Regresó al campo de juego, en realidad, siempre estuvo marcando la cancha, con toda la iniciativa que la caracteriza, una mascota bolivariana, un cambio de estilo y disparó litros de tinta en los titulares de todos los diarios, infinidad de palabras en los medios audiovisuales y una pila de números en las planillas de los encuestadores.

Cristina volvió una noche de noviembre y desató una tormenta de pasiones en las tribunas, las plateas y los integrantes del equipo.

Su regreso, a la luz de los sucesos de noviembre, fue cuidadosamente preparado. El video filmado, en la intimidad de Olivos, por su hija causó furor y en pocos minutos el perro Simón fue una estrella en el universo tuitero.

Apareció su imagen, con camisa blanca y saquito negro, y opacó a la mayoría de los opositores que tuvieron logros significativos en las urnas el pasado 27 de octubre, pero no tuvieron tiempo suficiente para disfrutarlos.

Es que todo en la noche del lunes 18 de noviembre fue parte de lo inesperado. Y el asombro estuvo presente en cada uno de los integrantes de su equipo que no tenían idea de las decisiones cocinadas por la presidenta en su período de convalecencia y meditación.

“Los cambios se manejaron en un círculo cerrado y con total hermetismo. Abal Medina se enteró de su partida minutos antes del anuncio”, comentó un conocedor de los despachos de la Casa Rosada.

El dirigente elogió “la capacidad y la estrategia de la presidenta” para encarar esta nueva etapa de su Gobierno.

En principio, cuando Cristina se mostró en su living hablando de su operación, agradeciendo la carta de un joven macrista, en medio de rosas (regaladas por Hebe), un pingüino de peluche y un tierno perrito, muchos de sus colaboradores quedaron desorientados. 

Algunos intelectuales se pusieron a buscar señales y los opositores cargaron sus dardos digitales para “hablar de la frivolidad femenina y el populismo”, las frases más utilizadas a la hora de criticar las acciones presidenciales.

“Es increíble”, gritaron en medio de los sonidos del silencio. “No dijo nada sobre la derrota en las elecciones, los problemas del país, la inflación, etcétera, etcétera”. 

A la oposición, el preparado discurso de “mal venida” le duró poco. La sinfonía del regreso recién empieza y faltaban los otros movimientos, los que provocaron nuevamente los rostros de asombro de propios y extraños.

Los que dejaron en claro, por  si alguien lo dudaba, que la presidenta había vuelto con todo su potencial, ese poder de decisión que sorprende, alegra, enoja, pero jamás pasa desapercibido.

 

Una forma diferente

“Creo que se presentó un nuevo estilo de gobierno, profundizando las medidas de fondo, pero cambiando la forma, que es realmente lo más cuestionado”, dijo nuestro interlocutor en la cálida tarde de uno de los días del fin de semana largo. Y enseguida remató: “La presidenta está bárbara, se la ve muy bien (de salud).”

Sin duda, se observó en el transcurso de la semana un cambio de estilo, una nueva manera de comunicarse con la sociedad.

Después de que Alfredo Scoccimarro anunciara los nuevos vientos en el Gabinete, los análisis fueron el plato principal de las mesas de la política.

Y en el centro de los comentarios estuvo el nuevo jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. La mayoría de los que transitan los senderos del peronismo y conocen su sistema de juego vieron la llegada de Capitanich como una fuerte señal al movimiento creado por el General.

Capitanich es PJ de raza, tiene una fluida relación con los gobernadores, es dedicado al  trabajo “las 24 horas” y tiene capacidad de gestión.

Desde que asumió el pasado miércoles, su sello ya está  marcado en el césped. A primera hora de la mañana empieza el día con una acción tras otra. “Coqui” habló con la prensa, prometió hablar siempre y echó por tierra una tradición de “silencio de radio”.

