“La venta está flojísima”, fueron las primeras palabras de Juan Carlos Acosta.
Parado en la esquina de la escuela Nicolás Avellaneda, el hombre ofrece diariamente su mercadería. Sandías y melones “de los mejores”.
“Salgo a buscar el pan de cada día, vendo 50 sandías y con eso vivo. Al día... así vivo.”
Acosta no sólo enfrenta los avatares de un verano inmerso en la crisis mundial sino también la acción de los inspectores municipales.
“La Municipalidad no me deja trabajar tranquilo. Los inspectores dicen que no puedo trabajar, me hacen el acta y me decomisan.”
No es la primera vez que Acosta reclama por su actividad. Su puesto tradicionalmente estuvo en el bulevar Sarmiento y es el punto que más le gusta. “Me vine aquí (por la esquina en la ruta pesada) pero no pasa nadie”.
“Siete veces me decomisaron y a mí me quitan 20 sandías y me cortan los brazos”, comentó Acosta.
Bajo el sol de la mañana, recordó los avatares de su actividad.
“No tengo bolsones, no recibo subsidios, mantengo mi familia. Alquilo y tengo seis hijos y vivimos con lo que yo salgo a buscar cada día. Pero siempre tengo problemas con el puesto de Sarmiento y el ferrocarril.”
Las sandías están a la vista. Las ofrece pero está duro en un punto donde sólo pasan camiones que no se detienen.
“Si uno vendiera bien no estaría renegando, me alquilaría un local y listo. Pero, hoy los alquileres están arriba de los mil pesos y yo no puedo afrontarlo.”
En el transcurso de la charla, Acosta remarcó una promesa que le hicieron tiempo atrás.
“Me prometieron (en la Municipalidad) que me iban a dar cinco mil pesos para que me abra una verdulería pero nunca me dieron nada.”
“Sandías de las mejores, melones...”
“Yo ando por la derecha, con la sandía trabajás nada más que dos meses.”
Ofreciendo sus productos en la esquina de la ruta pesada busca sacar veinte o treinta pesos para llevar a su hogar. Para darle de comer a sus hijos.
“La venta está flojísima.” Las palabras quedaron enganchadas en un cajón de los que transporta de un lado a otro.
Es parte de una realidad de nuestra querida Villa.