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17 de Noviembre de 2013
NOTA Nº 352, escribe Jesús Chirino
Villamarienses judíos
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Moisés Meik junto a la tumba de su padre, en el cementerio judío Villa María 2008

No puede pensarse la historia de Villa María sin el aporte de las diferentes culturas que, desde su nacimiento, sumaron a la construcción de esta ciudad. Entre esas vertientes que aportaron sus energías al gran caudal que hace navegar los sueños y las esperanzas de la sociedad villamariense, está la de los judíos que tuvieron un gran rol en el desarrollo del comercio local. Así lo recuerda Isaac Gornitz, a quien visitamos por esta nota. El nos dice que “en una época había como 150 familias judías en Villa María”. La realidad del presente es muy diferente. Gornitz, que nos atiende junto a su esposa Laura Gini, confirma que en la actualidad sólo quedan ocho o diez familias en la ciudad.

 

 

Nacimiento de la sociedad
 En aquella época se integraron formando sus propias organizaciones y sumándose a las que ya existían en esta sociedad. Así lo recuerda Moisés Meik, villamariense que actualmente vive en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Nos cuenta el caso de su padre, un hombre bueno y esforzado nacido en la frontera entre Polonia y Rusia, que aquí supo trabajar como peón rural cerca de Tío Pujio, luego desarrolló diferentes actividades llegando a ser un importante proveedor de hierros viejos. Terminó adquiriendo como propia esta tierra y sus costumbres. Como mucho de otros inmigrantes que compartían su cultura, tenía en claro conceptos como el agradecimiento y el arraigo. En más de una oportunidad, cuando llegaba uno de sus paisanos, generosamente le tendía la mano más allá de la beneficencia poniéndoles a disposición un camioncito para que salieran a ganarse el pan con lo que sabían hacer. Por su parte, apoyado en el mostrador de su mercería, Isaac nos dice que “la mayoría se dedicó al comercio” y, recuerda, que andaban por los campos ofreciendo sus mercancías. También nos da el dato de que uno de los primeros que vino fue el abuelo de Pablo Gornitz, que llevaba este mismo nombre.
Consultando documentos encontramos que siendo varias las familias judías en la ciudad, en el año 1925, dieron un importante paso organizativo. El 20 de septiembre se desarrolló la asamblea constitutiva de la Sociedad Israelita de Beneficencia Hebrah Keduchah, que llevó adelante una importante tarea en la comunidad villamariense. Luego de aquel acto, las autoridades de la flamante institución tramitaron la autorización legal ante el Estado provincial. Cuestión que lograron el 24 de diciembre de 1927 cuando les fue aprobado su estatuto mediante el decreto 19106 serie A, en el cual estampó su firma el entonces vicegobernador Hipólito Montagne, otorgando la personería jurídica a la sociedad. 
 
Propósitos 
En el año 1928 la sociedad imprimió su estatuto para entregar a todos sus integrantes y a quienes desearan saber cuáles eran los principios que guiaban la misma. Un ejemplar se guarda en el Archivo Histórico de la ciudad. En ese documento se dejó asentado que aquella primera reunión para desarrollar la asamblea constitutiva de la organización comenzó a las cuatro de la tarde. Los concurrentes se dieron cita en la casa de Abraham Beracasa que estaba situada en calle Mariano Moreno 163. Cuando los asistentes decidieron iniciar la actividad prevista, Jacobo Franco presidió el encuentro. Para el registro histórico es importante recordar los nombres de quienes debatieron aquella tarde en que se dio el primer paso formal para que Villa María contara con una nueva organización social. Estuvieron presentes Jacobo B. Esayag, Aaron Cohen, José Kanter, David Lurie, Elías Haim, Isaac Kirtchuk, Abraham Bagad, Alejandro Meik, Lazar Saúl, Jacobo Gladstein, Abraham Gladstein, Mauricio Gladstein, Pinjas Gladstein, Gregorio Feldman, Jacobo Coronel, Jacobo Alalu, Sabetay Maslia, Aarón Casado, Isaac Kleiban, Jaime Kleiban, Nisim Gambach, León Azubel, Bernardo Beker, Isaac Córdoba, Jacobo Córdoba, David Eli, Isaac Mehaudy, Isaac Alalu y Abraham Beracasa, todos mayores de edad.
Como podemos notar entre los asistentes a esa asamblea constitutiva encontramos a Alejandro Meik, padre de Moisés que nos cuenta que lo recuerda participando en otras instituciones de la ciudad como, por ejemplo, las cooperadoras de las escuelas donde estudiaba él y sus hermanos. Así es que Alejandro, que aprendió a escribir en la escuela nocturna con el maestro Vallejos, formó parte de las cooperadoras del colegio José Ingenieros y de la Escuela Terminal José Bianco.
Pero regresando a la constitución de la Sociedad Israelita debemos decir que los hombres que la organizaron le pusieron como propósito “hacer prácticas las doctrinas bienhechoras, humanitarias y caritativas, atendiendo y protegiendo a los socios y correligionarios desamparados y menesterosos, en la forma que la Comisión de Beneficencia, designada a este fin, así lo resuelva”, por otra parte aspiraban a que se difundiera “la enseñanza del idioma argentino y hebreo fundando escuelas, de acuerdo a los programas oficiales”. Pero no terminaban allí los objetivos que marcarían el trayecto de la sociedad, ya que los israelitas también se propusieron “adquirir un terreno para el cementerio social, el que será comprado a medida que los fondos de la sociedad lo permitan”. Otro propósito fijado a la flamante organización fue la de “fomentar y mantener el Culto Israelita, de acuerdo con el Rito Sefardí Latino”.
Esa tarde en la casa de la calle Mariano Moreno la Comisión Fundadora quedó presidida por Jacobo B. Essayag; José Kanter, vicepresidente; Isaac Kirtchuk, prosecretario, y Aarón Cohen, tesorero.
 
