Edicion: 2015-07-01
Hoy en Tapa de Papel | Ediciones Anteriores
NOTICIAS SUPLEMENTOS SERVICIOS CONTACTO QUIENES SOMOS
Portada  »  Locales  »  Con voluntad e ingenio, supera limitaciones de la discapacidad
29 de Noviembre de 2013
Cristian Manavella nos cuenta su historia de lucha, con alegría y convicción
Con voluntad e ingenio, supera limitaciones de la discapacidad
Cristian Manavella nació con los miembros superiores atrofiados. Casi sin movimiento en las manos aprendió a independizarse. Hoy, vive solo y estudia en la Universidad de Villa María. Una historia de superación
Compartir Compartir Imprimir
Cristian Manavella maneja con destreza la computadora usando sólo sus pies

 

Apren­der a su­pe­rar­se y erra­di­car del len­gua­je el "no po­dés" fue la ta­rea que se im­pu­so Cris­tian Ma­na­ve­lla, un jo­ven es­tu­dian­te uni­ver­si­ta­rio, na­ci­do en La La­gu­na, que pa­de­ce ar­tro­gri­po­sis, un mal que pro­vo­ca "ar­ti­cu­la­cio­nes o co­yun­tu­ras cur­vas o en for­ma de gan­cho", se­gún de­fi­ne el dic­cio­na­rio.
"Es una en­fer­me­dad con­gé­ni­ta, na­cí así y apren­dí a con­vi­vir con es­to", di­jo Ma­na­ve­lla a EL DIA­RIO. 
Sus bra­zos es­tán prác­ti­ca­men­te in­mo­vi­li­za­dos, pe­ro él de­ci­dió, des­de ni­ño, su­pe­rar­se has­ta lo­grar la ma­yor in­de­pen­den­cia po­si­ble.
Hoy, con 21 años, vi­ve so­lo en un de­par­ta­men­to en Vi­lla Ma­ría, es ana­lis­ta de sis­te­mas egre­sa­do del Ins­ti­tu­to Leib­nitz y es­tá cur­san­do la Li­cen­cia­tu­ra en In­for­má­ti­ca de la Uni­ver­si­dad Na­cio­nal de Vi­lla Ma­ría, con ex­ce­len­te de­sem­pe­ño aca­dé­mi­co. 
"Si hu­bie­ra te­ni­do mo­vi­mien­to en los bra­zos, ha­bría ele­gi­do Me­di­ci­na o la Fuer­za Aé­rea. Pe­ro In­for­má­ti­ca siem­pre me gus­tó, es lo ter­ce­ro que más me gus­ta y es lo que pue­do ha­cer. Por eso estoy en esta carrera", di­ce, sen­ta­do fren­te a su no­te­book, la que ma­ne­ja ágil­men­te con los pies.
Es hi­jo de una por­te­ra de es­cue­la y de un ju­bi­la­do de la Coo­pe­ra­ti­va Eléc­tri­ca de su pue­blo. Sus pa­dres, si bien al prin­ci­pio te­nían mie­do por los ries­gos de la in­de­pen­den­cia, lo­gra­ron su­pe­rar esos te­mo­res y hoy lo apo­yan alen­tan­do ca­da uno de sus avan­ces.
"De chi­co me lle­va­ban a Río Cuar­to a una te­ra­pis­ta ocu­pa­cio­nal, has­ta que le di­je a mi ma­má que no gas­tá­ra­mos más pla­ta, que no hacía falta, que yo iba a apren­der", se­ña­ló.
Y vaya que aprendió. "Los pri­me­ros pa­lo­tes que hi­ce en el jar­dín de infantes fue­ron con las ma­nos y los pies. Apren­dí a es­cri­bir con las ma­nos, pe­ro la li­mi­ta­ción en el mo­vi­mien­to ha­cía ­que fue­ra muy len­to. Cuan­do lle­gué a cuar­to gra­do no que­ría re­tra­sar a to­dos en la clase y em­pe­cé a es­cri­bir con los pies", re­la­tó.
Pri­me­ro lle­va­ron una col­cha pa­ra que­ pu­die­ra usar el sue­lo co­mo pu­pi­tre, has­ta que a un pro­fe­sor se le ocu­rrió adap­tar una me­sa, cor­tán­do­la pa­ra ha­cer­la un po­co más ba­ja del resto y evi­tar así que tu­vie­ra que aga­char­se tan­to o que tuviera que subir demasiado los pies impidiendo la agilidad que desarrolló.
Fue buen alum­no en el pri­ma­rio, lo mis­mo que en el se­cun­da­rio. "Cuan­do lle­gué a cuar­to año de la escuela Echeverría me com­pra­ron mi pri­me­ra no­te­book y así si­go has­ta hoy, es­cri­bien­do en la com­pu­ta­do­ra".
 
