Es la pregunta más repetida durante los primeros días. La mayoría de las madres primerizas piensa que si tiene sus necesidades cubiertas, el recién nacido no tiene por qué llorar. ¡Nada más lejos de realidad! En ocasiones, lo hace estando limpio, recién comido y tras haber recibido grandes y saludables dosis de cariño. Entonces, ¿cuál es la razón? Según los expertos, aunque los bebés vienen al mundo acompañados de un sonoro llanto, la mayoría lo hacen más a partir del tercer día de vida, porque durante las primeras horas están más somnolientos y menos hambrientos. Además, no hay que pasar por alto que, durante nueve meses, estuvo en un ambiente privilegiado. Al salir al mundo exterior y dejar esa vida llena de comodidades, es comprensible que, por momentos, se sienta solo y desprotegido. Así que a no desanimarse si el pequeño no para de llorar, los comienzos son difíciles, pero poco a poco se aprende a reconocer los tipos de llanto.
“Una horita más de sueño, por favor”
No sabe dormirse solo. El sueño es fundamental para el desarrollo del niño y los padres deben trabajar para que el bebé adquiera el hábito. Pero el patrón de sueño varía según la edad:
• El recién nacido suele dormir unas 16-20 horas diarias, en períodos de una a cuatro horas. Estas “tandas” se reparten por igual durante el día y, para tortura de los progenitores, la noche. Y será así hasta los tres meses.
• Esta vigilia intermitente se produce porque su sistema digestivo es tan pequeño que necesita alimentarse con más frecuencia que un adulto. Y por eso algunos pediatras recomiendan despertarlo cuando lleva más de cinco horas sin comer.
• A partir de los cuatro meses, dormirá unas 14 horas y, entre los 7 y los 12 meses, 11 horas concentradas por la noche.
Consejos
Aunque existen varias teorías sobre cuál es la mejor forma de crear una rutina de sueño, lo cierto es que lo más conveniente es aplicar a diario y con disciplina una serie de normas.
• Enseñarle la diferencia entre sueño y vigilia (que suele aparecer entre el mes y medio y los tres meses), dejando la casa a oscuras y silenciosa por las noches e iluminada y con ruido ambiente durante el día, incluso durante la siesta.
• Acostarlo siempre a la misma hora y tras realizar actividades que lo relajen, como el baño, un paseo, etcétera.
• Darle algo ligero de cenar antes de acostarlo.
• Dejar al niño un rato antes en la cuna para que aprenda a dormirse solo.
¿Cuándo dormirá toda la noche?
La mayoría de los bebés lo hace a los tres meses. Pero si gana peso con normalidad y tiene buen aspecto, no hay por qué preocuparse. ¡Cada niño tiene su ritmo! La mejor postura para él es boca arriba y durante los primeros meses cambiar la posición de su cabeza, alternando el lado derecho y el izquierdo en noches.
“¡Socorro! Este niño no come bien”
¿Leche artificial o materna? Lo habrás escuchado miles de veces: lo mejor para el bebé es la leche materna y la Organización Mundial de la Salud (OMS) la recomienda durante los seis primeros meses de vida del niño, ya que sus ventajas respecto a la artificial son muchas e insustituibles. Pero cumplir esa recomendación es hoy por hoy muy difícil, teniendo en cuenta que la licencia por maternidad dura sólo 16 semanas... ¡Y que él come cada tres horas!
• La alimentación complementaria se debe iniciar a los seis meses -todo depende de lo que recomiende el pediatra-. Los alimentos nuevos son los cereales sin gluten, frutas y verduras.
• En ningún caso se debe introducir el gluten en la dieta del bebé hasta transcurridos los seis meses. A partir de esa edad, además, se le puede dar un poco de carne: pollo y ternera. Para el pescado blanco esperar hasta los 9-11 meses.
• El huevo se administra por primera vez a los nueve meses como yema cocida y, si no se observa ninguna reacción alérgica, se probará con el huevo cocido entero cuando el pequeño cumpla un año.
• La leche de vaca entera y sus derivados se incorporan a partir de los 12 meses.
• Los alimentos empleados en la nutrición del lactante deben ser preferiblemente frescos.
¿Engorda bien?
• Desde que nace hasta que cumple cuatro días, el recién nacido hace su propia dieta de adelgazamiento. Normalmente pierde un 10% del peso que tuvo al nacer porque durante esos primeros días de vida elimina un líquido llamado extravascular. Este fluido se encuentra en los tejidos del pequeño “encharcándolos” (de hecho, por eso los recién nacidos nacen tan hinchados) y se expulsa de forma natural. Pero esta “dieta de desintoxicación” acaba muy pronto y el peso perdido debe recuperarse a las dos semanas.
• A partir de entonces, lo normal es que el lactante engorde unos 30 g al día de peso, durante los tres primeros meses de vida. Esto supone un incremento total del peso, al finalizar cada mes, de unos 900 g.
• En cuanto a su longitud, generalmente los bebés crecen una media de 3,5 cm por mes. Para cuando cumpla su tercer mes, el pequeño medirá 10,5 cm más que al nacer.
Y faltan los gases...
• Para “sacar” los gases, basta con darle unas suaves palmaditas o un suave masaje en la espalda. Si no lo consigue, intenta acostarlo boca abajo unos minutos y volver a levantarlo.
• Al eructar, el bebé libera el aire que haya tragado al llorar o comer. Pero en ocasiones, no necesita eructar (muchos lactantes que toman el pecho no tragan aire al comer). Así que no te preocupes si no lo consigue tras intentarlo durante varios minutos.
• Aunque, también se dan casos de algunos bebés que necesitan expulsar el aire antes de comer, especialmente si lloraron antes de su biberón.
Centro Integral de Preparación para el Parto
Patricia Rodríguez de Vodanovic
Lic. en Educación Física, Kinesiología y Fisioterapia
MP 5215
rodriguezpatriciac@hotmail.com
Bibliografía consultada:
Manual del recién nacido