Los medios de Hernando no dejan de hablar de Germán Destéfanis. Y no es para menos, ya que el vecino de la localidad, de 43 años, es uno de los nominados a "Empresario del año" por la revista especializada en temas económicos Punto a Punto, de la capital provincial. El crecimiento exponencial de su firma y la creatividad de su método de trabajo, entre otras cuestiones, lo llevaron también a las páginas del matutino La Voz del Interior, al que respondió con asombrosa naturalidad, desde la cumbre alcanzada: “Me recibí de ingeniero en sistemas en la UTN. Después entré a trabajar en una empresa chiquita, MET, que le desarrollaba sistemas al Grupo Roggio. Cuando esa empresa ganó la concesión de Metrovías, se formó Prominente, donde empezamos ocho personas y cuando me retiré habíamos llegado a 250”, recuerda.
–¿Prominente fue como una segunda universidad?
–Totalmente. Pude viajar mucho, incluso vivir en Estados Unidos, eso me abrió la cabeza. Siempre pensé que si algún día creaba mi empresa, debía generar valores diferenciales. El servicio de desarrollo de software es muy básico, el valor agregado es otra cosa.
–¿Cuál fue su último cargo en aquella compañía?
–Vicepresidente Ejecutivo hasta 2005, cuando decidí arrancar solo con un programador. Había palpado que en el desarrollo de software a medida del cliente había un hueco grande en el mercado. Me dediqué a empresas medianas a grandes que eran las que en ese momento podían pagar desarrollos a medida.
–Un punto central de la jugada.
–Hoy solamente las grandes pueden pagar desarrollos a medida, el resto se tiene que conformar con comprar un enlatado que hace lo que el enlatado dice y no lo que la empresa necesita. Con el modelo que yo cree, que se llama Gestión Operacional de Personas (Geopop), por medio de un teléfono celular le posibilitamos al cliente que utilice software de un modo muy económico pero con altas prestaciones. Tenemos 30 mil usuarios trabajando con ese concepto.
– Que no son 30 mil empresas...
–Están divididos en unas 100 empresas, hay firmas que tienen mil empleados y usan el Geopop y otras con 100 empleados, también lo usan.
–Ahora, vuelvo al caso de la Pyme, ¿qué espalda debe tener para contratarlos?
–Muy chiquita, la mitad del costo de un empleado. Pero además hay otra ventaja, si yo le doy esta solución a diez empresas de taxis, cada una me la enriquece, por supuesto que los datos son confidenciales, no se intercambian.
–Cuando se lanzó solo ¿qué fue lo que más le costó?
–Dejar de ser un programador de tecnología para convertirme en un pequeño empresario. Es decir, comenzar a renegar con los cobros, los pagos, los sueldos, los bancos, cosas que cuando era empleado no lo hacía, me dedicaba el ciento por ciento de mi tiempo al desarrollo de tecnología.
–¿Y conseguir los clientes?
–No, eso no me costó tanto, tal vez porque era conocido en el mercado.
–Si no hago la mal cuenta, usted eligió estudiar Sistemas a mediados de los 80. ¿Por qué?
–(Se le ilumina la cara) Yo nací en Hernando, ahí tengo mi familia. Cuando estaba en la secundaria, nos vinieron a vender un curso de computación ¡sin computadoras! Pagamos todo y nunca nos dieron el curso.
–Como que los estafaron...
–Sí, la cuestión es que quedé con tanta intriga de qué era la computación, que me fui metiendo cada vez más.
–¿Cómo es el perfil de la gente que usted ocupa?
–Divido a la gente en su perfil tecnológico y en su perfil personal. Lo tecnológico se aprende, lo personal, es de naturaleza humana.
–No hay horarios.
–Depende de cada persona y del objetivo. Otro secretito es que tenemos una persona dedicada a resolver los trámites personales de la gente, desde pagar una factura hasta llevar un niño al jardín. ¡Y los asados de los viernes!
–¿Para dónde va la tecnología?
–Me parece que se acentuará una fuerte penetración del software en los televisores. Y también en los electrodomésticos. Casualmente, tengo en la cabeza armar una empresa que combine la domótica con el software para casas. Ese es el mercado masivo que viene.
–¿Sus hijos se pasan todo el día en la compu?
–Mi hija no pero mi hijo sí, demasiado. Y eso no me gusta para nada.
Tiene apenas 43 años, 50 empleados y entre sus clientes figuran SanCor, Grupo Casino, Iveco, Clarín y Bancor.