El viernes se realizará la audiencia de conciliación dispuesta por la Justicia laboral de Villa María, en la que se resolverá si tras el juicio iniciado por María Teodora Perassi Silva, despedida de Tarjeta Naranja, llegan a un acuerdo de partes o directamente dirimen los reclamos en el juicio oral.
Así lo explicó el abogado de la mujer, Angelo Valenzano, quien indicó “que el caso va más allá del despido incausado, porque se enmarca en lo que se conoce como mobbing o acoso laboral”.
En diálogo con EL DIARIO, la joven mujer explicó que sufrió tratos despectivos de parte de sus superiores, encargados de la sucursal local de la tarjeta, a partir de “que comencé a realizar reclamos acerca de los derechos que teníamos y que no se cumplían”.
Ella ingresó a ese empleo en junio de 2008 y se desempeñó en el área de ventas hasta mayo de 2012.
“El primer año traté de aprender todo lo relacionado a mi tarea; quería mostrar mi potencial y evitar todo tipo de problemas”, señaló.
Para ello estudió a pie juntillas el reglamento interno del personal de la empresa “donde dice todo lo que está bien y lo que no se debe hacer. Lo cumplí, como corresponde, pero reclamaba cuando mis superiores no lo cumplían”, explicó.
El reclamo, al parecer, fue lo que irritó a sus jefes, “y más aún cuando después de un año de no tener respuestas, acudí a un superior”, dijo.
Lo que pedía Perassi Silva no era otra cosa que mejores condiciones de trabajo, según señaló. “Yo veía que el rubro viáticos del área ventas era importante, pero a nosotros no nos querían dejar ni movilizarnos en remise”, dijo.
“Teníamos que viajar a distintos pueblos y ciudades y no contábamos con las condiciones mínimas para desenvolvernos, como por ejemplo, comer en algún lugar un alimento sano o contar con movilidad más ágil y rápida. Siempre nos pedían que gastáramos menos. Y yo reclamaba porque veía que esa no era la política de la empresa, sino la de los encargados de esta sucursal”, agregó.
Así fueron sucediendo los meses y los años hasta que llegó el día que quedará registrado como un mal: el 19 de mayo de 2012.
“Ese día me presento a trabajar y me dicen que estaba despedida y, por lo tanto, no podía entrar. Desesperada, llamé al gremio (Centro de Empleados de Comercio) y a los medios, porque no entendía qué pasaba”, señaló.
Finalmente, cobró su indemnización por despido incausado, pero decidió seguir la instancia del reclamo por mobbing. “Lo necesito yo, porque no puedo guardarme esto que me causó y me causa daño y aunque me traiga consecuencias negativas, no voy a dejar de decirlo. Y también quiero hablar para que muchas personas que sufren maltrato o acoso en su trabajo no se queden calladas”, concluyó.
El 1 de noviembre será la audiencia. Allí se verá cómo sigue la causa en la que se reclama, además, por estar registrada por cuatro horas laborales mientras duró la relación de dependencia, a la par “que los objetivos de venta que les pedían eran para lograrlos en mucho más tiempo”, apuntó el letrado. Mientras tanto, la joven madre de dos hijos, profesora de educación física y estudiante de abogacía, sigue su vida dispuesta a no callar ante lo que considera una “injusticia”.
¿Qué es el mobbing?
Heinz Leymann, psicólogo, fue el primer experto europeo en dar una definición técnica del mobbing como “un proceso de destrucción que provoca la exclusión laboral”, de la víctima.
Está definido como una forma de violencia discriminatoria por parte de los superiores o del resto de los compañeros que afecta por igual a hombres y mujeres de todas las edades y que puede llegar a causar el hundimiento psicológico.
En la Argentina, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) del año 1998, se manifiesta un 6,1% de casos en los varones y un 11,8% en las mujeres, esto es, en cuanto a las agresiones físicas. En cuanto a los incidentes sexuales eran sufridos sólo por las mujeres en un 7%.
Iñaki Piñuel publicó un libro donde enumera los indicios por los que un empleado puede sentirse víctima de mobbing. Estos son los ejemplos que da:
“Mi superior se niega a comunicar, hablar o reunirse conmigo; me ignoran, me excluyen o me hacen el vacío, fingen no verme, no me devuelven el saludo o me hacen invisible; me interrumpen constantemente impidiendo expresarme; prohíben a mis compañeros o colegas hablar conmigo; inventan y difunden rumores y calumnias acerca de mí de manera malintencionada; me acusan injustificadamente o falsamente de incumplimientos, errores, o fallos, inconcretos y difusos que no tienen consistencia ni entidad real”.