Escribe:
Miguel Julio Rodríguez Villafañe

La Revista Extra Nº 178, de abril de 1980, con un lenguaje del juego del Truco, titulaba “Somos pie y tenemos el as de espadas”, al reportaje que le había hecho Bernardo Neustadt, al entonces presidente de facto general Leopoldo Galtieri. En dicha entrevista, el periodista le preguntaba al general: “Usted dijo ‘las urnas están guardadas y bien guardadas’”. A lo que el entrevistado contestó, “Creí ser claro. Estas palabras las expresé nada menos que en el Colegio Militar de la Nación, delante de cien coroneles, jefes y oficiales”.
Duele aún hoy sentir esa jactancia autoritaria que se vanagloriaba de poder decidir, entre otras cosas, el secuestro de las urnas. Se las encerraba, para que no pudieran contener y garantizar la voluntad de la ciudadanía. Era el “as de espadas” impuesto por la fuerza. Muy doloroso.
Las urnas electorales son el símbolo de la democracia en ejercicio que, obviamente, el Gobierno de facto no toleraba.
La historia democrática las ha reivindicado y pudieron salir de su encierro en 1983. Ellas eran marrones, de madera, muchas muy deterioradas y en su matriz permitieron canalizar la democracia que hoy tenemos.

En manos de las escuelas. Como juez federal Electoral de la provincia de Córdoba, que asumí en 1984, traté de ir arreglándolas, pero muchas de estas viejas compañeras de la voluntad popular estaban en mal estado y de difícil compostura para continuar en uso para nuevas elecciones. Me resistía a que se las descartara y se las eliminara, como madera en desuso. Así, en julio de 1985, solicité a la Dirección Nacional Electoral que se me autorizara a donar 1.756 urnas deterioradas, a la provincia de Córdoba, para que cada una de ellas tuviera un destino en las escuelas de la provincia. Aspiraba que los niños las tomaran como abuelas, con historias de voluntad popular, que merecían ser arregladas y cuidadas. Debían conservarse como representantes visibles de anhelos democráticos depositados en ellas. Tal vez, en algunas ocasiones, desfilar los niños, niñas y adolescentes, con la urna electoral, al lado de la Bandera. De esa manera, las nuevas generaciones podían significar la importancia de una bandera que cobija la voluntad de la ciudadanía, que se expresa y resguarda en las urnas.
La Nación autorizó la donación y el 23 de septiembre de 1985, por Decreto 5.303, el gobernador de Córdoba sostuvo, que las urnas “serían de suma utilidad para fines docentes ya que no sólo servirían como un símbolo del sistema democrático que queremos forjar indeleblemente, sino que además, se transformarían en potencia y vida de cada niño que se eduque cívicamente en ellas”. Se aceptaron, entonces, las 1.756 urnas, con destino, “cada una de ellas, a una escuela dependiente de la Secretaría Ministerio de Educación”. El acto de entrega fue emotivo y estuvieron presentes delegaciones de escuelas de toda la provincia, de los niveles Primarios, Secundarios y Superiores. Ojalá que las escuelas a las que fueron a parar dichas urnas, las tengan hoy bien conservadas y a la vista de los educandos.
Asimismo, las urnas electorales de madera, toman particular significancia ahora, ya que ese formato se utilizó en el país, hasta fines de los años 80 y ya no se emplean más. En este momento se arman urnas de cartón y pronto estarán las llamadas urnas electrónicas.
Razón por la cual, me dolía y duele ver, que muchas de las urnas electorales de madera, usadas hasta 1983, en la Justicia Federal de Córdoba, actualmente, se las empleen de cesto de papeles, cubo de basura, apiladas para asentar expedientes, de maceteros, acomodadas como escalera o para otras utilidades, que no le hacen honor al respeto que merecen, por la historia que han contenido y lo que representan.

Foro a 30 años. Este año, en el Foro organizado por la Municipalidad de Córdoba, “Hacia 30 años de democracia en Córdoba”, al que pertenezco, propuse que se reivindicara a la urna electoral de madera, en esta ocasión, en la que se festejan las tres décadas ininterrumpidas de democracia. La moción fue acordada unánimemente y enriquecida por todos los integrantes del Foro. El proyecto que se aprobó, pretende “configurar una exposición que potencie y problematice la capacidad significante de un conjunto de 30 urnas electorales antiguas, que se encuentran en desuso, pertenecientes a la Justicia Electoral. Para ello se propone la recuperación e intervención de las mismas, en el marco de las actividades culturales vinculadas al Foro”. A los efectos de lograr el objetivo, se invitó a participar a artistas, para realizar intervenciones sobre las antiguas urnas electorales y luego, exponer “las urnas intervenidas resultantes de los proyectos seleccionados en distintas salas de arte de la provincia”.
También, el municipio de Quilino, de la provincia de Córdoba, se ha hecho eco de mi preocupación e incorporará urnas electorales a su museo “Casa del Bicentenario”, rescatando el significado democrático que implican.
Es importante, además, que se busque rescatar las urnas electorales de madera que existan, en Juzgados Electorales o en la Dirección Nacional Electoral, y se las destine a escuelas o museos, para sacarlas del olvido y la oscuridad y por supuesto, evitar su destrucción.
Tener memoria y recuperar símbolos con contenido democrático, nos ayuda a anudar la historia común trascendente que debemos rescatar.

* Abogado constitucionalista