Por Pepo Garay - Especial para EL DIARIO
En los bordes de la cordillera, al centro oeste del país, está San Juan. Provincia que cautiva en forma de paisajes y gente y que brinda en su capital una muy buena base de operaciones para salir a recorrer los muchos rubíes naturales de esta parte de Cuyo. Pero además, la ciudad en sí misma engloba varios atractivos que la hacen acreedora de una visita más extensa. En la plenitud del Valle de Tulum, San Juan vive rodeada de montañas y aridez. En medio de esos bucólicos dominios, el mapa urbano se alza como una especie de oasis. Moderna arquitectura y cantidad de arboledas y espacios verdes le describen la cara, con el sol siempre iluminando el andar por las amplias calles, plazas y avenidas. El tour incluye el encuentro con sitios históricos como la Casa Natal de Sarmiento o la “Celda” de San Martín y una vuelta por los alrededores, generosos en viñedos y quebradas.
Paseos con encanto,rincones con historia
El año 1944 es el año del terremoto que desgarró la metrópoli y obligó a reconstruirle la existencia. De ahí la juventud de buena parte de sus edificios, y de ahí también la vegetación que brota por doquier: tras el desastre, el municipio instauró un sistema de irrigación subterráneo. Los miles de árboles y plantas que se ven en el centro y allende son fruto del proyecto.
Tal acuarela se aprecia íntegra en lugares donde los sanjuaninos se pasean haciendo sociales, con esa suave tonada que los caracteriza. El Parque de Mayo (de cuatro hectáreas de frescura) y plazas como la 25 de Mayo, la Laprida, la Hipólito Irigoyen, la España y la Aberastain resultan los mejores ejemplos al respecto. Otras áreas ideales para absorber la cultura local son las peatonales Rivadavia y Tucumán. Cercando el ir y venir humano, llaman la atención a su vez íconos como el Centro Cívico (sede de varios ministerios provinciales), la Legislatura, la Catedral (con su torre de 50 metros, que sirve además de mirador), el Auditorio Juan Victoria (uno de los mejores en su tipo de toda Sudamérica) y el Museo de Ciencias Naturales, en el que destacan los restos de dinosaurios encontrados en el Parque Provincial Ischigualasto (donde reside el Valle de la Luna).
Bastante más significativos son los dos inmuebles declarados como Monumento Histórico Nacional que dejamos para el final: la Casa Natal de Domingo Faustino Sarmiento y el Convento Santo Domingo. Este último es famoso por haber alojado al General Don José de San Martín en el año 1815, justo antes del inicio de su campaña libertadora con rumbo a Chile y al Alto Perú. En el interior del edificio de talante colonial, se encuentra la habitación (llamada “Celda”), donde el prócer dio los últimos retoques a su plan emancipador. En la visita al Convento se puede recorrer además a la Sala Capitular (donde se reunían los religiosos) y el patio.
Por su parte, la Casa Natal de Sarmiento trae a la vida a otro de los argentinos que labraron los cimientos del país. Amado por unos, odiado por otros, el político y educador renace en cada uno de los muros de adobe, en cada una de las nueve salas que componen el museo. Todas ellas habitadas por muebles, libros, fotografías y demás efectos personales del mismísimo expresidente de la Nación.
Tras el paseo por el cemento, viene la visita a las agrestes afueras. Turno de los viñedos, de las bodegas, de los olivares. También del Dique de Ullum, y de la espectacular Quebrada de Zonda, con el Jardín de los Poetas, el Autódromo y la bodega de champaña incluidos. Los costados murmuran sierras y luz, mucha luz. La ciudad anda cerquita. Todo junto, sumado, hace San Juan.
