La diabetes es un desorden metabólico, caracterizado por la hiperglucemia (azúcar elevado), provocado por la falta o disminución de actividad de una hormona llamada insulina, quien facilita la entrada del azúcar a las células.
La incidencia de la diabetes en Pediatría en nuestro país es de 6,5 por cada 100.000 niños menores de 15 años. Esta hiperglucemia sostenida en el tiempo puede afectar la visión, el corazón y sus vasos, los riñones y provocar hipertensión, entre otros. Es por ello que resulta fundamental el modo en que abordamos la terapéutica junto a la familia, ya que al ser un desorden de por vida, es muy importante remarcar los pilares del tratamiento: educación diabetológica, actividad física, alimentación, uso de insulina.
Educación diabetológica. Es primordial dimensionar que estamos frente a niños quienes seguramente deberán cambiar hábitos alimentarios, horarios y la dinámica familiar reacomodarse a los nuevos requerimientos. Incluye concientizar a esto niños y sus familias de la importancia de los monitoreos y controles, la prevención de las complicaciones, la importancia de la actividad física, así como el manejo de situaciones especiales, fiestas y viajes. Todas las medidas son dinámicas, debiendo adaptarse a las etapas evolutivas la transición a la adolescencia, donde los planteos y las problemáticas difieren. La concurrencia a grupos, talleres y campamentos suele ser enriquecedora, tanto en aspectos prácticos como emocionales. La educación del paciente sólo sirve si es un proceso continuo el que tanto el niño como el profesional deben trabajar para que la motivación no decaiga y se renueven las inquietudes. Es en este desorden como en ningún otro que la autonomía del paciente y su familia en las conductas y decisiones deben reforzarse y apoyarse.
Actividad física. Es otro de los pilares de la atención diabetológica. Debe ser controlada, aeróbica en lo posible y metódica. Sirve para mejorar los valores de glucemia, y prevenir el riesgo de enfermedad cardiovascular, igual que en el resto de la población.
Alimentación. El suministro de un plan alimentario por parte de un nutricionista, acorde a los requerimientos de cada individuo, es fundamental para el buen control de la glucemia. Una dieta equilibrada y sana no sólo es necesaria, sino que también ayuda en la prevención de complicaciones.
Insulina. La otra pata del abordaje de la diabetes es el uso de insulina, la hormona que nuestros pacientes carecen. Es primordial su uso para el buen manejo de la glucemia. Su uso, distribución y control, están a cargo del médico especialista.
Cada uno de estos pilares son insustituibles e interdependientes, de allí la importancia del trabajo en equipo.
La diabetes I no diferencia clases sociales. Está demostrado que con el tratamiento apropiado el pronóstico es excelente y los niños con diabetes pueden crecer, desarrollarse, tener una vida productiva normal, sin afectación de su expectativa de vida.
Dra. Soledad Noble