Es­cri­be: Juan Manuel Gorno (en­via­do es­pe­cial) 

 

Las lágrimas, los gestos de impotencia y las pocas palabras inundaban los cuerpos en la salida de Alumni de General Pico, La Pampa. 

El equipo volvió a fracasar en su intento por levantarse ante el puntero Ferro, que lo derrotó 3 a 0 y le provocó una herida más profunda en su presente, que va de mal en peor. 

Fue la tercera caída al hilo del elenco villamariense, que sigue sin encontrar el rumbo en el aspecto colectivo y, en consecuencia, toda su voluntad se va transformando en impotencia, a medida que los rivales le desnudan sus falencias.

Desde el arranque, a los 2 minutos, en la primera situación sobre el área rival, el local encontró la tranquilidad con un tiro de esquina de Barzola que cayó sobre el segundo palo y llegó hasta la figura goleadora del defensor Emanuel González, que puso el 1 a 0 y blindó la confianza de su equipo.

Arrebatado desde el inicio, el equipo villamariense empezó a descontrolarse rápido, con desorden en el medio -con o sin pelota- y sin profundidad para sortear el vallado defensivo que armó Ferro para recuperar la posesión, armado con cinco hombres enfrente de su área para después saber utilizar los contragolpes mediante el potente Alexis Ramos o el veloz Emanuel Hermida, quien tuvo dos posibilidades para aumentar el marcador.

Sin ideas, Alumni no generó nada en ataque. Se acostó sobre lo que pudiera hacer individualmente Santiago Aloi, con cambios de velocidad por izquierda, o Sebastián Godoy, con pases largos desde el centro. Nada fue productivo, ni siquiera cuando una vez se soltó Juan Lapietra para mandar el centro que no pudo encontrar la embestida de Gonzalo Baroni.

Conclusión: el equipo visitante terminó el primer tiempo sin haber pateado un tiro al arco, toda una señal pobre para cambiar su destino frente a un equipo que tuvo prolijidad táctica y una línea de volantes interesantes, movedizos y sacrificados.

Para el segundo tiempo, Héctor Machado armó otro dispositivo. Tras la lesión de Hugo Yocca, metió a Fernando Sanjurjo para manejar la pelota con otro criterio y el equipo tuvo una mejoría.

Ante la sapiencia del enganche, el equipo oxigenó su juego y tuvo el protagonismo que le faltó por completo en el primer tiempo. Sin embargo, siempre faltó ese último toque vital para generar situaciones sobre el arco del seguro Matías Botto. 

“Pelusa” buscó mayor peso ofensivo metiendo a otro enganche (Mijhail Colombo) y asumiendo riesgos porque su equipo fue resignando defensores. Y Ferro debió continuar con su trinchera frente a Botto para revolear cada pelota que llegara cerca.

No obstante, en el mejor momento de Alumni, el local encontró el segundo gol con un contragolpe que encabezó Hermida y que finalizó Ramos, con un cabezazo por detrás de todos.

De ahí hasta el final, lo de Alumni fue impotencia, ganas de querer modificar el presente con ímpetu hacia el arco rival, envuelto en confusión, lo que nuevamente fue aprovechado por Ferro, con un gol (convertido por el ingresado Vasilchick) viciado de nulidad porque hubo mano previo a la definición.

La fiesta local se magnificó porque el “Verde” mantuvo la punta de la zona y se recuperó tras una derrota en Venado Tuerto. 

El dolor enorme quedó en el plantel villamariense, que no le encuentra la vuelta al torneo ni a su forma de jugar. Divaga en la cancha sin una manera convincente y, aunque no baje los brazos, está lejos de mostrar la madurez necesaria para ganar un partido, más allá de sus nombres.

 

La figura