“Lo escribí porque poseo una gran memoria, pero básicamente lo hice para honrar la vida, como nos recomienda Eladia Blázquez", explicó el autor de “La 68”, una historia de la promoción del Colegio Nacional de ese año.
Es la mirada de aquella escuela y de aquellos años de uno de sus egresados, el hoy psicoanalista Alberto Kestli.
El libro, que fue “escrito virtualmente durante 50 años y realmente hace cuatro”, según su autor, fue presentado el sábado en consonancia con la restitución del nombre histórico al IPEM 275.
Kestli, miembro de una conocida familia villanovense, es puntual concurrente a los encuentros que cada cinco años realiza la Promoción 1968 del Nacional. Dueño de una prodigiosa memoria, comenzó a ser el reservorio humano de todas las anécdotas de su camada y luego pasó a coleccionar fotografías.
Fue sólo un paso ponerse a escribir la historia de su grupo y, con ella, la del colegio, que en aquella década aún funcionaba en un viejo edificio adyacente a la Iglesia Catedral, donde hoy se halla un paseo semipúblico.
“Escribirlo fue algo apasionante -describe el autor- porque esa promoción fue algo muy especial, en un década también especial. Como dice un filósofo, fue una época acontecimental, es decir, que sucedían cosas todos los días: el hombre llegó a la Luna, se inventó la píldora anticonceptiva, surgieron Los Beatles, se hizo el primer trasplante cardíaco, derrocaron a Illia, mataron al ‘Che’. Cada momento de nuestras vidas su puede asociar a un hecho histórico”.
“Además -dijo Kestli en una entrevista con EL DIARIO- fuimos testigos de un colegio magnífico e inclusivo. Por ejemplo, recibía a todos los repitentes de otras escuelas, pese a que había nacido como un colegio de elite. En los años que yo estuve, sólo del Liceo General Paz recibió a 16 alumnos y a muchos de otras escuelas locales”.
“Era un colegio con profes rebeldes, que a pesar de que estábamos en dictadura, nos enseñaban las teorías de Carlos Marx, por ejemplo”, evoca, y destaca que “tanto los estudiantes como los profesores pasamos por el Nacional, como dijo Eladia Blázquez, honrando la vida”.
“Por supuesto que nos mandábamos nuestras travesuras, pero a la vez aprendimos allí a amar la literatura, de la mano de docentes como Antonia Izzo, que me hizo el enorme honor de prologar el libro”, continuó.
Explicó que “este texto contribuirá a promover la identidad de nuestro colegio. La identidad es fundamental, tanto para las personas como para las instituciones. A mí en el Nacional me apodaron ‘la Chiva’ y cuando alguien me nombra como Alberto Kestli, no me conocen, pero si le dicen ‘la Chiva’, inmediatamente exclaman ‘ah, la Chiva’”.
Por otra parte, destacó que “en 1969 se realizó el primer curso de ingreso en la Universidad Nacional de Córdoba, y el ciento por ciento de los egresados de 1968 que decidimos estudiar en esa casa de estudios, ingresamos, lo que da la pauta de que salimos de un buen colegio”.
“La 68” consta de cuatro partes. La primera está dedicada a lo que recuerda de su paso por el colegio y a los acontecimientos de la década. La segunda, titulada “Amarcord”, es un homenaje a los cines, “porque prácticamente vivíamos en los cines”.
La tercera sección se llama “Bonus track” y relata los encuentros posteriores al egreso, donde además de religiosos encuentros lustro a lustro, concretaron dos viajes “de estudio” más, uno a Salta y otro a Merlo, San Luis.
La última parte la denominó “A mi manera” y es muy breve. Evoca con precisión los olores y colores del aula. Kestli no sólo tiene fotográficamente memorizado cada uno de los lugares que ocupaban sus condiscípulos, sino también quién usaba Valet de Gilette, quién hablaba de determinada forma y cientos de detalles más.
El sábado, en la segunda parte del acto en el edificio de Santiago del Estero y Belgrano, Kestli culminó su presentación del libro y arrancó el cantante Lucas Arregui con su versión de “Yesterday”, de los fabulosos cuatro de Liverpool. Fue suficiente para que la emoción brotara de todos los presentes.
Los de la Promoción 1968 siguieron el festejo en la Casa de la Amistad, en el Parque Pereira y Domínguez, hasta el amanecer del domingo. Junto a ellos, la profe Antonia Izzo de González, con juveniles 89 primaveras.