Vi­da co­ti­dia­na
 
Cris­tian Ma­na­ve­lla no só­lo apren­dió las des­tre­zas ne­ce­sa­rias pa­ra de­sem­pe­ñar­se en el mun­do aca­dé­mi­co, si­no las in­dis­pen­sa­bles pa­ra lle­var una vi­da in­de­pen­dien­te.
Cuan­do lle­gó a vi­vir a Vi­lla Ma­ría, co­mo cual­quier es­tu­dian­te uni­ver­si­ta­rio, lo hi­zo con com­pa­ñe­ros. Ellos se en­car­ga­ban de la co­ci­na o la lim­pie­za, has­ta que él de­ci­dió que no po­día de­pen­der to­do el tiem­po de sus pa­res.
"Em­pe­cé por ver có­mo me po­nía el jean", di­ce. Con la ro­pa con elás­ti­co no tie­ne di­fi­cul­tad, pe­ro el jean ge­ne­ra­ba ad­ver­si­dad "y te­nía que es­pe­rar que vi­nie­ra al­gu­no pa­ra ter­mi­nar de ves­tir­me".
"Aho­ra, me lo subo hasta las rodillas con los pies, con el cie­rre subido y el cin­to cerrado. Y des­pués, en una me­sa con fi­lo, lo en­gan­cho del cin­to y lo ter­mi­no de su­bir", re­la­tó.
La co­ci­na fue otro de­sa­fío. Sen­ta­do en la me­sa­da, to­ma la olla con las ex­tre­mi­da­des in­fe­rio­res, la po­ne so­bre el fue­go y pre­pa­ra man­ja­res. "Lo pri­me­ro que hi­ce fue una so­pa y, la ver­dad, era un as­co", bro­mea.
Lue­go em­pe­zó a per­fec­cio­nar­se. "Hoy por hoy, pre­fie­ro las fri­tu­ras, por­que son más rá­pi­das. Pe­ro ha­go de to­do. Me sa­len bien las sal­sas ro­jas, con to­ma­te, ce­bo­lla y ajo. Mi ma­má la ha­ce ana­ran­ja­da, con za­na­ho­rias, pe­ro yo pre­fie­ro la ro­ja. Tam­bién ha­go sal­sa de ro­que­fort y otros pla­tos, se­gún la oca­sión", re­la­tó.
Ce­rrar la puer­ta con lla­ve o to­mar un re­mís re­pre­sen­ta­ban nue­vos de­sa­fíos. Pa­ra lo pri­me­ro re­sol­vió lle­var las lla­ves en las za­pa­ti­llas, que es el lu­gar más ac­ce­si­ble pa­ra él. Pa­ra el re­mís, se de­ci­dió no­más a su­bir­se y pe­dir­le al cho­fer que sa­que la bi­lle­te­ra y se co­bre.
"Es cons­tan­te el apren­di­za­je", di­jo el jo­ven con unas ga­nas y una de­ci­sión irre­fre­na­ble de se­guir avan­zan­do.
Pien­sa en su fu­tu­ro en Vi­lla Ma­ría. "Pre­fie­ro lle­gar al­gún día a tra­ba­jar ha­cien­do sof­wa­re en una em­pre­sa, por­que los pro­gra­mas de com­pu­ta­ción he­chos en equi­po son me­jo­res. Ha­cer­lo so­lo es te­dio­so", di­ce.
Has­ta el mo­men­to, el úni­co pro­gra­ma que rea­li­zó y ter­mi­nó jun­to a com­pa­ñe­ros fue el que le sir­vió de te­sis pa­ra egre­sar co­mo Ana­lis­ta de Sis­te­mas. Se tra­ta de una pá­gi­na web que sir­ve pa­ra las au­di­to­rías mé­di­cas con la fi­na­li­dad de con­tro­lar el au­sen­tis­mo. "Va­mos a pre­sen­tar­lo en al­gún mo­men­to", agre­gó.
 
