Escribe Silvina Scaglia, Lic. en Nutrición
Todos conocemos las reglas de oro de la buena alimentación: comer menos grasas y más frutas y verduras frescas. Sin embargo, obedecerles parece ser otro tema: la gente continúa deleitándose con comidas pobres en nutrientes a expensas de su salud y muchos ni siquiera saben que están alimentándose mal. Conozcamos un poco sobre cuáles son algunos de los mitos de la alimentación: los vegetales frescos son más nutritivos que los congelados. No es así. Cuando los vegetales son congelados inmediatamente después de ser cosechados, sus nutrientes se preservan intactos. Los productos frescos, por otra parte, pueden llevar días viajando desde que son cosechados hasta que llegan a la mesa, perdiendo las vitaminas a lo largo del trayecto. Las comidas que tienen la palabra light en la etiqueta son bajas calorías. No es así. Los productos de significado light no son necesariamente más bajos en calorías, grasas o colesterol que aquellos sin la etiqueta. Una torta light puede referirse simplemente a su textura más liviana. Hasta que este término no esté regulado por las organizaciones de salud, lea atentamente las etiquetas. Evite comer postre. Ni se le ocurra. El postre tiene nutrientes que no poseen las comidas principales y puede convertir a un almuerzo en una comida balanceada. Agréguele agua a la leche es lo mejor para disminuir la grasa. No. Lo único que conseguirá será una leche con sabor horrible. Si quiere tomar leche con poca grasa elija únicamente la leche descremada. La leche cultivada es mejor que el yogur. No. Cada gramo de yogur común refugia millones de bacterias vivas y activas, las que pueden ayudar a repoblar una flora intestinal. Las leches cultivadas ofrecen el mismo beneficio. El pollo tiene menos grasa que la carne roja. No es así. Algunos cortes de carne de vaca o de cerdo tienen menos grasa que la carne de ave.