Escribe
Santiago Oliva (*)
Tanto en la Argentina como en el resto de América Latina, los gobiernos de turno fueron casi siempre amigos y cómplices de las obscenas empresas multinacionales.
En el ámbito de la minería, este fenómeno se repite desde los primeros ultrajes cometidos por los españoles en Potosí, donde la plata del cerro rico alimentó los bolsillos de los hombres más despreciables, capaces de enviar a la muerte en las minas a ocho millones de personas.
Van ya quinientos años de saqueos, hurtos, pérdidas ambientales, humanas y culturales que aparentan perpetuarse como nuestro destino único.
El 22 de octubre del año pasado, el Senado de la Nación aprobó una ley de protección de los Glaciares. Se trataba de un proyecto de avanzada, que prohibía la explotación minera y la liberación de productos químicos contaminantes en determinados lugares muy preciados para la humanidad.
Pero la norma afectaba los intereses de la canadiense Barrick Gold Corporation (la compañía más grande del mundo en extracción de oro) entonces la presidenta Cristina de Kirchner debió vetarla. Este fue otro eslabón en una larga serie de abusos mineros y traiciones políticas en la historia de América del Sur.
La Barrick Gold Corporation piensa extraer cada año, en el yacimiento de Pascua Lama ubicado en la provincia de San Juan (en la frontera con la hermana República de Chile), 615 mil onzas de oro, 30 millones de plata y 5 mil toneladas de cobre; para luego transportarlo al extranjero.
Los glaciares serán destruidos, el agua contaminada, la tierra dañada a perpetuidad; los hombres asesinados; el oro, la plata y el cobre llevados a las arcas de la empresa canadiense. Ningún argentino de buena voluntad verá algún provecho en ese crimen atroz.
Borges, en su relato titulado La Trama observó: “Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías”. Esta sentencia cobra una veracidad mayor cuando es pronunciada en América Latina; porque aquí los agravios sólo cambian de autor y de tiempo, siendo el reflejo de uno solo que vuelve incesante desde el pasado.
Nunca un proyecto minero tuvo en estas tierras un desenlace positivo; desde la aparición de los yacimientos de plata en Potosí, hacia 1545, la minería se convirtió en un martirio de los pueblos americanos.
Nuestra lucha debe ser revertir la historia, pero parece que nuestros gobernantes no conocieran lo que pasó en Ouro Petro, donde los diamantes hallados fueron conducidos a todos lados, provocando allí el hambre y la desolación; o no tuvieran memoria de la guerra minera que enfrentó a Bolivia y Perú contra Chile.
Esta constante maligna en la minería Latinoamericana debe ser destruida, por ello el proyecto vende Patria de Pascua Lama tiene que ser combatido.
No se trata de restringir el progreso, sino de proteger nuestras vidas y la de la tierra.
* Narrador y ensayista villamariense. Estudia Letras Modernas en la Universidad Nacional de Córdoba. Ha realizado publicaciones en diversas antalogías.
Durante el año 2008 comenzó a trabajar en su primera novela, a la vez que prepara un libro de cuentos.
Otras notas de la seccion Opiniones
Escriben los lectores
Escriben los lectores
Una historia, entre tantas
Los lectores también escriben
Lamentable
|