Una serie de reflexiones sobre la democracia en los últimos 30 años fue el eje de las charlas dadas por el filósofo Diego Tatián y el secretario de Políticas Universitarias Martín Gill en el cierre del Encuentro Nacional de Presupuesto Participativo.

El congreso, que reunió a representantes de distintos puntos del país, tuvo su broche de oro en la Medioteca con las disertaciones de Tatián y Gill. 

Entre los conceptos vertidos por el actual decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC, se destaca la idea de la democracia como “el gran mito contemporáneo, entendido el mito como el conjunto de sentidos que atraviesan las ideas y prácticas de una época”. 

“El mito de la democracia vino a suplantar al de la revolución, gran idea que atravesó los 60 y los 70 en Argentina y en América Latina”, afirmó Tatián.

El filósofo, expresó, en otro de los pasajes de la disertación, que “el kirchnerismo no se agota en un gobierno, produce efectos que no controla y eso es la política. Es el origen de cosas que se vuelven políticamente molestas para la gestión de gobierno”. Como ejemplo, puso la lucha de Famatina: “Lo más relevante es que la gente recupera su capacidad de actuar y de generar efectos por sí misma”. 

Por otra parte, señaló que existe en Argentina “un sector que se ha apropiado del concepto de República en su acepción más pobre, que es la de república como mecanismo para bloquear cualquier transformación”. 

En este sentido, citó a Maquiavelo y recordó que el conflicto es el motor de las instituciones republicanas, y denunció una “falsa retórica del consenso” que se utiliza para mantener un estado de cosas.

El intelectual destacó que la democracia “es una gran promesa de igualdad” y que la pregunta que debe plantearse es si “puede ser emancipadora”. 

“La democracia es la usina de nuevos derechos que buscan su inscripción en la ley”, aseveró, y puso como ejemplo la lucha por el matrimonio igualitario y sus raíces en la que tuvo lugar en los 80 por la Ley de Divorcio.

También se refirió a la temática de la corrupción y se manifestó contrario a considerarla como un problema moral. 

Por el contrario, planteó que la solución parte de la institucionalidad, ya que se trata de un “problema político”.

 

Construcción  permanente

 

A su turno, Gill afirmó que la conmemoración de 30 años de vida democrática es la celebración de tres décadas de “democracia como forma de vida social, como construcción colectiva” que no puede reducirse al ejercicio del voto.

“La tarea de democratizar una sociedad es una construcción permanente que debe hacerse todos los días en la sociedad y en el mismo Estado”, afirmó el funcionario nacional y diputado electo.

El titular de Políticas Universitarias hizo un repaso a las distintas etapas de nuestra democracia. La primera, en los 80, la definió como “una etapa refundacional en Argentina, con una enorme esperanza”. 

Recordó el “rezo laico” de Alfonsín en el que pregonaba que con la democracia se come, se cura y se educa, como un ideal de construcción democrática superador del acto electoral.

La segunda etapa, la centró en los 90 hasta el estallido de 2001. La definió como la de “sistema democrático alienado por el neoliberalismo”. Subrayó la pérdida de derechos y conquistas sociales y la reconfiguración de la relación entre Estado y mercado. Por contraposición, marcó la tercera etapa hasta nuestros días, marcada por el resurgir de la crisis, el desendeudamiento, una mayor soberanía y la ampliación de derechos políticos, sociales y económicos. 

Para concluir, expresó: “El desafío es avanzar en una democracia más real. No hay más democracia si no hay mejor democracia, el gran desafío es hacer una Latinoamérica más justa, más igualitaria y más inclusiva”.