Tal vez Colón pecó por inocente. Quizás el equipo de José Luis Danna se creyó eso de que la banca manda y el punto pierde. Probablemente ese factor haya sido un lastre que tuvo que acarrear el poderoso local. No obstante, la hombría de 9 de Julio y el hambre de gloria que tuvo el “Patriota” fueron los desencadenantes de una victoria que no será fácil de olvidar. Para ninguno de los dos, obviamente.

El arranque del “Rojinegro” parecía darle razón a todo lo generado en la previa lógica. Es que en la primera aproximación seria, Juan Pablo Ramírez recibió por derecha el preciso pase de un inspirado Alvaro Bello y definió de manera certera después de eludir a un marcador. Sí, a los 3’ de juego el poderoso ya domaba a su rival. Y la tranquilidad de los protagonistas, trasladada a la afición, se fue apoderando por completo de Colón hasta dejarlo aplacado en sus líneas defensivas y sin sorpresas en la vanguardia. Sólo lo que proponía Bello junto a Sontag mantenía en cierto modo esa superioridad que ya no era tal.  

Ante dicho escenario, el visitante, lejos de sentir el duro golpe del comienzo, comenzó a plasmar en la cancha el libreto que más le gusta interpretar. Cedió pelota y terreno, y se agazapó como un cazador que mide lentamente a su presa. Sabiendo que con la sapiencia de Hernández y la potencia de Sorasio, podía llegar a lastimar en cualquier descuido de la defensa rival. 

Así fue que a los 16’ de la segunda mitad un largo pelotazo de Olmos, que parecía controlado, involucró a Luna y Giraudo en una duda que duró menos de un segundo, pero que en fútbol y ante la presencia de Sorasio, fue una eternidad. Ambos se confiaron en el otro y terminaron mirando como el “Chicho” ingresaba al arco junto a la pelota para desatar la euforia de la parcialidad “patriota” que se acercó en gran número al reducto cabralense.

Los minutos restantes fueron de máximo protagonismo visitante. Kaputensky le brindó oxígeno a los delanteros y Doñabeitía mejoró su puntería. No obstante Colón logró controlar las embestidas y terminó sufriendo un partido que pintaba otra cosa.

Luego en los penales, donde gana el más preciso y no el más afortunado, 9 de Julio contó con el as de espadas. Leonel Luciani tuvo su oportunidad y no la desaprovechó. Primero se hizo cargo del quinto penal y lo convirtió de gran forma. Y luego coronó su actuación al desviar el remate de Fernández.

De esta forma, Pasco tiene un semifinalista que dará pelea hasta el final. “Por la ventana” o “por la puerta grande” como cada uno lo quiera llamar.