Un municipio de seis mil habitantes necesitaría la producción de 44 litros diarios, 204 mil kilogramos de pollo y 48 mil de cerdo, 170 mil huevos y 876 mil kilos de verduras por año, según una planificación que trabajan los equipos técnicos de las delegaciones provinciales del Ministerio de Agricultura de la Nación. “Es la primera vez que estamos armando un plan en la Argentina”, aseguraron los especialistas al exponer
Tuvo un auditorio a pleno en el Rectorado de la Universidad Nacional de Villa María la charla debate por la Seguridad y Soberanía Alimentaria que organizaron el Instituto de Extensión y el Instituto de Ciencias Básicas y Aplicadas de la UNVM, contando con el auspicio del Registro Nacional de Trabajadores y Empleadores Agrarios (Renatea) junto al Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación y que derivará en una diplomatura sobre la temática el año próximo, según adelantaron.
Francisco Bianchi, por la cartera organizadora, dio la bienvenida en el evento que se concretó el pasado martes y dio paso a Darío Poncio en representación de Extensión de la UNVM.
A su turno, Carlos Rang (médico veterinario docente de la Universidad Nacional de Río Cuarto y técnico de Terreno del mismo Ministerio) planteó un panorama y cuestionó que “no se produce alimento si no es para renta y lucro” y marcó como “más que interesante que la Universidad se involucre en esta planificación”, refiriéndose al anuncio de la diplomatura.
También subrayó que “a veces se discute que quienes se deben hacer cargo son los gobiernos, pero existen empresas que monopolizan la producción y excluyen así a parte de la sociedad”. Se remitió a la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996 respecto al acceso físico y la posibilidad de acceder económicamente para satisfacer necesidades a fin de llevar una vida activa y sana de las personas, pero añadió la ampliación de ese concepto en la contracumbre que agregó que esos alimentos deben ser nutritivos y culturalmente adecuados, además de producidos en sustentabilidad, y desechando la utilización de estos como una compensación asistencialista.
Rang ratificó los derechos de producir de los productores y el derecho de decidir qué consumir de los consumidores, pero priorizando los mercados internos contra la prioridad de la exportación. A todos estos conceptos, el docente aportó gráficos y puntualizó a modo de crítica que la industrialización multiplicó la producción de alimentos, desde 1930, pero aseguró que “aun así no fueron más baratos ni se garantizó la llegada a la boca de los hambrientos”. En la pantalla, dejó ver el crecimiento de la cadena de comercialización y de transporte, un amesetamiento der proveedores y la disminución de las unidades productivas.
En el final, sostuvo que “la brecha entre pobres y ricos, si bien se mejoraron las condiciones de algunos sectores, ha aumentado”.
Criticó que “si se cumplen algunos presagios y la demanda de alimentos aumenta un 35%, incluyendo la transformación de alimentos en combustibles, se daría más concentración de riqueza, ya que 147 corporaciones controlan más del 50% de los alimentos. Y si los habitantes de China e India demandan consumir como un europeo o un estadounidense, vamos a tener un problema insalvable”. En la tendencia del consumo se debe trabajar culturalmente y en la posibilidad de acceder”, dijo, además de señalar que el 60% de granos en la Argentina los producen productores no dueños de la tierra; que 35 grupos manejan la tierra y cuatro o cinco las exportaciones, lo que aglutina el poder sobre los alimentos”, concluyó Rang.
Con propuesta
"Para abordar la soberanía alimentaria debemos plantearnos el autoabastecimiento local, ligado a la producción de los pueblos, revisando las producciones básicas y el consumo", expresó David Rosso, coordinador del programa Municipios Sustentables del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación - Delegación Córdoba.
Rosso, también médico veterinario, se plantó desde la consigna “El alimento como derecho social”. Llamó “a no dividirnos por pavadas”, se lamentó porque “nos cuesta organizarnos” y aseguró que “hemos comenzado a planificar”.
Ejemplificó que “un criadero de cerdos, además de ser rentable, tiene previsto el alimento para cada día, las vacunas necesarias y el control suficiente para que no sufra desnutrición. Todo medido, pero dónde está ese plan para nosotros”, se preguntó.
Para ese proyecto, añadió que “no es sólo cuestión de ver las necesidades de 40 millones de argentinos, sino la de 480 millones de latinoamericanos, porque no podemos despegarnos”, manifestó. Y en ese marco, aseguró que “el 80% de los mal nutridos son hijos de productores de alimentos. Por lo que no es un problema de producción, sino de distribución. Partimos de lo chiquito: municipios, después la región, luego la Provincia, la Nación y Latinoamérica”.
Pasó a explicar con esquemas la posibilidad desde una población de seis mil habitantes. Leche: 44 litros por habitante por día y por año; a 3 pesos (no 7 como en góndola), hay un ahorro de tres mil pesos diarios en la localidad; lo que se podría lograr con una inversión de 350 mil pesos para pasteurizar y ensachetar, creando además cuatro puestos de trabajo.
En el caso de pollos: 34kg/hab/año (204 mil kg/año), venderlo a 9,50 pesos el kg (y no a 12), ahorrando 1.400 pesos diario, generando cuatro fuentes de empleo y a partir de invertir 600 mil pesos.
Tras estos ejemplos, llegó el intercambio y el debate. Dos apostillas: uno de los concurrentes se expresó en total desacuerdo, con largo discurso; y la otra, que las respuestas llegaron desde la “tribuna” y no de los expositores consultados.