“‘Coqui’ es una decisión  joven (cumple 49 años el 28 de noviembre), con mucha experiencia de gestión. Su rol ya pudo verse en sus primeros días, construyendo diálogo con todos, con los periodistas, con los ministros, con los sindicalistas”, precisó nuestro interlocutor en una charla informal.

Lo que se percibe es la nueva dinámica que tendrá la Jefatura de Gabinete. Un rol que le marca la Constitución del año 1994, una de las ideas de Raúl Alfonsín y que, hasta el momento, no había sido ejercido en su verdadera dimensión.

El flamante jefe de ministros ya anticipó que dará los informes correspondientes al Congreso, coordinará el trabajo con todas las dependencias y aportará con sus conocimientos a la toma de decisiones en la política económica.

Son nuevos aires y el tiempo se encargará de revelar los resultados. Vientos de cambio definidos por la presidenta tras su reposo. Pensados en calma y sin la aceleración que durante años le impuso el día a día. Cristina tuvo tiempo para  armar su estrategia y la armó.

Capitanich usa el traje a la medida del peronismo. Fue el jefe de Gabinete de Eduardo Duhalde y ocupó un cargo en la década menemista. Se mostró a la par de Néstor Kirchner desde la primera hora y estuvo cerca de ser el candidato a vicepresidente de Cristina en 2011.

Ciertos analistas sostienen que Capitanich es una forma de opacar a Daniel Scioli. Hoy, no lo parece.

Las primeras movidas del chaqueño hacen presumir una vuelta de tuerca relacionada en forma específica con la gestión y no tanto con la interna partidaria que se jugará a su debido tiempo y acorde a los frutos que el contador obtenga. 

Coqui tiene la oportunidad de sembrar a nivel nacional, pero para la cosecha falta mucho.

El PJ vio con buenos ojos la llegada de uno de los integrantes de la liga de gobernadores a un lugar clave en el Gabinete.

Es posible que esto genere mejores relaciones con los mandatarios enfrentados con la Nación, entre ellos el gobernador José Manuel de la Sota, que anduvo por China.

Por ahora, Capitanich sigue llevando adelante reuniones  con ministros, no se tomó feriado y ayer estuvo con el titular de la cartera de Educparaque ación.

Coordinación y diálogo, serían las consignas del nuevo tiempo que tiene un fuerte desafío en materia económica.

 

En línea con el modelo

 La segunda modificación estratégica realizada por Cristina marca claramente que el “modelo” no sufrirá variantes, sino que será profundizada.

El nombramiento de Axel Kicillof en el Ministerio de Economía es la señal más clara del rumbo que Cristina está dispuesta a defender con todas sus energías.

Kicillof es técnicamente muy sólido y su perfil “neokeynesiano” está en completa sintonía con la línea del Gobierno nacional.

Una fuerte presencia del Estado en el marco de un capitalismo que debe, casi por obligación, despojarse de su condición de salvaje para atender las necesidades humanas y promover la inclusión social.

Kicillof tiene muy buena relación con Capitanich, trabajó para él en la década del 90, es un investigador reconocido en materia económica y con apenas 42 años logró ganarse la confianza de Cristina.

Las modificaciones en la estructura económica tienen una finalidad: lograr una unidad de criterio en el equipo que antes no existía.

“Es muy interesante este cambio de estilo, se van a reconocer los problemas económicos y se van asumir las situaciones complejas con una unidad en el equipo. No te olvides de que Coqui también sabe mucho de economía”, expresó nuestra fuente allegada a la Rosada.

Kicillof venía, en parte, con una fuerte presencia en materia económica, pero a partir de ahora es absolutamente responsable de las medidas que comenzarán a implementarse en los próximos días.

Ya se dio el puntapié inicial con el proyecto de incrementar de un diez por ciento a un cincuenta por ciento las tasas que deberán pagar los compradores de autos y motos de alta gama, embarcaciones, aeronaves y otros bienes suntuarios. 

La iniciativa que fue a la Cámara de Diputados lleva la firma de Capitanich y Kicillof.