Es­pí­ri­tu de su­pe­ra­ción
 
¿Qué hi­zo que Cris­tian tu­vie­ra un cons­tan­te es­pí­ri­tu de su­pe­ra­ción? Se­gún él mis­mo ex­pli­ca, tu­vo mu­cho que ver la fa­mi­lia y las re­la­cio­nes so­cia­les de su pue­blo. "En La La­gu­na nos jun­ta­mos to­dos los mu­cha­chos a co­mer un asa­do, no hay ba­rras por pro­mo­ción o por ba­rrio o por cla­se so­cial. Es­ta­mos to­dos", di­jo.
Así cre­ció en el ám­bi­to de pa­res que lo res­pe­ta­ron co­mo era. "Al prin­ci­pio, en el pri­ma­rio, su­frí al­gu­nas bur­las. Un ami­go me hi­zo ver que la me­jor for­ma de su­pe­rar­lo era reír­me de mí mis­mo, en­ton­ces, na­die se iba a reír de mí. Así fue. Em­pe­cé a ha­cer bro­mas del ti­po ´va­mos a ju­gar al te­nis´ y de esa for­ma me pu­de in­te­grar bien".
Pa­ra las tra­ve­su­ras se las arre­gla­ba igual. "Mis ami­gos pro­ba­ban los mé­to­dos más fá­ci­les, por ejem­plo, pa­ra tre­par una ta­pia sin las ma­nos y así po­día ha­cer­lo con ellos".
En ese sa­lu­da­ble am­bien­te se fue crian­do. No de­jó que su li­mi­ta­ción le im­pi­die­ra prac­ti­car de­por­tes. "En mi pue­blo ju­ga­ba al vóley, en la Li­ga. Acá en Vi­lla Ma­ría no, por­que me pa­re­ce que se jue­ga más fuer­te. La úni­ca in­frac­ción a la re­gla del vó­ley es cuan­do ha­go el sa­que, por­que lo ha­go con los pies. El res­to del jue­go lo hago con la ca­be­za".
Tam­bién se di­vier­te, co­mo cual­quier jo­ven de su edad. "Si es­toy en La La­gu­na los vier­nes voy al pub y los sá­ba­dos a Ma­til­da, que es un bo­li­che de Or­dó­ñez. En Vi­lla Ma­ría son más di­ver­ti­das las reu­nio­nes de es­tu­dian­tes que los bo­li­ches", di­jo.
Le gus­ta el heavy me­tal (el fisioterapeuta de su pueblo era “metalero” y de tanto asistir a rehabilitación con él le transmitió el gusto por esa música), es­tu­diar, vi­vir in­de­pen­dien­te y apren­der cons­tan­te­men­te for­mas más fá­ci­les y rá­pi­das de re­sol­ver pro­ble­mas co­ti­dia­nos, contando sólo con los pies. "Creo que hay mu­chos dis­ca­pa­ci­ta­dos que tie­nen mu­cho pa­ra dar y no se ani­man. Yo me crié con chi­cos que no te­nían li­mi­ta­cio­nes fí­si­cas y pro­cu­ré ha­cer to­do lo que ellos ha­cían. Creo que eso me ayu­dó mu­cho", con­clu­yó.

Otras notas de la seccion Locales
  • Olaviaga y Bedano en el racimo de opciones
  • Los comicios marcados por la presencia de Zannini y Cavagnero en las boletas
  • "Ya no es factible sostener la imagen de familia dominante"
  • Entusiasmo y aprendizaje: lo que dejó la Feria de Ciencias
  • "Cada vez más niños se involucran en la ciencia"


  • Humor
    Noticias » Locales » Regionales » Policiales y Judiciales » Deportes » Culturales » Especiales » Opiniones
    Suplementos » Tiempo de Salud » Arquitectura » Horas Libres » Rural » Cultura » Viajes »
    Archivo formato anterior » 2001 » 2002 » 2003 » 2004 » 2005 » 2006 » 2007 » 2008
    Servicios » Fúnebres » Clima »
    REPORTÁ UNA NOTICIA

    Si tenés una noticia comunicate
    E-mail: lector.escribe@eldiariocba.com.ar
    Teléfono: 0353-4523976 (Redacción)
    PUBLICIDAD

    E-mail: publicidad@eldiariocba.com.ar
    Teléfono: 0353-4523976 (Publicidad)
    Celular: 0353-154199702
    NUESTROS DATOS

    El Diario del Centro del País es editado por la Cooperativa Comunicar en Periodistas Argentinos 466/474, ciudad de Villa María, República Argentina
    Teléfonos: 0353-4523976 y 0353-4613126
    E-mail: eldiario@eldiariocba.com.ar

    Copyright 2008-2024 Cooperativa Comunicar.   WfxGroup - Administracion de publicidad para sitios de alto trafico - Villa Maria - Cordoba WfxGroup - Diseño y programacion Web - Villa Maria - Cordoba