emo­ción enor­me"
 
En tan­to, Ce­ci­lia Con­ci, con­sul­ta­da ayer por EL DIA­RIO, di­jo sen­tir “una emo­ción enor­me” y agra­de­ció a Vín­cu­los por ha­ber po­si­bi­li­ta­do su pre­sen­cia en el Va­ti­ca­no.
“Es­pe­ro te­ner la opor­tu­ni­dad de sa­lu­dar al Pa­pa y fe­li­ci­tar­lo por sus ac­cio­nes, por el cam­bio pro­fun­do que rea­li­za, por­que no es me­nor que el Va­ti­ca­no en su pro­pio se­no tra­te es­tos te­mas, aun­que es ló­gi­co por­que co­mo car­de­nal siem­pre se ocu­pó de la tra­ta”, de­cla­ró. También consideró “muy valioso” desde lo institucional, “para una universidad del interior”, que su autoridad viaje a este seminario.
 
D.B.


 

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