Hace treinta años que la abogada Susana Finkelstein viene trabajando en la problemática de la violencia de género.

Treinta años transcurrieron y hoy, las estadísticas afirman que en el país muere una mujer cada 45 horas por la mencionada violencia.

La complejidad del tema, sus principales causas y el rol del Estado fueron los puntos abordados con la integrante del órgano directivo de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos y responsable de la Comisión de la Mujer de dicha entidad a nivel nacional.

Finkelstein estuvo ayer en Villa María para brindar una charla en el Centro Cultural Leonardo Favio.

Minutos antes de encontrarse con su audiencia, habló con EL DIARIO.

-¿Qué pasó con la violencia de género en el transcurso de los 30 años de democracia?, fue la primera pregunta que le hicimos a la letrada.

“Ahora hay una palabra para designarla, antes un problema sin nombre, ahora tiene un nombre”, dijo con voz pausada.

Cada frase suya refleja el compromiso que asumió, desde 1983, con la situación de las mujeres que padecen situaciones de violencia doméstica. En el inicio del diálogo, mencionó el caso de Claudia Rodríguez y su doloroso final. 

“Hubo muchas leyes, en la ciudad de Buenos Aires tenemos dos leyes que no se aplican porque habría que cambiar la Constitución.

Leyes tenemos, pero no hay presupuesto para aplicarlas y las leyes sin presupuesto, no se pueden aplicar”, destacó.

Toda una definición. El problema tiene dos partes y válidos interrogantes.

Ella deja las preguntas en la charla: “¿Qué se hace en lo referente al acceso de la Justicia? Si no hay abogados gratuitos, no hay acceso a la Justicia.

¿Qué se hace antes y qué se hace después?”.

En este sentido, Finkelstein sigue marcando los temas encerrados en signos de interrogación.

“¿Dónde va la mujer antes de recurrir a la Justicia, dónde va a encontrar alguien que le preste el oído para contar lo que le pasa y que después se ocupe de ella?”.

-¿Cuál es su opinión sobre la falta de presupuesto?

“Habría que preguntarle a los funcionarios. Se supone que si hay leyes nacionales, los fondos deberían estar para las provincias y los municipios. Hoy, el bache lo cubren las ONG. Algunos municipios también tienen servicios jurídicos y sociales, pero, salvo en la ciudad de Buenos Aires, no conozco que existan refugios para las mujeres. No tenemos dónde mandar a las mujeres en situación de riesgo”.

Inmediatamente deja otro interrogante: “Supongamos que el golpeador se fue, ¿quién la protege a la mujer? O si una mujer quiere irse de su hogar, ¿dónde va?

 

Un problema cultural

 

Para Finkelstein la violencia de género “es un problema cultural”.

¿Qué lo lleva al hombre a golpear a la mujer? “Los norteamericanos le llaman el síndrome de (en español) cara de piedra”. Los hombres expresan sus sentimientos a través de la bronca. No pueden expresar sus miedos porque, se supone, deben ser fuertes...”.

La profesional también consideró que en la sociedad se ha “naturalizado la violencia. Se naturaliza la falta de respeto a los derechos humanos del otro”.

“La cultura machista no ha cambiado en demasía, los varones siguen considerando a la mujer de su propiedad y los chicos no reciben otras consideraciones.

El problema principal es cultural y, justamente, porque el problema es cultural no hay presupuesto para las leyes”, dijo.

Finalmente, la pregunta sobre la falta de presupuesto fue respondida.