Desarrollo 
Algunos de esos objetivos llegaron a cumplirse, otros se desarrollaron en la medida de lo posible. Isaac vuelve a darnos un dato importante, nos dice que fue en el año 1926 cuando se fundó el proyectado cementerio. Mirando documentos encontramos que el 15 de septiembre de 1933, Jacobo Esayag, en carácter de presidente de la sociedad israelita, dirigió una nota al entonces intendente municipal Parajón Ortiz, mediante la cual solicitaba permiso para “la construcción de la portada en el cementerio local de propiedad de esta sociedad”. Acompañaba la solicitud un dibujo de lo que se proyectaba construir. Al día siguiente fue concedido el permiso. Por entonces la sociedad poseía su sede social en Mitre 182, así queda testimoniado en un pedido de exención de impuesto para un baile social que se eleva en junio de ese año. También en un documento similar de 1936, pero firmado por la Biblioteca Juvenil Israelita.
Durante la Intendencia municipal de Salomón Deiver, la autoridad municipal agradeció a la Sociedad Israelita la donación de 10 bolsas de cemento para la construcción de la “presa de embalse en el río Tercero”. También se le condonaron las deudas por impuestos por un inmueble en la manzana 40, de 18 metros de frente a calle Entre Ríos. Lugar de la sede de la Sociedad al 654 de la mencionada calle. Como testimonio de la actividad que allí se realizaba podemos mencionar que en 1942 mediante nota se solicitó permiso para realizar un concierto musical infantil con la orquesta de niños del Asilo Israelita de Huérfanos de Capital Federal, que pasaban por la ciudad antes de su actuación en la ciudad de Córdoba. En esa sede, además del templo judío, han funcionado diferentes organizaciones israelitas como la Biblioteca Macabi, datos que corroboramos con documentos escritos. Por su parte, a partir del relato de Isaac conocemos que en ese mismo lugar también tuvo vida la Escuela Israelita hasta el año 1975. Allí, por años, Laura dictó clases de hebreo. Ella nos aclara que “Hebrah Keduchah”, nombre de la sociedad surgida en 1925, podría traducirse como sociedad, grupo o comunidad sagrada. 
 
El último dato que nos entrega Isaac es que en la ciudad supieron coexistir dos sinagogas, “una donde ahora está el negocio de vinos Valfré” en calle Mitre y la otra en la mencionada dirección de calle Entre Ríos. Pero aquellos tiempos se han marchado, ahora las pocas familias que quedan deben hacerse cargo de mantener la sede social y religiosa y el cementerio que está en una parte lateral del cementerio La Piedad. La mayoría de las familias se han marchado tras el andar de los hijos que buscaron otros rumbos. Varios de ellos están en Israel, pero cada tanto alguno regresa a estas tierras donde sus ancestros desarrollaron parte de sus vidas. 

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